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Castigo

Iba a ser castigado. Lo sabía. Lo tenía asumido mientras elegía las prendas para su encuentro. Sin embargo, nada quitaba el hecho de que la extraña sensación envolvente de gozo lo carcomía. Nunca se había escapados e su casa. Él era un hijo ejemplar. Buenas calificaciones, nunca un llamado de la escuela por algún problema, nunca salió sin permiso. Pero este era el síntoma Mark Tuan, lo hacía volverse otra persona. Esa persona que, quizás, era más real que cualquier Park Jinyoung que conocieran los demás. Este oscuro lado suyo, en realidad, era el más brillante. Lo disfrutaba, adoraba ser de alguien, adoraba que haya alguien que tenga control sobre él, que le hiciera saber que hay cosas malas por hacer. Mark lo prendía pero también podía apagarlo o reducirlo a nada. Ahora era el Jinyoung real. No era ese que sacaba buenas notas, aquel que era el crush de sus compañeras en la escuela, no era el que daba las gracias en la mesa, quien cocinaba para sus padres los fines de semana, el que asistía a la iglesia y hacía de voluntario a veces en el comedor, ni mucho menos era alguien el ser sociable y radiante que sus amigos veían todos los días. Este es Jinyoung, el que había llorado por Mark porque se sentía miserable estando mal con él, el que quería atención, el que deseaba de formas insanas a un hombre y se sentía sexy y fuerte a su lado, era esta persona retorcida que le parecía justo recibir una reprimenda, era este que le gustaba ser mimado y convertirse en el centro de la vida de alguien.

Tomó su mochila luego de haberse vestido, ni siquiera se dio tiempo a pensar que le diría a su madre cuando regresará, le daba igual, ahora solo quería estar con su papi y pedir disculpas hasta humillarse de ser necesario. Y no le importaba.

Vio hacia la ventana. Jamás agradeció tanto que su habitación estuviera en la planta baja, así no tendría que bajar por el árbol de afuera de forma cliché. El único problema era la cerca que daba hacia la calle. Esa mierda hacia escándalo cuando se abría, tendría que saltarla de alguna forma. Abrió la ventana mientras rezaba que el maldito perro de su vecino no comenzara a ladrar al verlo. Una vez afuera, se abrazó a sí mismo por el frío. Pero no importaba, después vendría todo un momento de calor. Caminó por el sendero de su jardín delantero y su corazón latió frenéticamente al ver a Mark parado en la acera viéndolo. Llevaba ropa deportiva puesta de color negro. Se veía tan bien con su cabello desordenado y estaba tan desprolijo. A Jinyoung le fascinaba verlo así. Seguro nadie veía a Mark en un estilo casual jamás.

-Tengo que saltar la cerca.-Jinyoung dijo. Mark observó la misma, era una cerca que superaba el metro.

-Pisa allí.-señaló.-Yo te sostengo para ayudarte.-y así pasó. Jinyoung levantó los brazos y apoyó el pie en una madera perpendicular de la cerca mientras Mark lo sujetaba. Afortunadamente, salió bien y nos segundos después estaba en los brazos del mayor. Quería abrazarlo pero sabía que no podía hacerlo aún. Además, era mejor que se fueran rápidamente antes de que alguien se diera cuenta. El mayor le dio un corto beso en la mejilla y luego abrió la puerta del copiloto. Cuando ambos estuvieron adentro el silencio se hizo tan presente que Jinyoung ya podía imaginar que pasaría apenas ponga un pie en el departamento del mayor. El rostro del mayor se veía casi enojado pero no demasiado, parecía alguien tratando de relajarse luego de una mala noche.

-¿Lloraste mucho?-Jinyoung llevó por instinto su mano debajo de sus ojos. Por supuesto que lo había hecho y claro que Mark iba a confirmarlo apenas lo viera porque su cara y sus ojos estaban hinchados y rojizos.

-Ya lo sabes.-dijo el menor jugueteando con las manos en su regazo.

-A mí tampoco me gusta pelear contigo.-declaró Mark sin apartar la mirada de las calles nocturnas.

»Call me baby boy when we're behind the four walls«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora