Capítulo 12: Es un "hasta pronto"

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Sergio entró en el despacho director, lucía más calmado de lo que estaba realmente.

- ¿Sergio me quieres explicar que está pasando?- preguntó el director quien se encontraba rojo del enojo.

- Nada de lo que diga servirá para cambiar la decisión que ya usted tomó, porque me va a despedir y a denunciar ¿verdad?- dijo Sergio intentando que su voz no temblara.

- Tengo que hacerlo, Sergio en cuanto se enteren los padres ya no habrá vuelta atrás, te verán como un aprovechado.

- Juro por dios que jamás me he aprovechado de esa niña.

- Sergio por favor, ¿me vas a decir que de verdad te enamoraste de una niña?- no respondió, el silencio dijo todo por él.

El director se llevó una mano a la cabeza y frotó sus sienes en señal de cansancio.

- ¿La van a expulsar?

- No tengo otra opción, buscaré una forma para no tener que denunciarte por la amistad que tenemos, pero debes alejarte de ella.

Sergio pensó que preferiría mil veces la cárcel antes que alejarse de mi.

Asintió y salió del despacho mirando al suelo.

Jackson se acercó corriendo a él y cuando recuperó el aliento habló.

- Hannah, salió corriendo, tengo miedo que pueda pasarle algo.

- ¿A dónde fue?- Jackson negó con la cabeza y Sergio salió de la escuela para buscarme.

Pero yo estaba en un lugar donde sabía que no buscarían.

- Hola abuela- me senté junto a su lápida y le dejé unas flores- perdón por no haber venido en todo este tiempo, de cierto modo venir aquí significaba que tenía que aceptar que tú habías muerto, y me costó mucho hacerlo, no sabes cuanto te extraño- comencé a llorar- abuela, necesito uno de tus abrazos, de esos que calman las penas y detienen las lágrimas- limpié mi rostro con la manga de mi chaqueta- no sé que hacer, arruiné la vida de la persona que más me importa y no se como arreglarlo- me quedé viendo la lápida en silencio- ¿qué debo hacer?

Sabía que no llegaría una respuesta pero necesitaba desahogarme.

Metí la mano en uno de mis bolsillos para sacar un pañuelo, y entonces me llegó la respuesta.

Vi el certificado de la beca de literatura, las clases en esa universidad comenzaban dentro de dos meses, pero debía estar en la escuela un mes antes.

Esa era la respuesta, y entonces llegó a mi mente la idea que más he odiado en toda mi vida.

- Gracias abuela- sonreí mientras limpiaba mis lágrimas y me marché de aquel lugar.

No quería volver a la escuela y que todos me mirasen con desprecio y asco, y tampoco quería volver a casa y encontrarme a Sergio sintiendo lástima de mí.

Paré en una cabina telefónica y llamé a Jackson.

- Hannah ¿dónde estás? Sergio salió a buscarte, está muy preocupado por ti- dijo a través de la línea.

- Necesito que me ayudes con algo, ven tú solo a buscarme, estoy cerca del cementerio- colgué, minutos después llegó Jackson en su moto y me llevó a su casa.

- ¿Estás segura de que quieres hacer esto?- preguntó marcando el número en su teléfono.

Asentí.

Jackson llamó a unos amigos de sus padres quienes tenían una posada en la ciudad cerca de la universidad, los convencería para que me dieran techo y comida a cambio de trabajo hasta que pudiera entrar a la universidad.

Un Café PendienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora