Capítulo 3: "Fresa Mentolada"

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Una de las cosas que odiaba de este trabajo, era el horario.

MI horario específicamente.

Hoy Sam tenía turno de medio día y se fue mucho antes. En cambio yo, tenía que soportar unas desastrosas horas más en recepción; donde algún anciano mal pensado miraba depravadamente lo poco y nada que poseía de busto. O alguno que otro me invitaba a salir a tomar un café en la tienda de en frente; o peor aun, tener que escuchar horas y horas a una triste anciana, narrar un libro del cual no recuerda el título, para finalmente darse cuenta que era una película de los años en que los dinosaurios poblaban el planeta.

Pero al fin era la hora de salida, a pesar de que era tarde y empezaba a escurecerse, estaba feliz de que el día hubiese acabado.

Me miré fijamente al espejo, estaba desastrosa, llevaba una cara apagada y un cabello desordenado.

 

“Me gustas más con el cabello suelto”

La chica que me miraba desde el espejo se sonrojó.

¡¿Qué es lo que me pasaba?! El solo había actuado como un estúpido acosador todo el día; y yo estaba siendo atraída por una actitud tan estúpida como esa.

Abrí la llave del tocador y dejé que mi rostro fuese mojado por un líquido frío. Parte de este mojó el cuello de mi camiseta. Me había cambiado en el baño del personal de biblioteca.

Tomé un poco de toalla de papel y me sequé las manos y la frente. Arrugué fuertemente la toalla hasta formar una bolita y me preparé a lanzarla al bote de basura al otro lado del baño.

Desgraciadamente, la estúpida bola calló fuera. Necesitaba lentes.

Fui a recogerla para ponerla en su lugar de una buena vez e irme a mi hogar; solo estaba malgastando mi tiempo para no tener que llegar a casa y explicarle todo lo que me había ocurrido a Sam; no quería hablar de Andrew, ni de SK.

Una fragancia dulce llegó a mis fosas nasales. Me estaba acercando al basurero ¿Porqué huele tan bien?

Y ahí las vi, tristemente despreciadas, las flores aromáticas de Shonne para Sam.

Sam debe de haberlas tirado apenas se las entregó.

Pobre Sam, tener que conocer a un chico tan guapo como él, y que el muy pobre le recuerde su triste pasado.

Pero bueno… Por algo ocurren las cosas ¿No?

Salí de la biblioteca y un fuerte viento hizo que mi cabello se pegara a mi rostro. Por eso odiaba el cabello suelto. Y desgraciadamente Andrew se había robado mi liga.

Andrew.

Lo vi al muy descarado saludándome desde el café de enfrente. Estaba sentado en una mesa para dos al lado de una enorme ventana.

Al momento que crucé miradas con él, no lo pensé dos veces y giré el rostro para irme rápidamente a mi casa, ojalá pasara un taxi por aquí, ahora.

No quería verlo, mucho menos hablar con él; no lo conocía, me daba terror sentir algo por alguien como él. De seguro quería jugar con alguien como yo.

Soy de las personas que se dejan llevar por los sentimientos, pero no soy tonta y se lo que no me conviene hacer.

Estaba apunto de cruzar una esquina cuando alguien me gira descaradamente.

-          ¡Lyann! –me encontré con un par de iris gris celeste que me miraban fijamente- ¡Te he dicho que esperes desde hace dos calles!

Un Maldito SeductorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora