Despreciado.

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  Hashirama entró primero a su casa, en busca de su hermana y las criadas, pero no encontró a nadie despierta. Se paso a su habitación espaciosa, preparó su futón al centro, encendió una vela, y esperó la llegada de su bella azabache, quien supuestamente se haría presente en menos de veinte minutos, sin embargo, ya habían pasado. ¿En dónde se encuentra su futuro esposo? Ya queria besarla, juntar su cuerpo al suyo, y perderse en la candela de sus caricias. Para calmarse un poco, fue a darse una ducha, tenia que estar aseado para lo que estaban por hacer.

Al interior de la regadera, Hashirama disfrutaba el gua fría deslizar por su desnudez, lo cual era relajante. Pasaba la barra de jabón con cuidado, y olía el aroma de la barra refrescarte.

Sus pensamientos se encontraban en cómo lo haría. Lady Madara, una kunoichi sádica y un poco pervertida, podía gustar de placeres muy candentes y bruscos. Y él como hombre, tenía que darle lo que ella buscaba, sino, ella se iba a sentir decepcionada. Un poco de nerviosismo lo invadió, pero recordó que ella era virgen, así que se calmó un poco. Pues él no lo era, pero tampoco tenía mucha experiencia en como tomar a una mujer. Sabía lo básico, lo normal, más no sabía como mostrarle a una mujer los placeres de la lengua y dedos. Su bella azabache sería la primera en experimentar más allá del sexo, porque ahora estaba por hacer el amor por primera vez.

Cuando terminó de tallar su bien trabajando cuerpo, sintió la presencia de Lady Madara, dentro de su habitación.

Tomó su toalla y secó su cuerpo y cabello. Y sin peinar sus largos cabellos, salió del baño lo más rápido posible. Ahí encontró a su bella azabache, parada cercas del futón. Lucía apenada, tenía su vista a otro lado que no fuera él.

—¿Estás lista? —Se aproximó a ella con pasos cautelosos. Ya quería enredar sus brazos en ella, y ahogarse con sus besos. Hashirama amaba con locura a la Uchiha.

—Creo... Déjame usar tu baño, para lavar mi cuerpo. —No se atrevía verle, sentía sus orejas tan calientes. Estaba por regalar su pureza al hombre que amaba. Hashirama podía no encontrar su cuerpo hermoso o femenino, pues esta consciente que tiene muchas cicatrices por las batallas, y cuenta con un cuerpo un poco musculoso por tanto entrenar duro.

—Sabes que todo lo mío es tuyo. Adelante, toma tu tiempo. —Le daría su espacio. No quería que se sintiera presionada. Lentamente se puso de rodillas sobre su futón, mientras ve a su bella azabache, caminar hacia el baño.

Al interior del baño, Lady Madara encendía la regadera. El agua fría comenzo a caer sobre su cabeza y desnudez. Se sentí bien, pero ello no bajaba sus nervios. Está consciente que, después de esto, si Hashirama ya se veía fascinado con ella, menos se lo quitaría de encima, más la persiguiera y más podrán ser pillados por el resto de la aldea.

Minutos después, Hashirama yacía boca arriba sobre su futón, sin remover su bata. Esperaba paciente que su amada saliera del baño. La puerta se oyó abrir, anunciando que se habia llegado el momento más esperado por ambos. Y cuando él la vio ahí parada enredada con una de sus toallas, se sentó en su futón y estrechó su mano hacia ella.

—Acércate, yo me haré cargo del resto...

La azabache no sabía en donde meter la cara, pero ya estaba ahí, no había vuelta atrás. Se aproximó al moreno y en cuanto se paró a su lado, este se puso de rodillas enfrente de ella.

—Quiero que me hagas saber en todo momento si te incomoda mi forma de tomarte. No quisiera que me odies después.

—Hashirama... —Tomó los costados de su rostro y continuó a decir —: Solo tomame en este instante. Después te diré que no me gustó.

Caprichos de Lady Madara  [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora