--¿Tienes alguna idea de cómo convencer a Renata de que nos deje seguir haciendo fiestas en el depa los fines de semana? – después de que se fuera mi familia, Mateo y yo nos quedamos platicando en mi cuarto –Si te soy sincero, amigo, no tengo ni idea de cómo pedírselo a mi hermana.
Renata siempre ha odiado este lado de mí, cada que llego de una buena peda se enoja conmigo a tal grado que ha dejado de hablarme.
Ella dice que si sigo así no voy a llegar a ningún lado y aunque mis amigos y yo hemos tratado de convencerla para que nos acompañe de vez en cuando, nunca ha aceptado.
--Bro, somos los reyes de la fiesta, no podemos desaparecer de la noche a la mañana, ¿estás de acuerdo? – si soy cien por ciento sincero con ustedes, no creo que Mateo pueda sobrevivir un fin de semana sin salir de fiesta, está en sus venas junto con la popularidad que ser el "rey de la peda" le adjudica.
--Algo se nos ocurrirá—me acomodo un poco en la cama y sigo leyendo algunos mensajes en mi celular mientras escucho de fondo a mi amigo— Además, no es como que dejaremos la fiesta, más bien se mueve de lugar y punto.
Creo que Mateo y yo coincidimos en una cosa; el alcohol, la música a todo volumen y el olor a tabaco nos hacen olvidar por un momento la falta de atención que tenemos por parte de nuestros padres, que se preocupan demasiado por ganar dinero destinado a "nuestro futuro" pero simplemente dejan el presente a un lado.
--Cambiando de tema, Santi—dejo el celular y volteo a ver a mi amigo en señal de que continúe-- ¿Qué pasó con Fátima?, lo último que supe fue el besazo que se metieron en el antro anoche, pero creo que no llegó a más, ¿o sí? – el pendejo me lanza una mirada pervertida.
-- Sabes que yo no soy así, lo intenté, pero de verdad no pude – no reconozco si es decepción o tristeza lo que veo en sus ojos – Y no me veas así Mateo, ya sabes que yo con las mujeres no juego.
Desde pequeño mis papás me enseñaron una de las pocas cosas que todavía conservo con fervor en mi mente: las mujeres son un tesoro y así han de tratarse.
El amor que yo veo en mis padres es algo que pocas veces se encuentra hoy en día. La mayoría de los padres de mis amigos están divorciados o tiene madres solteras que los criaron solas porque sus padres decidieron abandonarlos. Si algo me prometí a mí mismo en esta vida es que si llego a enamorar a una mujer será porque de verdad la amo y porque busco un futuro con ella, cosa que mi mejor amigo nunca ha entendido y yo creo que es porque nuca ha llegado la indicada a su vida.
--Sigues pensando en ella, ¿verdad?- podrá ser un estúpido a veces, pero de verdad me conoce – Si ya sabes la respuesta para qué preguntas, Mateo.
Y se estarán preguntando en quién sigo pensando, pero ese es un tema un poco difícil de explicar.
--Sabes que no te conviene Santiago, ella no encaja contigo – a Mateo nunca le ha caído bien la única mujer de la que me he enamorado y muy probablemente me dejé llevar por su influencia y la dejé ir.
-- ¿Y cómo por qué no encaja conmigo?, ¿porque no es como las niñas fresas malcriadas de las que siempre nos rodeamos?, ¿porque no tiene unos padres que le resuelven la vida como a nosotros? – alzo la voz mientras le contesto a mi amigo. De verdad es un tema muy sensible para mí y Mateo baja la cabeza mientras escucha mis gritos.
-- No voy a pelear contigo, Santiago. Sabes que no es para ti y punto – me frustran sus respuestas, me enoja el hecho de que mi mejor amigo no pueda entender lo que siento por ella.
-- Solo quiero que me apoyes, de verdad no espero que me entiendas porque yo soy el que está enamorado hasta la madre de ella, no te estoy pidiendo que seas tú el que salga con ella.
-- De verdad no te entiendo amigo, pero si esto te hace feliz, adelante – ¿estoy escuchando bien? -- ¿Qué dijiste, Mateo?
--Que adelante Santiago, solo no vengas a llorarme cuando todo termine mal y tu popularidad quede por los suelos.
-- Sabes que desde que llegué a Guadalajara me propuse cambiar y que los estereotipos que nosotros mismos impulsamos en algún punto de nuestras vidas me vienen valiendo en este momento – la verdad no espero que Mateo me entienda, pero mientras me apoye, yo estoy más que feliz.
-- No son estereotipos, es la verdad, Santiago – se acomoda en la silla y sigue hablando – Para que la sociedad funcione tienen que haber divisiones y tú eres popular amigo, nosotros – recalca la palabra – somos populares y nos juntamos con personas de la misma clase.
-- No voy a pelear contigo bro, ¿me vas a apoyar en esto, sí o no?
-- Pues no queda de otra, amigo, a conquistar a la fea – y así es como inicia esta nueva historia.
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Este amor no pesa
RomanceMe llamo Santiago y soy el típico cliché del que te enamoraste en secundaria. La vida me ha cambiado en ciertos aspectos, pero todavía hay algo que tengo marcado como pendiente. Me lo propuse y pienso jugar con el destino, la voy a buscar y le voy a...