- Hannah creo que ya bebiste demasiado- me decía Sergio intentando quitarme la copa de vino.
- Que no, estoy bien- no estaba ebria, pero si comenzaba a sentir ese punto de mareo que te da cuando te emborrachas.
- Creo que ya debería llevarte a casa- Sergio pidió la cuenta y pagó, ni siquiera me dejó ver la cifra pero estaba segura de que tenía 4 dígitos.
Me subí a su auto y recosté la cabeza a la ventana mientras el conducía.
Me había divertido mucho, más que nunca, y tener que volver a mi vida de siempre era deprimente.
No seas egoísta Hannah, piensa en la abuela.
Me regañé a mi misma y continué el viaje en silencio.
Al llegar Sergio se bajó del auto para acompañarme pero algo no estaba bien, había una ambulancia frente al edificio y personas en la entrada de mi departamento.
Mi corazón se paralizó por un segundo y cuando volvió a latir subí las escaleras lo más rápido que pude con Sergio siguiéndome y gritándome que me detuviera.
Llegué a la puerta y entonces comprendí todo, y ojalá no lo hubiera hecho.
Nunca estás preparado para recibir está noticia, por más que te lo esperes.
Dos personas sacaban en una camilla el cuerpo inerte y vacío de mi abuela.
La vecina le explicaba al doctor que ella era amiga de la abuela, y siempre venía con una llave que tenía de repuesto cuando yo no estaba para visitarla y que estando con ella, mi abuela sufrió un paro cardíaco que la llevó a la muerte.
Escuché como decía aquello como si fuese una extraña, yo debía estar aquí.
No podía decir nada, un nudo en mi garganta se había formado impidiéndome hablar y casi respirar.
Me tiré al suelo mirando fijamente a la nada.
No derramé una sola lágrima, no me merecía llorar por ella, esto había sido mi culpa, yo debía estar aquí para ayudarla.
- Esto es mi culpa- al fin logré hacer que las palabras salieran de mi boca.
El resto de las personas se fueron no sin antes darme su pésame y decirme que el funeral sería mañana y nos dejaron solos a Sergio a mí sentados en el suelo.
Mi mirada aún seguía perdida y en estado de shock, no podía creerlo, esto tenía que ser un mal sueño.
- Esto es mi culpa- volví a repetir.
- No Hannah, no es tu culpa no te tortures con eso- Sergio intentaba tranquilizarme.
- Claro que lo es, yo tenía que haber estado aquí, nunca me separaba de ella y justo el día que lo hago pasa esto, es mi culpa- comencé a llorar, no podía retenerlo más.
- Eso no habría cambiado nada, incluso contigo aquí hubiese sucedido Hannah, tenías todo el derecho del mundo a salir de esta casa.
- No, yo tenía que haber estado con ella, al menos para despedirme- hice una pausa para limpiar mis lágrimas- esto es su culpa- le dije amenazante- si usted no me hubiese llevado yo habría estado aquí, es su culpa- comencé a gritarle y pegarle con mis puños suavemente en su pecho.
- Hannah- me abrazó contra él, y yo intenté encontrar algo de consuelo en sus brazos- has cuidado de ella todos estos años, hiciste lo que pudiste, y fuiste una excelente hija y nieta- me tomó el rostro con sus manos para que lo mirara y con sus pulgares secó mis lágrimas- No es culpa tuya.