《 S I X 》

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23 de enero. Una semana después del accidente de Maxance, este empeora de pronto. El médico ordena su traslado al hospital. 

Ese mismo día, Pépinot tiene problemas. 

-Señor Pépinot, es usted un vago. -Bramó Rachin. -Última pregunta. ¿Cómo murió el mariscal Ney?

Pépinot no respondía. No lo sabía. Pero Mathieu quien estaba tras el director, hacía señas a favor del niño. Obviamente las señas querían decir que fue fusilado, ya que Mathieu hacía como si estuviese disparando una escopeta. 

Mientras, Angeline le quitó suavemente el cuaderno a Morhange. Y con desinterés por el aburrimiento, dibujó lo que parecía ser al señor director agarrando excrementos y dirigiéndoselos a la boca agachado frente al váter. Pierre rió en silencio y volvió a coger su cuaderno para escribir "Rachin se jala las mierdas de diez en diez" y se lo mostró a su compañera de mesa quien rió en silencio igualmente. 

-¿Cazando? -Preguntó más que respondió con ilusión el pequeño Pépinot. 

Mathieu hizo un gesto de decepción y el resto de alumnos soltó una carcajada ante la absurda respuesta (pero muy creíble para él) de Pépinot. Rachin le miró con soberbia.

-Copiará cien veces "El mariscal Ney fue fusilado". -La campana sonó en aquel instante. -Salgan.

El silenció se esfumó, y fue sustituido por el sonido de los niños al levantarse y comenzar a hablar con sus compañeros. Morhange salió de los últimos, hablando con Angeline quien sonreía contenta tras él por el estrecho pasillo, hasta que llegaron donde los profesores se encontraban. 

-Señor Morhnage, espere un momento. -Ordenó de improvisto Rachin. 

Angeline y él pararon en seco y en silencio, observando con aquella profunda mirada al adulto. 

-Señorita Moiluan, usted puede salir. -Se adelantó el director. -No la he llamado a usted. 

La niña a su pesar miró por un momento a su compañero, quien la observó estático pero haciendo una mueca, como dándole el buen visto a que se fuese, aunque aún así no le quedaba otra y echándole un vistazo igualmente a Mathieu salió del salón, colocándose tras la puerta a esperarle. 

-He visto que tomaba apuntes. -Se levantó de la silla. -Debo de reconocer que me extraña tanta aplicación en usted. Tráigame su cuaderno. 

Pierre no se movió, pero siguió clavándole aquella mirada azul a su alma. Al ver que este no se movía, con rabia, Rachin se dirigió a pasos pesados hacia su pupitre y tomó su cuaderno como había dicho. Lo abrió y pudo encontrar aquel dibujo que Angeline había hecho junto con la frase que él había escrito. 

-Precioso. -Comentó bajando de nuevo a donde se encontraban. -Tenga, lea, admire su ortografía. 

Mathieu incómodo tomó el cuaderno con sus dos manos y leyó una primera vez para sí lo que había escrito, realizando una mueca de esfuerzo. Suspiró mientras Morhange agachaba la cabeza y procedió a leer en voz alta. 

-El señor Rachin se jala las mierdas de diez en diez. -Leyó.

-¿Ha escrito señor? -Incidió. 

-No. -Contestó tras darle una última ojeada al cuaderno para comprobarlo. 

-Señor Mathieu. -Le llamó la atención. -Acción, reacción. Al calabozo. 

Angeline vio como por su frente pasó el director rápidamente dirigiéndose a su despacho, pero cuando tuvo la ilusión de que Pierre iba a salir, la puerta volvió a abrirse, encontrándose con como Mathieu sostenía a Morhange por el pico de su jersey arrastrándolo.

《Fond de l'étang》| Pierre MorhangeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora