[Libro #2 de la trilogía "ʜᴏʟʏ ɢʀᴀᴄᴇ"]
El principio del final se acerca.
La guerra entre el cielo y el infierno está por comenzar.
El plan divino está en marcha; una por una, todas las piezas caen justo donde se supone que deben es...
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|| Lázaro se levanta.
Sioux Falls, Dakota del Sur. Cuatro meses y medio después. 18 de septiembre del 2008.
Grace despertó de golpe, con la frente sudorosa, la respiración agitada y una insoportable picazón en el interior de la palma de su mano izquierda. Afuera, un trueno retumbó feroz por los cielos a la par en que un rayo los iluminaba por tres largos segundos.
Al igual que cada noche durante las últimas dieciocho semanas, había tenido una vívida pesadilla, pero, al contrario de cada noche anterior a esa, esta vez no podía recordar de qué trató aquel mal sueño. No podía recordar nada salvo el eco de una voz diciendo: "Dean Winchester ha sido salvado".
Sacudió la cabeza y se pasó las manos por la cara, con los ojos picándole por las lágrimas que se amontonaban por montones para poder escapar y empaparle las mejillas. No se trataba de nada más y nada menos que un vil juego de su mente que trataba de evocar aquello que ella nunca consiguió.
Su corazón dolía, se estrujaba en congoja cada día al despertar mientras que por las noches se sumergía en una inmensa, incontrolable e infinita tristeza. Perder a Dean era lo peor que pudo haberle pasado, el no haber encontrado una manera de salvarlo era su peor fracaso.
Desde la muerte de Dean, no podía recordar un solo día en que no se la pasó llorando, o en el que hubiera ingerido más de dos bocados de la comida que Bobby le preparaba o la última vez que bebió algo sin altas cantidades de cafeína en un vano intento por evitar quedarse dormida. Asimismo, no recordaba cuando sonrió o se carcajeó por última vez, o cuando salió de casa voluntariamente o desde cuando no sabía nada de su cuñado Sam. Lo único que recordaba con claridad era el día en que su vida se convirtió en un completo vacío, en un abismo de soledad, dolor y eterno duelo. En su cabeza y en su corazón solo había espacio para su pérdida y su eterno sufrimiento.
Sus intentos para recuperar a Dean fueron todos en vano. Le faltaban dedos para enumerar las veces que trató de convocar a un demonio para hacer un trato y ninguno apareciera jamás. Nadie quería hacer un trato con ella, no cuando su único objetivo era recuperar al amor de su vida.
