48.- Con el favor de los Dioses 💥

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AMELIE

—Otra vez, y no se contengan— dije viendo a Kelsey, Zada y Bastian.

El vampiro y las brujas me miraron con indecisión, pero no cambiaría mi petición ni mis palabras.

Me até mejor el cabello a la espera de que tomaran posiciones de ataque. Los entrenamientos se habían vuelto una rutina para nosotros en estos días, además de ser la excusa perfecta para liberar mi estrés y habilidades.

Pero mi familia no lo ve de la misma forma que yo.

—Cariño, no creo que...— comenzó Bash, pero lo corte.

—¡He dicho que otra vez!

La magia me estaba recorriendo el cuerpo a gran velocidad, mientras las palabras de Eleonor no hacían más que resonar en mi mente. " Debes arder en el infierno", "Rogaras que te matemos", "Sangre que será derramada por tu culpa", no dejaría que nadie saliera lastimado por mí, derrotaría a mis abuelos, les daría la paz que siempre han deseado mi padre y tíos, limpiaremos el nombre que por ellos se ensucio.

Zada y Kelsey comenzaron a atacarme con magia mientras Bash me lanzaba pequeños pero filosos dardos de plata, comencé a atacar y esquivar los ataques. Telequinesis, piroquinesis y hechizos de ataque ofensivo era todo lo que hacía, me había auto convencido de no usar mi don de control en mi familia (a pesar de que fuera bastante útil). Con u movimiento rápido semi aturdí a Zada para enfocarme en Kelsey y Bash. El vampiro corrió hacia mí, intentando atraparme, pero di una voltereta rápida para esquivarlo, le lance un hechizo de expulsión para alejarlo unos metros, Kelsey aprovecho mi distracción para golpearme con un hechizo, caí de rodillas al suelo.

Acábalos.

Tu cállate.

Zada se paró a un lado de la castaña y juntaron sus manos mientras que con las libres apuntaban en mi dirección, el dolor en mi cabeza fue inmediato. Vi como Bash tomaba alguno de los dardos del cinturón de armas que traía. Mire a ambas mujeres con una sonrisa.

Auderet contradicere— ambas se agarraron la cabeza al recibir los efectos de su propio hechizo.

Bash estaba jugando con los dardos en sus dedos. —Buena jugada, ojitos de fuego.

Lo mire con diversión, tenía más que claro que mis ojos estaban rojos, últimamente se me tornan sin razón aparente, pero no me vuelvo una maníaca de la destrucción como antes.

Bash comenzó a lanzarme las dagas a mayor velocidad que antes, algunas me rozaban los brazos haciéndome ligeros cortes, pero estos se curaban a los segundos, como siempre. Algo que siempre me ha gustado de entrenar con mi familia es que no se contienen en absoluto, y no hace la diferencia por ser su hija o sobrina; son igual de fuertes y osados que con sus enemigos— o eso quiero creer, pues sé de sobra lo despiadados que han llegado a ser.

Sin darme cuenta una de las dagas me hizo un corte en la mejilla, y ardía un poco, me limpié la línea de sangre que se había formado antes de que la herida sanara.

—¿Te ha dolido, pequeña sobrina? — la sonrisa burlona del menor de mis tíos se hizo presente en sus labios.

Típico de Bastian Steinfield, bueno de todos los Steinfield.

Con un hechizo hice que la daga volara a mi mano, lo miré con osadía y la lancé lo más rápido que pude.

—¿Te ha dolido, pequeño tío? — Bash llevó su mano a su mejilla, donde la daga le había hecho el mismo corte que a mí. Se limpió con el dorso de la mano la herida apenas sangrante.

Lazos Oscuros [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora