9. ¡JOHN!

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¡JOHN!

Miré con orgullo el nuevo uniforme que mamá me había comprado, no sólo lo había hecho porque me quedara corto sino porque mi pecho por fin había crecido considerablemente, ya no parecía una niña pequeña sino una adolescente de quince años, ¡estaba más que feliz! 

John pitó desde fuera de la casa y gruñí, vistiéndome rápido. Tomé mis libros que estaban en mi escritorio y me despedí de Hanna de forma breve. Mamá le regañó de la puerta por afanarnos, pero alcancé a tomar una tostada, darle un beso a mamá y subir al carro de mi hermano mayor. Pablo me robó el puesto delantero así que me fui atrás... sin notar que estaban los gemelos ahí. 

—Buenos días, drama queen —me saluda Dylan, quien terminó a mi lado. 

—Buenos días, chicos —saludé amablemente. 

John arrancó y fue a dejarnos a nuestra escuela, sabía que él tenía clases una hora después que nosotros así que no entiendo su afán. Mamá había logrado convencerlo de quedarse en la ciudad para que pudiera llevarnos en el auto y por unos ahorros más que sabía que no podíamos permitirnos. Me dejé caer en el asiento, disfrutando del olor varonil que inundaba el auto. Me había acostumbrado a ello porque al ser la segunda mujer en la casa, me acostumbraba a que hubiera más cosas varoniles que femeninas, por eso mamá se había dedicado a que mi habitación fuera mi refugio anti-hombres. Por el rabillo del ojo vi a los gemelos que estaban en su teléfono texteandole a quién sabe quién. Estaban más guapos que nunca en sus diecisiete, me preguntaba cómo lo hacían, digo, siempre habían sido guapos pero ahora se la rifaban, no me imaginaba como sería más grandes. Me encantaba verles su cabello rubio, me parecía precioso ya que estaba acostumbrada a ver a mi mamá y mis hermanos siendo pelinegros y que yo sea castaña; era como si sus cabellos fueran hechos de oro. Al llegar, John se despidió rápidamente y todos nos bajamos. Miré a mi hermano que lucía reluciente en su uniforme y con sus abdominales, se había vuelto excelente en natación así que era como si a él no le bastaran sus genes. 

—¿Te llevo a tu salón o puedes sola? —me pregunta y yo frunzo el ceño. 

—¡Tengo quince años, puedo sola! ¿Me veo cómo una niña aún? —pregunté indignada. 

—Ya éstas grande, Eva, por lo mismo nos toca cuidarte —responde, levantando su mirada del teléfono y sonriéndome, hago una mueca y él ríe. 

—A veces siento que quieren más a mi hermana —dice Pablo riendo, mientras me empuja a mi salón. Me sentía indignada, ¡no soy una niña pequeña para que me lleven a mi salón! 

—Sólo van a revolotear las hormonas de mis compañeras —bufé y los tres rieron. 

—Qué va, tú eres la única que enloqueces por nosotros —me molesta Dylan y le pegó en la pierna, pero éste ríe sin arrepentimiento. 

Al estar en mi puerta, pude oír los suspiros de mis compañeras, sonreí celosa porque sabía que tanto los gemelos como mi hermano se gozaban ser el centro de atención. Les gustaba que les recordaran su atractivo. Bobos. 

—Bueno, bueno, chao, ya puedo sola —gruñí, empujando a Cole y éste ni se inmutó, pero reía. 

—Dios mío, que celosa eres, los tres somos todos tuyos, cálmate, ya nos vamos —dice jalando a Pablo y a su hermano lejos. 

Suspiré y entré a mi clase, con mis libros y me senté al lado de mis dos mejores amigos, que me miraban burlones pero no interrumpían su charla. Me recosté sobre la mesa y me quedé imaginando como sería mi vida si fuera novia de Cole, ¡sería perfecto! Me duele que cada año me imagino aún más con él, es un martirio. 

—Eva, mujer, la primera mujer del mundo, ¿qué pasa? —me pregunta Katrina con una sonrisa. 

—Nada, bobadas mías. ¿De qué hablan? —pregunté. 

—Sobre la novia de Ron —Katrina me alza las cejas, haciéndome reír. 

—Vaya, el rubio Ron ya tiene novia —empecé a molestar. 

—¡Aún no lo somos, fastidiosas! Pero pronto —responde él, sonrojado. 

—Ojalá, pequeño Ron, ojalá. Si Ron Weasley pudo, tú también —Katrina asintió convencida, haciéndome reír. 


Cuando llegó la hora del receso, yo estaba con dolor de estomago, y Katrina estaba preocupada. Yo me quedé en una silla al frente del baño mientras ella iba a quién sabe dónde. Cuando vuelve, no viene sola sino con mi hermano Pablo. Éste se arrodilla a mi lado preocupado. 

—¿Qué tienes? —me pregunta, afanado.

—Me duele... mi panza, Pablo... auuuuh. 

—Voy a llamar a mamá y... 

—Ay, me duele mucho. 

Pablo empieza a llamar a mamá y ésta se demora un poco en llegar pero Pablo no se separa de mi lado.  Mamá firma los permisos y me lleva de urgencias. No entendía nada pero no demoró mucho en que mis hermanos y mamá estuvieran conmigo en la una habitación. Mamá estaba hablando con un doctor y John me miraba preocupado.

—Estarás bien, ¿sí? 

—John —el dolor era insoportable. 

—Tranquila, Eva, el doctor dijo que después de la cirugía estarás bien. 

—¡John!


Cuando entré a la sala de cirugía, me aplicaron la anestesia y cuando volví a abrir los ojos, estaba en una habitación fría, mi mamá dormía en el sofá. Aún no me dolía pero me habían advertido que lo haría. Suspiré, ¿por qué a mí? 


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Hola, éste está corto, lo sé. 

FRASE QUE ME ACABAN DE DECIR: Hacer lo que amas y amar lo que haces. 

Contigo | Cole SprouseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora