42.- Entre garras y dagas 💥

1K 96 8
                                    

RAINER

—¿Cómo te sientes?

—Nervioso hasta la mierda— contesté mirando el bosque.

—Se que es algo intimidante y bizarro, pero confío en que puedes, chico ángel, en el colegio lo haces de maravilla.

—Una cosa es entrenar con Cam y Janett, pero enfrentarme a tu padre, un hibrido original, es completamente diferente.

—Todo saldrá bien, tu confía.

¡Dioses, ayúdenme!

Después de la super desaparición de los abuelos paternos de Amelie, los Steinfield estaban más tensos y preocupados que nunca. Había decidido que, si o si el entrenamiento se haría, lo que significaba que Aaron patearía mi trasero en más de diez formas. Se decidió que entrenaríamos en lo más profundo del bosque, para descargarnos con todo, en palabras de Bastian.

—Hey, estarás bien— Amelie me acorraló contra un árbol —. Tengo mi fe puesta en ti, chico ángel.

—¿Me darías un beso?, posiblemente sea el ultimo que me des y el ultimo que reciba en mi vida.

Sonrió. —Que tonto eres, Rainer Sanderson.

Antes de protestar me besó.

Una de las muchas cosas que adoro de Amelie es su estatura. El simple hecho de que su cabeza llegara a mi hombro hace que mi corazón se acelere, ver como se tiene que poner de puntillas para besarme, para abrazarme o simplemente para despeinarme el cabello es absolutamente tierno; amo que lo haga.

Dejé que mis manos bajaran por su pequeño cuerpo hasta llegar a su trasero, le di un apretón antes de alzarla para que quedáramos a la misma altura. Gimió sobre mis labios.

—¿Estás intentando distraerme para no llevarte a entrenar?

En parte, pensé. —¿Está funcionando?

—Tal vez, puede ser.

Amelie enredó sus dedos en mi cabello, volviendo el beso más efusivo. Su lengua jugó con la mía en un batalla deliciosa y ruda, de vez en cuando jalaba mi cabello en lo que yo apretaba sus muslos, como me gustan sus muslos. Me moví rápidamente para estamparla contra el tronco de un árbol. Los gemidos y jadeos de la castaña se estaban redireccionando a mi entrepierna, lo cual no es una buena idea en estos momentos, pero no puedo negar que escucharlos me hace querer seguir con esto, para hacerlos salir de manera más fuerte y clara.

—Debemos irnos— dijo entre besos.

Nos separamos levemente, su nariz y la mia rozándose mientras nuestros ojos no paraban de perderse en los del otro.

—Creo que deberíamos esperar un poco antes de ir con tu familia.

—¿Por qué? — preguntó con inocencia mientras se apegaba más a mí, específicamente a mi pelvis.

—Sabes por qué.

—¿Tan rápido te prendo, cariño?

—¿Me estás diciendo que si no escabullo mi mano entre tus piernas— la sostuve mejor con una mano, mientras llevaba la otra hacia el interior de su muslo izquierdo —... no sentiré tu humedad?

El pecho de la castaña se agitó con fuerza y podría jurar que escucho el acelerado latir de su corazón. —¿Tu qué crees, chico ángel?

—Creo que tenemos un problema muy grande los dos.

Mierda, su padre podría matarme si lo nota.

—No estaba en mis planes que esto pasara ahora— rozo su nariz con la mía —, pero está claro que no puedo resistirme a ti, cariño.

Lazos Oscuros [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora