Sintió que caía en el mundo de la inconsciencia.
Roslyn se dejó arrastrar por el cansancio y el sueño. Sus fuerzas se habían agotado hacía tiempo pero aun así quería saber que ocurría. ¿Amigos o enemigos? Se preguntó cuándo unas manos suaves le acariciaron la frente y le murmuraban palabras que ella no acababa de entender.
En un momento había sentido el frío aliento de la muerte a su lado. El viento gélido había soplado sobre las lomas acariciando su piel, dejándola insensible. Luego el dolor, la desesperación de saber que no lo conseguiría. Pero al otro instante su cuerpo flotaba. No sentía nada, excepto... la calidez de unos ojos oscuros que la miraban con preocupación.El ángel del infierno que había ido en su busca, parecía preocupado.
Con el ceño fruncido y los labios apretados sintió las manos del ángel vengador sobre su pecho. Incapaz de protestar ni apartarse dejó de preocuparle si quería abrirle la herida del pecho para sacar su corazón y llevársela al infierno donde le habían asegurado que acabaría. Lo que estaba claro es que se la llevaba, quizás a su destino, que a pesar de todo, parecía lejano.
Respiró, gimió y al mismo tiempo se dio cuenta de que su ángel le estaba apretando la herida abierta. La estaba salvando.
Su ángel salvador. Jamás se había imaginado que un ángel pudiera tener una mirada llena de fuego, pero así era. Bajo la fiereza de sus ojos se sintió custodiada, en paz. Pero pensó que el dolorvolvería de nuevo y así fue, pero esta vez lo hizo acompañado de la calidez que desprendía un suave tartán. Una tela con unos colores que no pudo distinguir.
No eran los de Kincaid y quiso decírselo.
–Kincaid.
Había pronunciado el nombre del clan con los que tenían poderosos lazos y estaba casi convencida de que él la había escuchado.
Su ángel la abrazó, apretándola contra su pecho y dándole aquel calor que tanto había ansiado cuando el viento del norte había soplado cortante como cristales contra su carne.
Gimió. El frío que había lacerado su piel con miles de picadas de aguja desapareció, pero el escozor de las heridas provocadas por el salvaje puñal se despertó.Él la abrazó y la elevó, quizás al cielo, quizás... ¿ya estaba muerta? Era posible. ¿Estaba en el infierno? ¡Hacía mucho calor! Ya no sentía frío helado que se había divertido aguijoneando su cuerpo, ahora tenía calor, un calor insoportable como si las puertas del infierno se hubieran abierto para ella.
"Vas a quemarte en el infierno, bruja".
–No, no. –Protestó febril intentando huir de las llamas.
Se esforzó por liberarse de aquellas manos que la sujetaban, sentía las garras clavarse en su pecho, en su frene y en el costado.
No quería que la tocaran. No quería que la quemaran. Ella no era una bruja.–No, no. No somos brujas. ¡No!
Eran ellos los perversos, los malvados. Roslyn siempre habíasido gentil y buena, y sus hermanas... ellas más que ningunas otras.Una mano acarició su frente y con ella llegó el frescor de un paño húmedo y unas palabras dulces que ella no supo descifrar. Las garras habían desaparecido, aunque el calor abrasador seguía allí, pero ya no tenía miedo al infierno. Alguien intentaba refrescarla, una anciana con una voz misericordiosa que la arrulló.
Sonrió aliviada y acto seguido pensó en su ángel. La anciana había desaparecido y ahí estaba él de nuevo, con sus ojos negros y su cabellera brillante. ¿Por qué fruncía el ceño? Debería sonreír, quizás cantar. ¿No hacían eso los ángeles? No, se dijo. Su ángel no haría eso. Su ángel la salvaría y para ello no hacía falta que cantara, solo que la abrazara de nuevo y la llevara a tierras Kincaid.Sí, seguro. De hecho quizás ya había llegado. ¿A caso su ángel no era un highlander? ¿No lo había visto como guerrero temible y de ceño fruncido? Quizás ya estaba en casa. Alguien tan parecido al laird Kincaid sólo podría encontrarse en las tierras del norte.
–Kincaid. –Suspiró mientras la inconciencia le vino al asalto.
Una mano tocó su rostro. No con un golpe como temió en un principio, sino con una caricia.
–Ya viene. Descansa. –Se dejó arropar por aquella voz mientras el rostro de una anciana y la del temible guerrero la acompañaban hacia la inconsciencia.
–Estás a salvo. –Le dijo el ángel mientras su cálida mano apretaba la de ella.
Y Roslyn lo creyó.
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La perfecta fugitiva
RomantizmRoslyn ha hecho lo imposible por huir del infierno en que se ha convertido su país a causa de la persecución de los cátaros. Huyendo de su pasado, emprenderá un largo viaje hacia las tierras donde cree poder encontrar la paz que tanto necesita.