¡Me caí!
Estaba sola en la casa, no tenía idea de donde estaban mis hermanos, pero sabía que mamá estaba trabajando. Es miércoles y no tenía ninguna tarea pendiente así que opté por salir a montar bicicleta, igual no había nada interesante que ver en el televisor y no soy de jugar video juegos como mis hermanos. Me monté en mi bici rosada y empecé a ir hacia el parque que hay cerca a la casa. Hace poco había aprendido a montar bicicleta sola, por lo que estaba mucho más emocionada de lo que aparentaba. Hanna estaba en la canastilla y comencé a dar vueltas por todo el parque. Cuando me cansé de montar, fui hasta la tienda más cercana y me compré una bebida con unos centavos que tenía ahorrados.
—Que aburrido está el día, Hanna —le dije a mi muñeca y casi que mi única amiga. No soy muy fan de hacerme amigas en la escuela porque la mayoría quería que las invitara para verse con mis hermanos, ¡eso me parecía absurdo! Muchas me decían que querían besarlos, ¡a mis hermanos! que asco, tanto Pablo como John son asquerosos en casa. Se tiran muchos pedos y roncan y muchas cosas que no los hacen dignos. No, no, no. Aparte besar es asqueroso, ¡es compartir babas con alguien! ¿quién quiere las babas de alguien en la boca de uno? Sólo gente mal de la cabeza, estaba segura que jamás besaría por lo feo que significa.
Cuando prendo el televisor, veo las novelas que pasan por un canal internacional y me gustan hasta que se besan, ¿para qué lo hacen? Yo sería feliz viviendo en una mansión con un montón de criadas, y cosas así como en las novelas. A mí me fascinan, a veces me las veía con mamá y Pablo se quejaba pero me daba igual, me entretienen. Son divertidas al punto en que me parecen muy irreales, a veces quisiera viajar a México o Venezuela para saber si allá es tal y como lo son las novelas; mamá me decía que cuando fuera grande quizá podría viajar con ella a conocer, cosa que me gustaría muchísimo.
Levanté mi mirada al cielo, y vi que las nubes se volvían grises, por lo que suponía que era hora de irme antes de que me empapara y me resfriara. Boté la bolsita de agua en un contenedor de basura y me subí a bicicleta.
—Hora de irnos, Hanna.
Comencé a pedalear de camino a mi casa, estaba por llegar cuando sin darme cuenta una roca me hace chocar y caerme al suelo. La rodilla me empieza a doler y veo que me sale sangre, empiezo a llorar por el dolor, y para colmo empieza a caer la lluvia. El mundo me odiaba era claro. No podía levantarme por el dolor y la lluvia ya me estaba empezando empapar completa. Hasta que alguien llegó a mí, parecía un príncipe y yo seguía sollozando. Hasta que lo vi bien, era Cole.
—Ay, Eva —dice él cargándome—. Te voy a llevar a tu casa.
—La cicla —sollocé.
—Ahorita vengo por ella —me respondió, llevándome a la casa. Desde mi posición lucía un verdadero príncipe. Sonreí, sintiéndome realmente apenada por mi show. Tocó a la puerta y mamá abrió.
—¡Ayyy, Cole, muchas gracias! —Mamá le da espacio y él me deja en el sofá—. En serio, cielo, muchas gracias.
—Iré por la cicla, señora Wilson —dice Cole, saliendo a la lluvia de nuevo.
—Ay, Eva, vamos a desinfectarte esa herida —mamá empieza a cuidarme y no falta mucho que Cole entre con la cicla y con Hanna.
—Creo que Hanna está empapada, Eva, pero la cicla está bien —dice dejándola contra las escaleras—. ¿Es muy grave?
—No, cielo, es algo muy superficial. Muchas gracias por traer a Eva, espero que no cojas un resfriado —dice mamá, sonriéndole.
—Gracias —murmuré sonrojada y él asintió.
—Me... me iré a mi casa, cuídate mucho, Eva. Hasta luego —se despide y sale rápidamente de la casa.
—Que buen muchacho, ¿cierto, Eva? —dice mamá suspirando con una sonrisa—. Si no fuera por él quizá te hubieras enfermado. Me caen muy bien esos gemelos.
—A mí también —murmuré, viendo por la ventana como Cole corría hacia su casa.
—No vuelvas a salir sola, Eva, por favor. Procura salir acompañada de tus hermanos, nunca se sabe qué pueda pasar —dice mamá recogiendo todo.
—No había nadie y me estaba aburriendo —le dije, con excusa y ella suspiró.
—A la próxima quédate en casa, hablo en serio. Te castigaré si sales sola.
—Está bien, mamá.
—Iré a lavar a Hanna, hija, no te muevas, aquí está el control —me comenta, pasándome el aparato—. ¡John, Pablo, bajen a cuidar a su hermana!
Mamá se va para el cuarto de lavado, mientras que mis hermanos bajan corriendo las escaleras, quizá jugando o peleando, nunca he podido descifrar eso. Cuando me ven la pierna ambos fruncen el ceño.
—¿Qué te pasó? —me pregunta John.
—¡Me caí!—respondí. Iba a poner una novela, hasta que caí en cuenta—. ¿Pueden enseñarme a jugar video juegos? Por favor.
—Claro —responde Pablo y me pasa un mando.
Al inicio no lo comprendía hasta que poco a poco le cogí el tiro. Seguía siendo muy mala pero algo era algo. Entendí que si jugaba video juegos, quizá podía acercarme más a Cole, y quizá llegar a gustarle. Estaba emocionada, no sólo por llegar a vencerlo en un juego sino por lo que avecina el futuro. Quería ser grande, como ellos, para de pronto gustarle a Cole, ya que de pronto él sólo me veía como la hermana pequeña de su amigo.
No podía quitarme de la mente la imagen de él rescatandome tal como un príncipe haría. Ahora no podía dejar de verlo como alguien realmente perfecto. Se sentía interesante esperar hasta que él volviera a la casa.
—¿Cómo pueden ganar? —me quejé—. Estoy haciendo prácticamente lo mismo que ustedes.
—Se llama experiencia, hermanita —John me saca la lengua y yo hice un puchero.
—Quiero ganar —pedí.
—Sigue intentando —me dice Pablo, burlón.
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Que ganas de hacer un maratón, ¿qué opinan?
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Contigo | Cole Sprouse
FanficParecía que mi vida se volvía un cliché cuando caí perdidamente enamorada de mi vecino; estaba jugando con mis hermanos cuando el camión de mudanza frenó en la antigua casa de Miss Roxanne. Recuerdo que miré a mi hermano mayor, curiosa, pero éste se...