Capítulo 18: Purificación

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Purificación.

Ariel explica a ambos hermanos que esto es tanto un exorcismo como una expiación de los pecados y solo se usa en las situaciones más extremas. Se trata de un ritual capaz de eliminar cualquier tipo de espíritus, magia, bendiciones y maldiciones en el proceso, ya sean buenas o malas; nada quedará, todo volverá a la normalidad.

En el proceso, el cuerpo de Kichiro también desaparecerá, ya que el cuerpo de un dios no es físico, sino espiritual. Esto causara que ambas almas, la del dios del pueblo y la de Kichiro, las cuales existen a la vez en un mismo cuerpo, regresaran al otro mundo.

En palabras más sencillas, morirán.

—¿Qué harás, mi niña? —cuestiona Ariel, su expresión es seria y sus ojos empáticos.

—¿No hay otra manera...? —las palabras de la sacerdotisa salen casi en un susurro.

Pero el mago niega con la cabeza. Un desesperante silencio inunda la atmosfera por unos momentos.

—Sachi... —Kichiro sonríe a su hermana—. Puede que nos desviásemos de nuestro camino, hemos fallado, tu como sacerdotisa y yo como un dios, después de todo, castigar guiado por el sentimiento de venganza fue lo peor que pudo haber hecho. Supongo que los dioses también se equivocan... Pero... aún estamos a tiempo de solucionar nuestro error. Debo pagar mi precio.

—¡No voy a permitirlo! —exclama Sachi como si aún tuviese doce años, sus ojos se llenan de lágrimas—. ¡Eres mi hermano, el único familiar que me queda! —voltea hacia Ariel, todo el cuerpo de ella tiembla—. ¡Mago...! ¡ Singspring—san... por favor no me quite a mi hermano!

—No hay otra manera —responde Ariel—, simplemente estoy aquí para ofrecerles una solución, no pienso intervenir, los magos no lo tenemos permitido. Solo depende de ustedes si la aceptan o no, tienen al pueblo y sus habitantes en sus manos.

Ni siquiera los magos son todo poderosos, Gabriel lo sabe muy bien. Su maestro no es capaz de solucionar esta grave situación sin sacrificar algo en el camino. Se sentía como un inútil, pero al ver a Ariel por primera vez en una situación así, no tiene otra opción que recapacitar.

"Supongo, que solo estamos haciendo lo que está a nuestro alcance..." piensa.

—Démosle un final feliz a todo esto, onee-san —el pequeño dios no demuestra tristeza.

—¡No será un final feliz si tú no estás junto a Nori y yo, Kichiro! —la joven lo abraza con fuerza.

—Ambos, el dios y yo, estaremos tristes si solo dejamos que el pueblo perezca, hermana —lagrimas caen desde los ojos del niño, pero su expresión no cambia—. Si logras seguir adelante incluso sin mí, será el final perfecto. Aún tienes a Nori, el es quien realmente te necesita. Como dios de todos ustedes, puedo decir que a pesar de todo lo ocurrido, él te ama con fuerza.

El abrazo continúa, en un profundo y cálido silencio.

Quien rompe este silencio luego de unos minutos es Gabriel.

—Antes de volverme un mago pasé por un infierno, perdí a todos mis seres queridos y no pude hacer nada para impedirlo. En ese entonces yo era solo un chico normal —comenta, un poco serio, un poco avergonzado—. Ariel fue quien me ayudó a escapar de mis días llenos de desesperación y me convirtió en un mago. Él es la persona a la quien más amo en todo el mundo... a pesar de que no puedo revivir a los muertos... supongo que ese fue mi final feliz, encontrarme con él y ser feliz a pesar de mi pasado, el cual siempre me marcará...

Ambos hermanos lo observan sorprendidos y con húmedos ojos. Gabriel no puede hacer otra cosa que apartar los ojos y rascarse la cabeza, más que nervioso.

—¡No me miren así, ya es demasiado vergonzoso haberlo contado!

—Es por eso que no puedes dejar de verte como un inútil... —dice Sachi, triste y enojada consigo misma.

—Así es, y como un idiota no puedo dejar de creerlo... pero creo que me estoy dando cuenta... que solo hacemos lo mejor que podemos para lograr ayudar a los demás. Mi deseo, como mago y persona, es ayudar a todos en este pueblo y tu deber como sacerdotisa no deja de ser el mismo... pero... ¿Cuál es tu deseo como humana, Tanaka Sachi?

La sacerdotisa primero se sorprende por el hecho de que esta pregunta venga de parte de Gabriel. Baja la mirada, envuelta en sus pensamientos.

—Madre... —susurra.

—Tienes que ser una niña buena, una que pueda otorgar esperanzas a todos a su alrededor —Gabriel repite las palabras de aquella mujer—. A pesar de que las cosas solo empeoren y el mundo no demuestre más que odio para ti, debes ser capaz de seguir adelante... Puedo ver dentro de tu alma, sacerdotisa. Eres una buena persona.

Ella no puede hacer otra cosa más que comenzar a llorar como una niña. Las lágrimas caen a borbotones a través de sus mejillas.

—Pero ese sigue siendo el deseo de tu madre —continúa—. ¿Cuál es tu deseo más profundo, Tanaka Sachi?

Aún con lágrimas, ella levanta su vista hacia lo alto, hacia el azul cielo de primavera.

—¡Quiero acabar con todo! ¡Deseo con todo mi corazón, que nadie más tenga que sufrir! ¡Que seamos felices!


*****


Kichiro, aún en su forma de niño, se encuentra parado en el centro del claro. Las altas cañas de bambú rodean a todos, elevándose hacia lo alto. Gabriel, de pie frente a él, está inseguro de lo siguiente que deberá hacer.

—Es imposible que un mago novato como yo pueda llevar a cabo algo tan complejo como una purificación... Esto es más peligroso que meter la mano en el fuego...

Ariel le sonríe.

—Contarás con mi ayuda en todo momento, Gabriel —se posiciona detrás de su aprendiz y sujeta su hombro derecho—. Utilizaras mi magia para hacer la purificación.

Un gran circulo mágico, como una gran flor, ha sido dibujado. Kichiro uso sus propios poderes para hacer crecer el pasto bajo sus pies para hacerlo.

Detrás de ambos magos, Sachi observa todo el procedimiento. Sus ojos aún están rojos y húmedos. Ella ha permitido que la purificación sea llevada a cabo.

—Onee-san —dice por último el eterno niño—, espero que vivas por muchos años y que al final volvamos a vernos.

Entonces el ritual da comienzo.

Con una mano hacia el frente, Gabriel comienza a recitar una serie de palabras en latín en voz baja, a pesar de que no parece nunca acabar de mover sus labios, todas estas componen el nombre del hechizo en su totalidad. Es casi como recitar un poema.

Una suave luz blanca comienza a rodear a Kichiro, solo verla relaja los corazones de todos... y a la vez, pequeñas lucecitas de todos colores, muy parecidas a las luciérnagas lo rodean y bailan a su alrededor. Danzan y danzan, como en un cuento de hadas. Son los Kodamas, quienes se preparan para abandonar el pueblo antes de que la purificación borre toda la magia de sus alrededores, con ellos incluidos.

Kichiro y el dios del bosque sonríen, junto a una dulce canción entonada por los pequeños espíritus. Cuando ya no queda ninguno de ellos por los alrededores, desde lo alto de la colina, puede verse como todos ellos forman una pared de luces que rodea al pueblo.

Una sensación de paz, que nunca antes había sentido invade a Gabriel, la palma de su mano y su hombro se sientes cálidos. Casi siente como si pudiera irse junto Kichiro, pero su maestro no lo permitirá.

—No te dejaré ir —le dice Ariel con una sonrisa y su más suave tono.

El pequeño niño levanta su mano y saludo a Sachi por última vez. Con su más alegre expresión, se desvanece, como cristales llevados por el viento.

Aun cuando él ya no está allí, Tanaka Sachi le devuelve el saludo. No puede dejar de llorar.

—Adios... y gracias por ser mi hermano...

El Dios Rechazado (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora