Vida o muerte

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—¡Hiro, no lo hagas! —gritó Miguel aterrado, la imagen de Hiro ardiendo en el infierno lo agitó y lo sacó del hechizo del diablo.

—Silencio, Cariño. —Luzbell colocó un dedo en la boca del mexicano y este no pudo hablar más—. El trato es entre el nuevo sacrificio y yo. Nadie debe de intervenir.— Le dio un beso en la frente que tenía el mismo calor de los besos que le entregaba su madre, y después lo recostó en el suelo.

—Lo siento Miguel —se disculpó Hiro—. No puedo vivir sin ti. No quiero que te sientas solo y no te voy a abandonar.

El diablo caminó hacia la mesita de té y de una manga sacó un trozo de pergamino duro. Una pluma fuente apareció con un chasquido y con ella rasgó su dedo para sacarse sangre, después empezó a escribir de una manera frenética. Hiro intentó memorizar las palabras pero era sumamente difícil. Todas ellas eran extrañas, algunas cambiaban el tipo de letra y podían verse como si fueran de un lenguaje antiguo; y otras tenían diferentes significados que daban origen a múltiples interpretaciones dependiendo del contexto. Luzbell Acabó de escribir en menos de un minuto.

Hiro observó consternado el documento. Frente a él había un manuscrito casi imposible de comprender, era como recorrer un laberinto inmenso con los ojos. Y después ocurrió algo imposible: las letras del contrato comenzaron a moverse como si fueran olas en el mar, con cada movimiento nuevas frases aparecían dejando un documento distinto. Era imposible terminar de leerlo sin tener otro documento nuevo cuando llegaba al final.

—Eso no es justo— escupió Hiro.

—Me ajusto a los intelectos Cariño. No te iba a poner un contrato fácil como al viejo sacrificio. Sé que querías engañarme, puedo saber tus intenciones antes de que las pienses. No tienes esperanza, estás completamente perdido.— El contorno de fuego de sus pupilas empezó a titilar mientras una sonrisa burlona se hacía presente.

—¡No voy a firmar eso!

—Si no quieres hacerlo nadie te obliga. Pero Miguel no ha respirado desde que cerré su boca y no pienso detenerme hasta que lo hagas.

El genio dio un rápido vistazo al moreno y este le regresó una mirada de desesperación. Estaba morado y con sus manos rascaba su cuello para intentar tomar aire. Hiro no pudo aguantar más; Miguel estaba sufriendo por su culpa.

—¡Firmare ahora, solo deja de lastimarlo!

—Tienes diez segundos Cariño. —El diablo chasqueó sus dedos y Miguel empezó a tomar bocanadas de aire y a toser bruscamente.

Hiro miró el documento una vez más, tomó la pluma de manos del diablo y con ella se pinchó un pulgar para recoger una gota de su sangre. No había mucho que hacer, no pudo elaborar ningún plan. «Al menos tendré una linda vida junto con él», pensó antes de colocar la pluma en la parte final del documento.

—¡Espera! —interrumpió Sacrificio con un chillido desgarrador.

—Tu tiempo aquí ya termino Cariño, eres libre, vete de una vez. En muy raras ocasiones alguien tiene la fortuna de escapar de mis garras.

—No puedo dejar que Hiro cometa el mismo error que yo, no dejare que lo tengas.

—Tus papás te están esperando en el paraíso Sacrificio, lloran por ti. No hay manera de que alguien disfrute su estancia en el cielo si se preocupan por alguien. Les estás haciendo daño. —Luzbell aplaudió una vez y el contrato de Sacrificio apareció en sus manos, después lo tomó por la mitad y lo rompió.

—Lo siento por mis papás, pero no puedo permitir que lastimes a mis niños por mi culpa.

—No puedes hacer nada.

Mi alma por un HiguelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora