Epílogo. El presagio de tiempos oscuros.

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En medio de las profundidades de los bosques de sector Oeste, se encontraba una pequeña cabaña, que de no ser por el humo que salía de la chimenea, cualquiera que la viera pensaría que estaba abandonada. Los restos de ceniza que volaban en el aire se desplazaban armónicamente entre las ramas de los árboles. Era un lugar tan tranquilo que pocas veces se escuchaba un sonido ajeno al de la propia naturaleza. En ese lugar vivía una joven forastera y algo solitaria que provenía del Sur, misma que decidió mudarse a ese sitio por la diversidad de clanes que lo habitaban. Tenía la esperanza de pasar desapercibida y dejar de ser el bicho raro.

Se encontraba preparando alguna especie de brebaje en medio del silencio, uno que le serviría para dormir mejor y dejar de tener pesadillas por las noches. Revolvió el contenido de una olla con una cuchara de madera y luego probó un poco en su mano; parecía que estaba listo. Desde el incidente en el sector Sur se dedicó a aprender un poco más acerca de la medicina natural, y parecía que poco a poco lo estaba logrando a pesar de que se distraía con mucha facilidad. Le gustaba experimentar con diferentes ingredientes y observar para que podría servir cada mezcla nueva.

A lo largo del país su nombre ya era conocido para muchos, pero no para otros tantos. Aun así no quería arriesgarse ni exponerse demasiado. Algunos la consideraban una heroína, pero el resto la consideraba una peligrosa criminal, y a pesar del esfuerzo de Maddox para que le guardasen respeto, las cosas nunca fueron tan simples. Para la fortuna de la chica, su nombre era algo publico pero su rostro no. Fue por eso que se abstuvo de presentarse en la última ceremonia de condecoración.

Mientras se encontraba sumida en sus pensamientos un ruido la hizo dar un salto, alguien estaba llamando a la puerta. Un escalofrió le recorrió la espalda al darse cuenta que alguien estaba afuera de su casa, y caminó despacio pensando en algo que hacer si corría peligro. Los golpes en la puerta se volvieron más insistentes, como si alguien estuviera tocándola con mucha rabia o desesperación. ¿Cómo podrían haberla encontrado? Con cuidado abrió la puerta y después de mirar de quien se trataba la visita, su gesto preocupado se transformó en una sonrisa. Era Frank, pero se dio cuenta de que algo no estaba bien cuando este la abrazó de inmediato, como si en cualquier momento fuera a desaparecer.

— ¿Te encuentras bien? — preguntó de prisa mientras le inspeccionaba el rostro.

Frank siempre fue un tipo muy alto, por lo que se encontraba encorvado para mantenerse a la altura de la chica. Su mirada denotaba preocupación genuina. Black volvió a abrazarlo quedando un poco colgada de él, luego las lágrimas inundaron sus ojos.

—Frank. Soy un monstruo. —confesó, sintiendo como si de pronto se quitara un peso enorme de encima. La compañía del hombre siempre le resultó cálida.

—No digas eso Black. —dijo correspondiendo a su abrazo fuertemente —Prometí cuidarlas. A ti y a cada una, y solo les fallé. No tengo perdón. — siempre fue un tipo duro, pero su tono reflejaba el dolor tan profundo que sentía.

—Pensé que jamás volvería a verte. Perdóname por no haberme comunicado antes. —dijo mientras sorbía la nariz en repetidas ocasiones.

—No hay nada que disculpar. —dijo separándose y mirándola a los ojos. Limpió las lagrimas de la cara de la chica y luego prosiguió — Black, tengo que hablar contigo. Te busqué porque es importante.

—¿Cómo diste conmigo? —se talló los ojos para aclararse la vista.

—Te estuve rastreando, pero no fue nada fácil. Sabes que soy cazador, por eso me fue posible hacerlo.

—Entra por favor. —se hizo un lado para que su amigo pasara.

Una vez que ambos estuvieron dentro Black cerró muy bien la puerta, Luego invitó a Frank a sentarse, pero este la rechazó y solo se mantuvo de pie, recargado en el marco de la entrada por donde acababa de pasar.

IMPERIUS. La leyenda de Black Dragon.  [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora