Primer día, de muchos días.

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Cualquiera que presenciara al par, lado a lado, diría que GuangYao se veía terriblemente pequeño en comparación con MingJue, era casi una cabeza de altura y muchos kilos de músculo firme de diferencia, como si el cuerpo del mayor pudiera envolverlo con facilidad entre sus brazos.

Claro que podía, hasta MingJue creyó ser capaz de mantener esa posición en la cama, tan cercana, cálida y cómoda, la famosa "cuchara" parecía muy viable en el momento en que quedaron dormidos, la pose ideal  en la que se encontrarían al despertar, pero no pudo estar más equivocado.


El se encontró medio destapado, casi en la misma posición adquirida en la noche, librando una batalla por las mantas y por mantener la sensación de estar cubierto, ya que su habitación no era particularmente fría pero disfrutaba del abrigo. 


En cuanto a GuangYao, esa era otra otra historia, una historia desordenada, de delgadas piernas extendidas en la cama, pero el torso y brazos enrollados con los cobertores, con el cabello todavía ondulado extendido sobre la almohada y un rostro angelical que daba cuenta de un sueño satisfactorio. 

MingJue fue quien despertó primero y tuvo la dicha de grabar esa imagen para si, aun cuando fue pateado y medio sacudido durante las horas de sueño.

Lentamente comenzó a moverse para salir hacia el baño pero una pierna de GuangYao que le caía encima de las propias se movió y el otro fue tironeado despacio a la realidad. 

Tardó unos segundos en darse cuenta de lo despatarrado que estaba y cubrió su rostro con ambas manos. 

- buenos días - MingJue sonreía, a pesar de haber despertado algunas veces en la noche tratando de cubrirse y por lo inquieto de su invitado.

- lo siento... hice un desastre - 

Su gesto de ojos grandes y pena le otorgaron un perdón de inmediato. No pasó mucho tiempo y MingJue se deslizó cerca y besó su frente, como si con aquello pudiera decir que no había nada que perdonar. GuangYao abrió los ojos otra vez y ahora su compañía se alejaba en dirección al baño, dejándolo solo en la cama.

Estiró sus brazos con bastante fiaca mientras bostezaba, haciendo crujir los huesos de su espalda... era irreal todo eso. 

A su alrededor cada parte, cada objeto, se veía tan ordenado, tan costoso, que sonrió por solo pensar que de hecho existían personas que llevaban esa vida que él veía solo en películas o series. Una ráfaga pasó por su cabeza en ese momento, esos pensamientos que como fantasmas una y otra vez volvían a tomar forma para causarle escalofríos y llenarlo de dudas, de una sensación de no merecer nada de lo que estaba viviendo. 

No.


Sacudió su cabeza y se dijo a sí mismo que no, que debía parar con todo aquello, con ese auto sabotaje constante, pero por sobre todas las cosas, en lo que temía pensar era en la mirada que MingJue le había dado, y la sensación dulce y creciente que dejó su beso de buenos días; uno podía acostumbrarse fácilmente a un sentimiento tan cálido y agradable, reconfortante, pero igualmente la idea de que eso se escurra como agua entre las manos, asustaba. Y apenas llevaban horas de ser una pareja, apenas dando los primeros pasos.

Miró en dirección al baño y MingJue regresaba paseándose con comodidad usando sólo sus calzoncillos, haciendo que cualquier fantasma en la casa embrujada que era su mente, se desvaneciera ante la presencia radiante. 

Su cara también se iluminó con la vista y no tenía intención de disimular cuanto disfrutaba aquello una vez que alejó los malos pensamientos. 

- ¿dormiste bien? - MingJue preguntó, avanzando hacia el guardarropas -

- si, bastante... ¿tú? - las cejas de GuangYao se juntaron de nuevo en ese gesto de pedir perdón y estar preocupado, culpable y arrepentido. 

Underground TreasureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora