Capítulo 3. Príncipe de la luz estelar.

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Estrellas...

Luz...

Brillo...

Las tres cosas que los nuevos reclutas podían ver con claridad, en medio de la noche oscura que los cubría. Estaban en alerta ante cualquier señal de peligro, al asecho de cualquier bestia salvaje que pudiera atacarlos en medio de la nada. Las primeras partidas asignadas a los principiantes dentro del ejército de Aita eran demasiado aterradoras para la mayoría de ellos, incluso para quienes manejaban talentos propios de su linaje.

Tenían edades entre los quince o diecisiete años y algunos no se encontraban enlistados por voluntad propia. Un gran número de ellos ingresó a la armada por conveniencia de sus familias, que gozarían privilegios más grandes de lo que el proletariado podría aspirar a tener en toda su vida mediante trabajos domésticos o de campo, pero el sector Sur siempre fue así, esos chicos no tuvieron otra opción.

El silencio solo era roto por el ruido de las pezuñas de los caballos al avanzar, y uno que otro grillo cantor. Parecía ser otra marcha rutinaria como siempre, pero al cabo de unas horas todos se dieron cuenta de que no iban a tener tanta suerte. Un sonido escalofriante estalló de golpe en medio del valle; se trataba de un bramido. Seguido de eso, el suelo comenzó a temblar dando aviso de la estampida que se aproximaba a toda velocidad. Entonces aparecieron. Figuras grotescas, con gigantes cuernos sobresalientes de un cuerpo mitad hombre, mitad toro, avanzaban directamente hacia las filas de las tropas en búsqueda de alimento. Eran alrededor de unos cincuenta y soltaban feroces gruñidos. Los reclutas sintieron un nudo en el estómago y el terror se apoderó de la mayoría de ellos cuando miraron de frente al enemigo.

—¡Objetivo asegurado! ¡Su deber es detenerlos a como dé lugar! ¡No deben acercarse al pueblo! —uno de los Mayores a cargo de la expedición, dio aviso para empezar a avanzar también.

Los principiantes comenzaron a temblar al escuchar las vagas instrucciones del Mayor. Llevaban varias noches oscuras patrullando el valle entero y nunca se habían enfrentado a un enemigo real. Esta vez eso iba a cambiar y muchos temían no salir con vida.

—¡No hay lugar para los cobardes en la batalla! —el Comandante de la tropa emprendió la marcha a caballo, cargando con él su espada y escudo lustrados en oro, adornados con el símbolo del sol y la luna que caracterizaban al Reino. 

Los novatos corrieron a la carga sin tener otra opción, si iban a morir lo harían con valentía, a pesar de que varios ya estaban llorando. No pasó demasiado para que las lágrimas fueran acompañadas por los gritos de pánico y desesperación al acercarse lo suficiente a sus adversarios; una horda de minotauros (2) embravecidos y de tamaño colosal. Se trataba de hombres deseosos de poder, que habían acudido a la magia oscura para lograrlo y ahora se encontraban hambrientos de carne de cualquier tipo. Perdieron el control de su propia consciencia mucho tiempo atrás.

Atacaban las aldeas del Reino a mediados de cada mes, cuando la luna desaparecía por completo de los cielos, dejando solo a las estrellas que tiritaban para las almas que vagaban perdidas. No se sabía con exactitud en que noche aparecerían y era por eso que debían estar alerta antes de que lograran atravesar el territorio cercano a la civilización. Para los Oficiales del ejército, se trataba de una tarea que ya conocían a la perfección, pero no era así para los recién ingresados. Jamás habían mirado a un ser como ese en carne propia y la imagen que tenían frente a ellos resultaba horrorosa, acompañada del terrible sonido que estos seres producían.

Era lógico que no existía manera de pelear contra un minotauro cuando se estaba cabalgando, por lo que al acercarse lo suficiente, los soldados debían bajar a suelo firme para correr a capa y espada a combatir cuerpo a cuerpo. Cuando se llegó el momento, los de más alto rango saltaron con intrepidez a enfrentar a tan fieros oponentes. Los novatos hicieron lo que estuvo a su alcance, entre aterrizajes fallidos y rostros aterrorizados, dieron batalla poniendo su mayor esfuerzo.

IMPERIUS. La leyenda de Black Dragon.  [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora