El Municipio De Oolacile

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Al sur de Anor Londo, se encontraba el Municipio de Oolacile, localizado en varias colinas muy extensas, era el reino más grande que existía, aunque carecía de mucho poder y organización como Anor Londo. El gran municipio, era ocupado por muchas cabañas, de diferentes tamaños, muchas hechas a madera y paja, otras en raros materiales, como musgos brillantes, piedras rojas, amarillas y azules, entre otros.

Oolacile, era conocido por ser habitado por criaturas amigables y mas racionales que las del gran pantano. Había muchos gigantes, elfos, hombres árbol, heraldos de piedra y diminutas hadas de varias clases, en su mayoría, mágicas; también había seres menos comunes, como los duendes o enanos, pues ambas razas casi quedan extintas después de ser brutalmente cazadas por muchos reinos, que los usaban para practicar magias de sanación y piromancias.

Oolacile era seguro para cada uno de sus habitantes, pues los humanos que vivían allá, velaban por estas criaturas, y las defendían. Este lugar mágico debía su seguridad a un ser único en su especie, que le daba magia a los campos, árboles y plantas de las que vivía el municipio… El Gran Árbol.

Este gigante árbol, en el centro de Oolacile, era un árbol que brillaba una magia única, con esta, alimentaba a todas las plantas, árboles y flores del municipio, toda la belleza de Oolacile era gracias a ese árbol.

El árbol en su interior, era en su mayoría hueco, pero tenía una serie de caminos hechos por ramas, que conducían a la cima del árbol, donde se encontraba una plataforma, llena de tierra, cubierta de pastos brillantes y hermosos, habitado por hadas de luz, inofensivas, pues su función era que perduraran esos pastos, allí residía El Helecho Celestial en el centro. Se creía que Nashandra, La Diosa de La Vida, había plantado ese helecho en la cima de aquel árbol, como símbolo de que hasta la vida más pequeñas importa.

El helecho, era custodiado, por dos seres poderosos, gigantescos, sus rostros inexpresivos, eran hermosos, sus caballeras blancas largas, vestidos completamente con túnicas blancas, flotaban en el aire, se trataba de dos Guardianes del Santuario, que portaban grandes hachas doradas. Estos guardianes, puestos por la misma diosa, nunca se movían, pues su trabajo, era cuidar el pequeño helecho, incluso, las hadas de luz, los molestaban para divertirse, los grandes seres, a veces jugaban con ellas, pero jamás descuidaban su tarea.

Sin embargo, Oolacile, también necesitaba reglas, decidieron nombran a rey, que parecía más bien un guardián del municipio, Nito, un hombre algo anciano, pero no tanto, había sido elegido por el pueblo como rey, pues allá nada se podía imponer por nadie, pues perturbaba la paz.
El pacifico hombre, tenía su ejército, que era basto y variado, pero nunca fue usado con malos propósitos, pues incluso, la invasión fallida a Anor Londo, era para defender la vida, Nito sabia, como todos, que Kalameet era peligrosa. Pero fue el rey que menos puso soldados para la invasión.

“A veces debes matar a un ser para que los demás vivan en paz”, pensaba Nito, que ahora tenia sus propios problemas… ya habían pasado tres meses desde que unos magos de Los Archivos del Duque dieron el aviso de la destrucción de Izalith, el rey de Oolacile, aun así, estaba tranquilo, pues, Anor Londo, por mas poder que tuviera, no invadiría Oolacile, pues este municipio, disponía de magia y territorio tan basto, para soportar la invasión, ni los poderosos rayos de Kalameet, harían efecto, pues el municipio era protegido por El Gran Árbol y su magia celestial.

Sin embargo, Oolacile, si lidiaba con un rival que no era tan poderoso como Anor Londo, pero si más persistente, que ya había avanzado en el municipio, y tomando plantas mágicas, que fortalecían a ese molesto enemigo… El Ejercito de Lordran.






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