Capítulo 7: Promesa

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Tanaka Sachi corre hacia Ume obaa-san, tendida en el suelo. Poco a poco, un charco rojo se forma bajo ella, como una sanguinolenta flor abriendo sus pétalos. La niña no sabe qué hacer, la conexión mental que ella tiene con su abuela cada vez se disipa más, es como una hoja de otoño capaz de desprenderse con una simple brisa.

En shock, se arrodilla frente a ume obaa-san y le sacude ligeramente el brazo.

—¡Ume! ¡Ume obaa-san! ¿¡me escuchas!? —con lágrimas en los ojos la llama... no hay respuesta—. Abuela...

Dentro de su pecho, gira un oscuro torbellino, una tormenta de emociones. Tristeza, desesperación, resignación y sobre todo odio hacia el pueblo entero...

La muerte de Tanaka Ume llegará en cualquier momento, Sachi sabrá el momento justo, el cual será cuando la conexión entre ambas desaparezca. Kichiro repite incansable el nombre de sus únicos dos familiares, pero la niña no lo escucha.

Su hermano, en cuanto a destrucción, puede ser un dios, pero en estos momentos cuando se trata de curar a alguien, es solo un simple espíritu de la naturaleza. Es más que imposible que pueda salvar a alguien al borde de la muerte, romper es fácil, pero reparar no lo es tanto, aún menos cuando ha perdido tanto de su poder.

De pronto, un pensamiento la ilumina, levanta su rostro enrojecido junto a sus mejillas cubiertas de lágrimas. Por un momento cree ver a lo lejos, a Saburo y Nori, quienes la observaban a la distancia, pero al instante se alejan corriendo. No les da mayor importancia.

Se para decidida y comienza a correr hacia el pueblo, aun cuando le falta el aire no se detiene.

Avanza lo más rápido que puede, aferrada a una última posibilidad, de esto depende tanto el destino de su abuela como el del pueblo entero. Llenando sus pulmones a cada instante, hasta casi reventar. Veloces pasos. A través de la calle. Entre las casas.

Se adentra en la zona de los comercios. A esta hora esta casi repleta de personas peleándose por conseguir una mínima ración de comida, pero cuando ven a la apresurada niña, todos se apartan al instante, como si fusen a ser maldecidos por tan solo tocarla.

Tras llegar al negocio donde se venden las verduras y frutas, ve al instante a quien está buscando: Jun. El joven se está encargando de los enfurecidos clientes, vendiéndoles y racionando la poca mercancía que aún queda en los barriles.

Al percatarse de Sachi a la distancia, con un rostro que denota urgencia, Jun le hace un casi imperceptible gesto, gracias a la conmoción nadie llega a darse cuenta. Tras ello le dice algo a Midori, quien se estaba encargado de reparar algunos barriles que habían sido destrozados por la furia de los clientes, para que se encargue del ajetreado puesto.

Sachi se aleja y rodea el lugar para evitar sospechas, entonces espera a Jun detrás de su puesto. El joven sale casi al instante por la puerta trasera, encontrándose con ella, casi como si se hubiesen leído la mente.

—¿¡Que sucedió, Tanaka—san!? —pregunta alarmado.

—La abuela... la abuela Ume... —por completo alterada, la voz de la niña apenas sale, al decir el nombre de su abuela, tan solo llora más. Hace un esfuerzo, toma aire y dice todo de un tirón—, ¡la abuela se está muriendo, la hirieron! ¡necesita un doctor! Pensé, yo creí que... creí que usted podría conocer a uno de nuestro lado, ¡alguien que vele por la seguridad de nuestra familia!

El rostro del joven Jun pasa a uno de lamentación, se queda sin decir una palabra, como si estuviese dudando de hablar. Sachi no tarda en entenderlo.

Pero niega esta silenciosa respuesta y se altera aún más.

—Conoce... ¡conoce a un doctor! ¿¡lo conoce, no es así!? —Sachi levanta la voz, se para en puntillas de pies para compensar su altura y sujeta con fuerza a Jun desde el cuello del kimono.

El Dios Rechazado (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora