Capítulo 9: Feliz "Navicumpleaños"

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Desperté debido a un fuerte dolor de cabeza, parpadeé un par de veces hasta que mis ojos se adaptaron a la luz que entraba por la ventana, estiré los brazos mientras bostezaba y mi mano cayó sobre el torso desnudo a mi lado.

La retiré de inmediato.

Golpeé mi rostro suavemente un par de veces para asegurarme de que no estaba soñando, no, era cierto, Sergio estaba durmiendo a mi lado.

Imágenes sueltas y borrosas de la noche anteriir llegaban a mi mente, en una de ellas nos besábamos, asumí sin pensarlo mucho que debió ser un sueño.

Me quedé observandolo, no me cansaba de verlo dormir, era tan pacífico y transmitía una paz que yo no poseía.

Luego de unos segundos sin apartar la vista de su rostro vi como una sonrisa apareció en él.

- ¿No piensas despertarme?- dijo sin ni siquiera abrir los ojos, sentí un calor llegar hasta mi rostro, sabía que lo estaba observando, cubrí mi cara con mis manos y grité internamente.

Él se incorporó a mi lado y lo escuché reír en tono bajo.

Miré por entre los dedos y logré ver que no llevaba camisa, sólo la parte inferior de su pijama.

Quite mis manos y miré a mi alrededor, este era mi cuarto, no entendía nada.

Recapitulemos, sugirió mi subconsciente, tienes a Sergio despertando a tu lado en tu cama y sin camisa, es obvio, dormisteis juntos.

Sacudí mi cabeza para sacar esa idea y decidí hablar.

- ¿Qué pasó anoche?- pregunté sintiendo como mi cabeza dolía solo por el sonido de mi voz, debe ser resaca.

- Anoche bebiste más de la cuenta, ¿no recuerdas nada?- preguntó con una sonrisa chueca.

- Lo último que recuerdo con claridad es que vomité en un contenedor de basura.

- Veamos si esto te ayuda a recordar- se acercó a mi y dejó un tierno beso sobre mis labios- ¿y bien? ¿recuerdas algo?

- Ahora no recuerdo ni mi nombre.

Sergio rió mientras se levantaba estirándose.

Volví a recordar todo, dormimos juntos, ¿y si no sólo dormimos?

- Anoche no pasó nada raro ¿no?- le pregunté señalando s las sábanas con los ojos y él sonrió burlón.

- No- caminó hacia puerta pero volvió a por sus lentes los cuales estaban en la mesita junto a la cama, al acercarse a mi me susurró al odio- no me llevo a las chicas a la cama en la primera cita.

No lo vi pero estaba segura de que sonreía.

                            (...)

Las semanas pasaron y con ellas el mes de noviembre, llegó diciembre con todo su espíritu navideño.

La escuela nos dio unas vacaciones a todos para pasar Navidad con nuestras familias y yo me divertía como una niña pequeña con Sergio.

Me encontraba jugando con la nieve en su jardín delantero, cuando lo veo bajar de su auto con un montón de cajas, corrí para ayudarlo con algunas.

- ¿Qué es todo esto?- pregunté entrando a casa.

- Decoraciones, me encanta la Navidad y mi hermano y yo de pequeños decorabamos toda la casa con luces y adornos.

- También me gusta la Navidad, sobre todo porque también es mi cumpleaños.

- ¿Naciste en Navidad?- preguntó Sergio mientras sacaba las decoraciones de las cajas.

- En realidad no se la fecha exacta, mi madre me dejó en casa de la abuela cuando tenía sólo unos meses de nacida, nunca vimos el acta de nacimiento, ni nos dijo la fecha, sólo sabíamos que era en diciembre, así que la abuela para hacerlo más especial, me celebró siempre mi cumpleaños en Navidad.

- Eso es genial, ¿me ayudas a poner el árbol?

- Me pido la estrella- dije como una niña entusiasmada.

La Navidad me encantaba, era la única época en la yo era una niña como los demás y no tenía que preocuparme por nada, época familiar y de felicidad.

El árbol de Sergio era enorme, de color blanco y con un montón de decoraciones, el nuestro a penas me llegaba por las rodillas pero siempre dejábamos a sus pies nuestros regalos.

Sergio me levantó por la cintura para colocar la estrella y me sentí en las nubes en el momento en que sus manos tocaron mi piel.

                        (...)

Desperté llena de energía al ver por la ventana como los copos de nieve caían, 24 de diciembre, hoy vendría la familia de Sergio a cenar y yo estaba sumamente nerviosa.

Preparamos la cena juntos entre risas, mucho desorden y uno que otro beso fugaz.

Para la hora de la cena, la mesa estaba decorada y un pavo al horno reinaba en el centro.

A la hora indicada comenzaron a llegar las personas, incluyendo su hermano, el sujeto que en el club había filtreado conmigo, por suerte no me reconoció.

Durante la cena no faltaron las preguntas sobre mi, Sergio fue muy ingenioso y dijo que era una especie de programa de la escuela por lo del concurso de español, que cada semana tenía en su casa a un alumno diferente y todos se lo creyeron.

La familia de Sergio era como la de los anuncios, a pasar de que no eran sus padres, sus tíos trataban a Sergio y a César, su hermano, como sus verdaderos hijos.

Estuve mucho tiempo hablando con su tía, la señora Eugenia de 75 años de edad, mientras que los hombres miraban un partido de fútbol.

Me mostró fotos de Sergio cuando niño y hablaba de él como solo una madre orgullosa lo hace, me recordó mucho a mi abuela por lo que no pude evitar abrazarla cada vez que podía.

La cena terminó y la familia volvió al hotel donde se hospedaban para regresar mañana.

- Veo que te llevas muy bien con mi tía.

- Me recuerda mucho a mi abuela- sonreí.

Miré el reloj de pared y vi que eran pasadas las 12 de la noche.

- Mira, ya es 25, Sergio- levanté mis brazos en celebración- feliz navi- Sergio cubrió mi boca con su mano impidiéndome hablar.

- Sshh, aún no lo digas, hay una cosa más que quiero que veas.

Me tomó de la mano y me acompañó al patio trasero, habían muchísimas luces y adornos, se veía todo precioso.

Nos sentamos en un pequeño banquillo que tenía y nos quedamos mirando al cielo mientras pequeños copos de nieve caíansobre nosotros.

Suspiré y vi mi aliento salir en forma de un humo blanco, reí por eso y luego comencé a frotar mis manos por el frío.

Sergio lo notó e inmediatamente se quitó su abrigo para darmelo y pasó su mano sobre mis hombros en un abrazo.

- De todas las navidades esta es mi favorita- dijo con tono de voz melancólico pero sonriendo- ahora si me siento completo- me miró y sonrió ocultando sus ojos con un par de arrugas.

- Feliz Navidad Sergio- dije desde lo más profundo de mi ser.

- Feliz Navidad- me respondió de la misma forma.

Ese momento, era tan nuestro, nadie podía arrebatarnoslo, éramos solo nosotros, mirando al cielo.

Sentí algo removerse en mi interior y supe que era felicidad.

Así, así se siente hacer el amor, no siempre tiene que ver con sexo.

Un Café PendienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora