Pesadilla

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Tadashi se encontraba afuera de un edificio en llamas. Callaghan estaba adentro y necesitaba ayuda.

—¡Tadashi, no! —Hiro intentó detenerlo tomándolo de un brazo. Sabía que su hermano quería entrar.

—Callaghan está adentro. ¡Necesito ayudarlo, comprende! —Se zafó y corrió al interior del edificio.

Hiro intentó seguirlo, pero fue demasiado tarde: una explosión consumió por completo a Tadashi. Apenas sintió dolor, pues el fuego deshizo su cuerpo demasiado rápido.

***

«¿Qué paso? », se preguntó Tadashi al ver la luz del día. A su espalda estaba el edificio destruido. Unos agentes policiales habían acordonado el área, también estaba un equipo forense. Al parecer buscaban restos humanos.

—Disculpe, señor. ¿Pudiera hablarle a mi tía?— le preguntó a uno de los oficiales. Este no le respondió. Tadashi intento tocarle el hombro pero lo atravesó.

El rostro del asiático se llenó de terror. Sacudió varias veces más su brazo, atravesando en todas ellas al oficial. Después probó gritándole al oído; nada de eso le sirvió, nadie podía verlo.

—Estoy... ¿estoy muerto?— preguntó, pero nadie pudo oírlo. No sentía dolor, ni frio o calor; pero sí sentía una terrible angustia.

Corrió hasta la cafetería, al principio de manera lenta y después a una velocidad inhumana. Ni siquiera tenía que detenerse si venia un carro, ya que estos atravesaban su cuerpo sin darse cuenta de su presencia.

La cafetería estaba cerrada, unos ruidos provenientes del cuarto de su tía llamaron su atención: estaba llorando.

—Fue mi culpa...— susurraba una y otra vez.

—No, tía. No fue tu culpa, fue un accidente, nadie es responsable— le decía Tadashi en un intento de consolarla, pero sus palabras no llegaron a oídos de nadie.

Fue al cuarto de su hermano. Este miraba por la ventana, se veía más muerto que él.

—Hermanito, no estés triste. Fue un accidente, a veces esas cosas pasan. Yo estaré contigo aunque no me puedas ver. Seguro que por eso no me puedo ir. —Le dio un abrazo que no pudo concretarse y se quedó viéndolo, acompañándolo en su silencio y en su dolor.

***

Los días pasaron y llegó su funeral. Hasta él se sorprendió de ver a la mucha gente que lo amó en vida. Decían cosas tan bonitas de él, que hasta le daba pena haberse muerto. Seguro que hubiera crecido junto con sus compañeros de universidad, quizá... hasta pudo haber formado una familia.

Lemon se iba a un rincón para llorar a escondidas y, cuando recuperaba fuerzas, trataba de consolar a su tía. Wasabi se veía incrédulo, como si el orden natural de las cosas fuera que Tadashi no se hubiera muerto. Gogo se veía molesta, pero él no pudo identificar por qué. Fred se veía roto, Tadashi jamás lo había visto así, siempre creyó que él solo podía estar feliz.

Pero de todas las personas, quien más le preocupaba era su hermano. Estaba como en un agujero, tan triste que pareciera tener ganas de morirse.

—Tuve que hacerlo hermano... espero que puedas comprenderme algún día.

***

Ocurrió un milagro: Hiro se encontró con Baymax. De alguna forma este logró conectar con él.

Tras una serie de eventos, resultó que Callaghan había planeado todo, y que realmente murió por nada. Aun así, Tadashi no se arrepintió de haber entrado a rescatarlo; había dado un buen ejemplo a su hermano, quien decidió perdonar a Callaghan y convertirse en un superhéroe.

—Hermano, me llenas de orgullo —dijo Tadashi satisfecho—. Ya no tengo ningún pendiente, y sé que tú estarás bien. Puedo irme a descansar en paz. —Tadashi cerró sus ojos e intentó desaparecer, pero no pudo.

—¿Qué ocurre? ¿Por qué no me puedo ir? ¿Hay algo más?

El fantasma continuó siguiendo a su hermano. Trataba de pensar en algo que le faltara hacer, pero no había nada. No podía estar más feliz de como acabaron las cosas. Inclusive, por un momento, pensó que su muerte había sido buena.

—Tadashi —gimió Hiro en la oscuridad de un callejón, al parecer había confundido a Tadashi con alguien. Razones no le faltaban, el otro chico era casi idéntico en apariencia. Se acercó a él. Era un motociclista que estaba a punto de entrar a un bar. El genio temblaba de miedo y de emoción.

—¡Ese no soy yo, hermano! —chilló Tadashi—. No deberías acercarte a ese tipo de gente. Vas muy bien, te va a arrastrar por el mal camino otra vez. —Tadashi hablaba y hablaba pero su hermano no podía escucharlo. Únicamente podía ver como se dirigía con ese impostor.

—H-hola — saludó Hiro de forma tímida al motociclista.

—Hola, niño. ¿Necesitas algo?

—Y-yo... no, lo que pasa es que te confundí con alguien... lo siento —el menor bajó su mirada y dio media vuelta para alejarse.

—¡Hey, lindura! Esta zona es peligrosa, ¿no quieres que te lleve a tu casa?

—¿Lindura? —reclamó Tadashi—. ¡Él es solo un niño, no deberías hablarle así!

De nuevo sus palabras no llegaron a ninguna parte. Hiro se subió en la motocicleta del tipo y este, en lugar de llevar a Hiro a la cafetería, lo llevó a su apartamento.

—¡Hermano, tienes que escapar! ¡Este tipo tiene malas intenciones, se le ve en la mirada! Se quiere aprovechar de que me sigues extrañando, ¡ese no soy yo!

—¿Dónde estamos? —preguntó Hiro al motociclista.

—Te veías triste. Así que pensé que te faltaba algo de cariño —susurro de forma seductora.

El chico besó a Hiro, y este correspondió el beso.

—¡Eso es asqueroso hermano! —chilló Tadashi—. Se parece mucho a mí. ¿Qué clase de mente enferma tienes? —Intentó alejarse, pero no pudo. Sentía una fuerza que movía su cara y le obligaba a ver aquella repugnante escena. Cada beso, cada toque que su hermano se daba con el clon de él, era capturado por sus ojos con tal detalle, que pareciera que los estuviera viendo con un microscopio. Aquello le dolía más que el mismo incendio.

—¡No fue mi culpa morir! ¡Déjame, por favor!

Nadie le hizo caso, seguía siendo torturado con aquellas imágenes. El chico cargó a Hiro como si él fuera una chica, y lo llevó entre beso y beso al interior de su apartamento. Tadashi era arrastrado y sus ojos lo obligaban a ver cada escena.

—¡Está bien, lo admito! ¡Fue mi culpa, fue estúpido haber entrado a ese edificio! ¡Soy un pésimo hermano que da malos ejemplos! ¡Solo quiero una oportunidad, por favor! No lo volveré a hacer, no quiero que a mi hermano lo bese un clon mío. ¡Te lo suplico!

Tadashi despertó. Estaba en su habitación, sobre su cama. Su camisa estaba empapada hasta más no poder de una combinación de sudor con lágrimas.

—Tengo mucho miedo de morir. —Continuó chillando en la oscuridad.

Mi alma por un HiguelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora