Caí a la cama en lo brazos de Sergio mientras me besaba, nunca antes me había sentido tan feliz, pero esta era sólo la calma que precede la tormenta.
Alejé mi rostros del suyo y entonces lo noté, Sergio apestaba a alcohol.
- ¿Sergio estás borracho?- un ataque de risa por su parte confirmaron mis sospechas.
Me levanté furiosa dispuesta a salir de la habitación pero su voz me detuvo.
- Amanda no te vayas- a pesar de que balbuceaba y no podía mantenerse en pie, su nombre lo pronunció con perfecta claridad.
Ese beso no era para mi, era para ella, yo solo me entrometí en su camino.
Me encerré en mi habitación y me metí bajo las sábanas enojada con el irresponsable de Sergio, pero mi conciencia me pudo más que el enojo.
Salí de la habitación y lo encontré acostado en el suelo.
Con paciencia y unos cuantos tropezones lo llevé a la cocina y lo obligué a tomarse un café, luego lo acompañé al baño donde estuvo vomitando casi dos horas.
Miré mi reloj, 5:00 de la mañana, Sergio se había quedado dormido en el sofá y yo me dedicaba a admirar lo guapo que se veía sin gafas.
No podía enojarme con él, le profesaba demasiado cariño, y era mi turno de cuidarlo.
Me quedé observándolo hasta que mis ojos se fueron cerrando poco a poco y me quedé dormida.
- Mi cabeza- la voz de Sergio quejándose me despertó- ¿por qué estoy aquí?- debió beber tanto como para no recordarlo.
- Anoche te emborrachaste y te traje aquí para darte un café y vigilar que no rompieras nada- dije mientras me estiraba, haber dormido en aquel sillón me había causado dolores musculares.
Sergio se llevó una mano a la cabeza y luego revolvió su pelo, hasta así desaliñado se veía guapo.
- Perdona por darte tanto trabajo, yo no suelo emborracharme.
- ¿Entonces por qué bebiste tanto anoche?
Buscó sus gafas sobre la mesita de café y se las colocó mientras limpiaba sus ojos.
- Me llegó una invitación para la boda de Amanda.
Claro, tenía que ser ella, siempre era ella.
- ¿Cuándo es?- pregunté con miedo por si eso podria causarle malos recuerdos.
- Esta noche- ¿se casan de noche?
- ¿Y qué piensas hacer?- me dolía tener que preguntar eso.
- No lo sé, si con solo leer la invitación me puse así creo que en la boda sería capaz de gritar "Yo me opongo"- solté una pequeña risita.
- Deberías ir, si vas y la ves casarse sería como cerrar esa etapa de tu vida, sabrás que ella está casada y tú estarás bien, si no dejarás que los recuerdos del pasado te ganen.
- Tienes razón, creo que debería ir- sonreí, la sonrisa más falsa de la historia- ¿vendrías conmigo?
- ¿Quién? ¿Yo?
- No veo a nadie más aquí, así tendré compañía y podrás vigilar que no me tome todas las bebidas de la fiesta- Es una mala idea, tendrás que verla a ella en persona, y ver como Sergio suspira por ella, dile que no.
Ignoré el consejo de mi subconsiente y asentí, no podía decirle que no, no a él.
- Oye suelo ponerme bastabte pesado cuando me emborracho, ¿hice algo raro anoche?