1.- Inquietud en la sangre 💥

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AMELIE.

Durante años hemos existido en esta tierra, hemos compartido esta dimensión durante siglos y eso no va a cambiar, no mientras nuestros Dioses asi lo quieran. Mi mundo nunca ha sido fácil, y tampoco es muy normal que digamos, es más bien tan fantástico, mítico y fascinante que pareciera ser una creación de la imaginación, la mayoría de los humanos lo cree así, pero esa no es la realidad, ni siquiera una pizca. Año tras año la especia humana ha convivido con otras especies, solo que ellos no se han enterado, y los pocos que, si supieron, se convirtieron en seres como nosotros o se convirtieron en guardianes de los secretos, o peor, nuestros enemigos.

Mi vida siempre ha estado rodeada de magia, de criaturas extraordinarias y misteriosas leyendas sobre nuestros dioses y creadores. En mi entorno escuchar las palabras vampiros, brujas, licántropos, druidas, hechiceros y otras especies es totalmente normal, inclusive familiar. A medida que el tiempo ha pasado, han ido creciendo las especies, al igual que sus tradiciones, ceremonias y, sobre todo, las popularidades de ciertas familias.

Muchas leyendas cuentas que las primeras familias de las diversas especies existentes son las más poderosas, pues fueron elegidos por los dioses para esparcir los dones que les fueron concedidos. Una de esas familias es conocida como la familia original pues en ella fueron puestas dos dones excepcionales: la brujería y el vampirismo, eso la vuelve la familia más peligrosa de nuestro mundo, la más letal de todos los linajes. Es bien sabido por cada sobrenatural que uno de los integrantes de esa familia es una rareza de nuestro mundo, un hibrido, un ser que rompe las creencias del orden natural. Muchos dicen que su poder es tan grande que creo a una criatura fuera de nuestros conocimientos, un ser tan poderoso y letal que podría destruir todo lo que conocemos, un monstruo.

—Amelie, Amelie— susurró una voz para después sentir el impacto de un codo en mi brazo, mire a mi compañera de puesto con enojo.

—¿Qué demonios?, ¿Qué diablos te pasa, Leah? — susurré sobándome la zona golpeada, la rubia me apunto el pizarrón con su lápiz de pasta rosa.

Miré hacia adelante, donde la maestra Pitts aún estaba explicando la gran historia del mundo sobrenatural. Miré a la rubia, estaba anotando todo en su pequeña libreta de notas, intentando captar cada palabra dicha por la maestra.

Quisiera sentirme como ella por aprender esto.

Solté un suave suspiro y de mala gana comencé a escribir apuntes en mi cuaderno, así mis compañeros no sospecharían nada, o por lo menos la rubia a mi lado. El timbre de fin de clases sonó, guardé mis cosas en la mochila y salí de salón mientras acomodaba mi cabello.

—¿Me explicarás que te pasa hoy?, estas muy distraída del mundo— habló la rubia llegando a mi lado.

—No es nada, Leah— respondí, aunque era obvio que ella no me creía ni una palabra.

Leah siempre ha sido el tipo de chica que no se rinde cuando le das respuestas burdas o poco convincentes. Según ella, su don de bruja nunca falla cuando alguien no es completamente sincero, algo relacionado con su ojo interno o algo asi, la verdad no logro recordarlo bien.

Si tan solo supiera que su "don" ha fallado varias veces conmigo.

—Escúpelo ya, Amelie, no necesito ser una bruja o médium para saber que te pasa algo— la chica se puso delante de mí, bloqueando mi paso.

Dioses, que testaruda.

—De verdad que no me pasa nada, Leah, simplemente me siento algo inquieta, ¿contenta?

Leah se quitó y caminamos. —¿Inquieta?, ¿Por qué?, ni que fueras licántropo en luna llena.

—No lo sé, creo que mi mente me está jugando en contra— suspire—. Debe ser por los trabajos que tengo pendientes, y que no quiero desaprobar por estar desconcentrada en clases.

Lazos Oscuros [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora