Estaciones

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No sé si fueron tus idas y venidas o la suma de las dos cosas.

No sé si fueron mis prisas por vivir o tus ganas de quedarte sentado.

Pero lo que sí sé es que todo se apagó más rápido de lo que un día se encendió.

El verano se esfumó.

El otoño llegó a nosotros.

Los viernes eran monótonos, por no hablar de los domingos.

Las películas de los sábados por la tarde se volvieron insulsas y la manta con la que nos

tapábamos hasta la nariz se me quedó demasiado pequeña.

Los abrazos de despedida dejaron de ser fuertes, quizá porque no nos preocupaba tanto si mañana nos volvíamos a ver.

Los buenos días ya no traían consigo mensajes bonitos ni llamadas.

Cuando te veía ya no había un zumbido de mariposas en mi pecho; solo silencio.

Y la sonrisa tonta no se escapaba por mis labios.

Las miradas no se encontraban de la misma forma.

Y en tus ojos ya no había luz, o al menos yo no la conseguía ver.

Poco a poco las caricias ya no eran tan suaves.

Y las ganas de nosotros ya no nos oprimían el pecho.

Por lo que deducí, llegué a la conclusión de que la chispa se había apagado.

Porque yo corría y tú te quedabas rezagado.

Intenté colocar una soga para tirar de ti, pero la cortabas.

Y cuando yo corría libre otra vez, volvías a atarme.

Sacaba mis alas intentado volar, pero tú las cosías a mi espalda cada vez que quería emprender el vuelo.

Hablaba de mis sueños y tú tirabas cada palabra a la basura, como si de una pelota de papel se tratase.

Escribía mis metas y tu las tachabas si el fin no eras tú.

Porque justificabas el fin, pero no los medios.

Y entonces el otoño enmudeció.

Y fue invierno.

Las broncas eran constantes.

Los zumbidos en mi cabeza cada vez que te veía.

Tus abrazos que dolían, tus caricias que quemaban.

Tus ojos que no eran más que pozos de dolor, al igual que los míos.

Y las sonrisas que no eran más que fantasmas de lo que un día fueron.

Empezó a nevar y yo estaba desnuda a la intemperie.

Y decidí que para mí, la frase se había acabado.

Por lo que puse punto y final.

Me alejé corriendo.

Tú lo intentaste, de veras que lo sé.

Pero esta vez la cuerda no me tocó.

Volé y mis alas estaban más resplandecientes que nunca.

Comprendí que el nosotros ya no existía y que cada uno debía buscar otra nuevas metas, fines y sueños.

Subí alto, más alto de lo que tú podrías haber llegado.

Respiré.

La primavera estaba por venir.

Relato escrito por: Mar

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Espero que os haya gustado, y que por ahora hayáis tenido un maravilloso invierno. ¡Ya queda poco para Navidad! ¿Qué es lo que os vais a pedir?

Os deseo una dulce lectura.

XxLena

Montañas RusasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora