《 D O U Z E 》

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13 de marzo, él no lo sospecha, pero Mathieu está seguro. Su voz es un milagro. La promesa de un don excepcional. Mientras el coro progresa, él lo hace también y el vigilante aprovecha para exprimirle todo ese potencial. Tras cada clase de música, Mathieu daba clases extra al rubio para llevarle al éxito que merecía.

Por otro lado, las cosas entre Angeline y Morhange estaban... Diferentes. Desde aquel día no volvieron a hablar de tema y ambos continuaron como si nada de eso hubiera pasado. El cumpleaños de Angeline ya había pasado, por lo que ella ya estaba en sus quince años, a comparación de Morhange que los cumplía en noviembre. A partir de ello las cosas comenzaron a cambiar sutilmente. Angeline comenzaba a pasar más tiempo a solas y el estar rodeada de chicos se le empezaba a hacer algo incómodo. Había juegos en los que ya no participaba, como las guerras de almohadas o las peleas en cuclillas, básicamente cualquier juego que ejerciese un contacto físico mayor de lo normal era juego prohibido para ella. Eran momentos algo complicados para ella, pues no entendía nada de lo que estaba pasando con ella y porqué se sentía así. Pero Mathieu, el único hombre en aquel lugar con suficiente paciencia, empatía y sentido parental para darse cuenta de lo que sucedía. El comienzo de la terrible adolescencia. 

Era de noche, ya habían cenado y todos los niños vestían su pijama, reunidos en el principio de la habitación frente a Mathieu. Como cada noche, harían un ensayo nocturno practicando alguna pieza compuesta por el vigilante. Angeline no estaba entre ellos, en cambio estaba sentada en una de las camas más próximas a ellos para intentar pertenecer al grupo. Aquel día no había sido muy bueno que digamos. Se sentía más rara de lo normal,  tenía una especie de dolores estomacales que nunca había sentido y no tenía fiebre pero le dolía la cabeza. Era muy raro definitivamente. Pero intentó mantenerlo en secreto, pues los médicos no eran de sus cosas favoritas y no quería tentar a la suerte. 

-¿No vas a cantar, Angeline? -Le preguntó Mathieu justo antes de empezar. -Eres el soporte del solo de Morhange. 

De nuevo uno de esos retortijones en la parte inferior de su barriga. 

-La verdad es que no. -Respondió a duras penas mientras se sujetaba la zona que le molestaba. 

Mathieu frunció el ceño extrañado. Morhange al escuchar su tono de voz se dio la vuelta para observarla y volver a mirar al vigilante con la frase en sus retinas. Algo no va bien. 

-¿Estás bien? -Volvió a dirigirse a ella. 

-Sí, estoy bien. -Volvió a retorcerse. -No es nada. 

Morhange miraba a Mathieu con impaciencia. Ambos sabían que no era cierto. Aquellos dos eran los más cercanos a ella y sabían perfectamente cuando mentía o no. 

-Ve al baño. -Le aconsejó. -Quizás echarte un poco de agua en la cara te ayude. 

Angeline obedeció sin poner resistencia. Todos miraron absortos como desaparecía entre las sombras tras cruzar la puerta, pero pobre de ella. Todos vieron aquella mancha roja. 

.      .      .

Mathieu ya finalizaba la ronda de coro y mandaba a dormir a los niños. Todos comenzaban a entrar en sus camas tapándose con las delgadas sábanas, excepto Morhange, que se acercaba al vigilante que colgaba su abrigo en el perchero para ponerse de nuevo a escribir tras ello. 

-Angeline no ha vuelto aún. -Mathieu se giró atento a él. 

-Es cierto. -Susurró confundido. 

Ambos intercambiaron una mirada cómplice y caminaron en silencio hacia los baños. La madera crujía según pisaban y solo eso y el viento sonaban por aquel pasillo. Pero mientras más se acercaban a su destino, más distinguible se hacía el silencioso llanto de la que sería Angeline. 

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⏰ Última actualización: May 18, 2020 ⏰

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《Fond de l'étang》| Pierre MorhangeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora