Capítulo 12. Recuerdos de otra mente.

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Black abrió los ojos con pesadez y la luz la cegó de inmediato. Quiso levantarse, pero el dolor casi insoportable se lo impidió. Todo su cuerpo se sentía como si se lo hubiera quebrado en mil pedazos. No pudo escuchar ningún sonido. Un grito escapó de su boca al girarse de lado, mientras yacía tumbada en un lugar desconocido. Fue hasta ese momento que notó que se encontraba recostada sobre un montón de hierbas y florecillas de colores. La vista era tan impresionante que por un momento olvidó la condición en la que se encontraba.

El paisaje era simplemente hermoso, la vegetación lo rodeaba todo en un mar de tonos vivaces mientras el viento la mecía con delicadeza. La nariz de Black se llenó con una mezcla de los más exquisitos aromas, y cuando sus ojos se adaptaron finalmente, pudo notar un detalle muy extraño. La luz que bañaba el lugar era de tonalidad cálida, pero no parecía provenir de ningún lado. No había lámparas, ni sol, ni nada.

—¡Alguien despertó! —dijo una voz masculina de pronto—Pensé que no lo harías nunca. Sí que puedes dormir, ¿eh? ¡Pero claro que puedes! Mis infusiones relajantes son las mejores. Ni siquiera el bebé orco más rebelde puede resistirse a ellas.

—¿Qué? —Black no entendió una sola palabra, y además sentía que la cabeza iba reventarle.

—Excelente pregunta. Tal vez no sepas en donde te encuentras. Te lo diré. ¡Estas en el reino de las hadas! No, mentira. Esto es más bien un...

El chico lo pensó con detenimiento con una mano puesta en la barbilla, al tiempo que comenzaba a flotar poco a poco. Black lo miró impresionada y esta vez sus ojos se abrieron por completo.

—¿Hadas? —su voz sonaba demasiado ronca, pero su curiosidad era muy grande. Intentó sentarse, pero el dolor la detuvo al instante.

—Si sigues haciendo eso, nunca te vas a recuperar. —esta vez era una voz femenina­ —Recuéstate. —hablaba con suma tranquilidad mientras hojeaba un libro. — Tienes suerte de que te haya encontrado a tiempo.

Black los vio a detalle. El primero era un muchacho que parecía de su misma edad, aunque una vez había escuchado que las hadas no envejecían. Era fornido, pero no demasiado, de piel blanca y ojos color ámbar brillante. Sus facciones eran muy finas. Portaba un pañuelo color marrón sobre la cabeza, del que sobresalían pequeños mechones de cabello castaños. Usaba pantalones del mismo color, camiseta color gris, un chaleco del color del pañuelo y unas botas de combate. Se elevaba cada vez más, mientras seguía pensando en un nombre adecuado para el lugar.

Por otro lado, su compañera era toda una excentricidad para Black. Era uno de los seres más hermosos que había visto en toda su vida. Tenía una cabellera de color lila que le llegaba hasta los hombros, piel sonrosada y un par de ojos grises. Usaba un vestido straple azul claro con detalles verdes, que le llegaba poco más arriba de la rodilla, una gargantilla con una piedra del mismo tono y unas botas iguales a las del primero. Todo parecía estar hecho con finas plantas entretejidas, pero lo más llamativo en ella, era que tenía los brazos cubiertos de tatuajes que parecían relucir con la luz. Lucía igual de joven que su compañero.

Sin embargo, un detalle que resaltaba demasiado en aquella chica tan hermosa, eran las dos hachas cruzadas en forma de "X" que cargaba en su espalda. Black nunca se imaginó que las hadas portaran ningún arma de combate, pero ahí estaban.

—¿Cómo llamarías a este lugar? Meiga —preguntó el chico, después de un rato de haber ignorado todo a su alrededor.

—Refugio seguro. —respondió la mujer.

—Eso no suena como algo genial. Pero bien —se apuntó a sí mismo y sonrió—, yo soy Ari, y ella es Meiga. Soy botánico y suelo estar cerca de los demás clanes cuando estoy trabajando en mis investigaciones. Meiga se especializa en la fauna de nuestro gran Blue Heller. Por lo regular trabajamos de cerca. Es un alivio que ella te haya encontrado.

IMPERIUS. La leyenda de Black Dragon.  [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora