•✎↻ •あたまはさらはさ . . .
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✿*:«Vida destrozada»・:*✿- ̗̀❛ 𝕾𝖔𝖈𝖎𝖆𝖑𝖎𝖟𝖆𝖗, 003 ❜❜ˎˊ˗
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No sabía dónde debía observar, cuál debía ser su postura, qué expresión trazar, qué comentar al respecto. Ese tenso ambiente le hacía querer huir de ahí cuanto antes, pero nuevamente, la voz de Lyra interrumpió lo que pudo haberse considerado como «socialización», porque además, esos infantes no parecían ser desagradables, sino todo lo contrario.
— Hay otros momentos para su tonta socialización, ahora Nagachika me necesita. ¿Cierto?
— Ah sí...
La de cabello anaranjado tomó al rubio por el brazo, llevándoselo del comedor para dirigirse a un sitio desconocido. Mientras tanto, Kaneki seguía parado junto a la menor, ella lo miró directamente a los ojos; presenció esos iris grisáceos, y debía admitir que eran tan llamativos, esa mirada en la que podía perderse hasta el infinito, hasta detener el latiente ritmo cardíaco. Él no paso desapercibida la constante vista verdosa, así que sólo se sonrojo y agachó la mirada, con timidez. Sólo entonces, la niña se sintió avergonzada de su acción.
— Lo lamento, yo... creo que ya me debo ir. Hasta luego. — entonó la chiquilla en una velocidad demasiado exaltada. Prácticamente salió corriendo, lejos del contrario.
— ¿Adiós?, supongo — Murmuró Ken, sin saber qué es lo que había sucedido.
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— ¿Hide y Kaneki?, ah, creo que son mis compañeros.
Era un nuevo día de clases, la única diferencia fue la asistencia de Cindy. Era el receso, y ambas niñas estaban en una mesa del comedor, conversando entre sí, no había ánimo para alimentarse con comida humana. Cindy bebía despreocupadamente un zumo de uva.
— ¡Hola, Clishert! — saludó animadamente una externa voz. Ambas chicas se encontraron con aquel rubio, siendo acompañado por Kaneki —, ayer ya no pudimos hablar por culpa de Lyra, pero ahora sí.
— ¡Oye, oye! — fue Cindy, habló —. ¿Tú no eres ese niño que siempre llega tarde, y que eres tan simpático? — se desvió al inofensivo azabache, — ¿y tú no eres ese niño que siempre está leyendo, solo?
— ¡Es cierto, tú eres Jun, la niña que nunca se calla! — dijo Hide, sonriendo, pero recibió una mala mueca hecha por la susodicha. — ¿Eres amiga de Clishert?
Jun abrazó por los hombros a su amiga, de manera casi posesiva.
— Su mejor amiga. — recalcó, y podían decir que su sonrisa era malévola.
— Y la única... — bisbiseo la menor del lugar, agachando la mirada; trazó una tímida sonrisa.
— Pero... tú eres muy linda. ¿Podemos ser tus amigos también?
«¿linda?, ¿yo?, ¿quieren ser mis amigos?»
Era una simple oración, pero que conllevó un enorme peso en la menor. Nunca nadie jamás le había dicho «linda», al menos no alguien externo a su círculo social (Kumeko, Sehung y Cindy), involuntariamente sonrió con sinceridad, mas un rubor adornó su pálido rostro. Recordó siempre haber sido rechazada cuando formaba intentos inútiles por socializar con otros niños, la dejaban de lado en todo, nadie había sido amable con ella en esos escasos seis años; tristemente, tuvo que encontrar sus propios medios para subsistir por sí sola, ni siquiera podía confiar en alguien que no fuese su sombra, y a veces, desconfiaba incluso de ella misma. Y ahora, habían dos personas queriendo ser sus amigos, eran sucesos que en la vida podría experimentar dos veces.
— Por supuesto — respondió Fernsby, sonriendo, mirándolos directamente —, podemos ser amigos.
Echó una ojeada al inseparable acompañante del extrovertido, ese niño de apariencia introvertida y vulnerable. Había algo en él que llamaba su atención en abundancia, e involuntariamente, su imagen estaba constantemente presente en sus pensamientos. Sin embargo, parecía ser demasiado distante, quizá sólo Clis era la interesada en él, tal vez por otras circunstancias que se negaba a admitir.
«ese olor tan deleitable...»
«nunca olvides quien eres, Clishert. un maldito monstruo, es lo que siempre seremos, aunque nos cueste reconocerlo como algo verídico».
Esa ronca voz masculina invadió su pensar justo en ese momento. ¿Por qué ahora?, no quería arruinar su alegría momentánea, no pudo evitar maldecir a ese sujeto en sus adentros.
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La pequeña consideró sin interés el arrebol del atardecer, no había nada que hacer, estaba sola en la parada de autobús a unos pocos metros del colegio. Esperaba pacientemente algún rastro de Sehung o Kumeko, pero supuso que como siempre, llegarían tarde, demasiado tarde. A veces, mantenía la curiosidad de saber, ¿por qué siempre están tan ocupados?, ¿qué hacen antes de venir por mí al colegio?, sabía que debía retener esa intriga, pues Kumeko le había prohibido rigurosamente cualquier duda acerca de, y todo lo involucrado; no habían cuestiones siquiera, el tema era incapaz de tocarse en cualquier momento. Por supuesto que había sospecha de ellos, pero no quería hacerlo, ellos jamás podrían ser sospechosos de algo fraudulento en lo más mínimo, lo sabía. Se hundió en sus aleatorios pensamientos, hasta que el sonido de una motocicleta a toda velocidad impactó contra sus oídos, volteó en un sobresalto; visualizando que, en efecto, era Kumeko acompañada de su único sobrino vivo.
— Por supuesto que esta es una de las mejores experiencias, yeah — comunicó el entusiasmado preadolescente, bajando seguido de la mayor.
— ¡Ni que lo digas!
Al parecer ya se les había hecho una malsana costumbre utilizar ese vehículo, pertenencia de esa pandilla de malhechores. Sí, Gojo era mayor de edad, y por ende, adquirió una licencia de conducir, ¿cómo lo había hecho, siendo que no tiene la capacidad suficiente para conducir decentemente?, Clishert no tenía idea. Y siendo que ninguno sabía manejar, apostaba por un cercano e inminente accidente automovilístico.
De un momento a otro, Sehung mantuvo una cercanía demasiado íntima con Clishert, olfateaba con aspereza el cuello de ella.
— ¿Qué haces...?
Finalmente se separó, regresando a su habitual sonrisa.
— Hay un olor externo en ti demasiado dulce, deberíamos hacerlo nuestra cena.
— ¡No! — recibió una mirada de extrañeza por el opuesto, poniéndola en un estado alterado. —, ¿por qué no nos vamos ya? Sí, yo creo que se hace tarde...
Clishert se adelantó en el camino a casa, no quería lidiar con más interrogativos impuestos por Sehung, y tampoco estaba dispuesta a escuchar los sonidos de ambulancia producidos por Kumeko. Sólo estaba segura de algo, Kaneki era su nuevo y único interés, aunque no podía deducir con exactitud de qué manera.
«Kaneki, creo que eres lindo, y no sólo por tu fragancia natural».
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❀ 𝐕𝐈𝐃𝐀 𝐃𝐄𝐒𝐓𝐑𝐎𝐙𝐀𝐃𝐀 ¦ 𝔗𝔬𝔨𝔶𝔬 𝔤𝔥𝔬𝔲𝔩
Fanfictionel matiz agrisado de tu mirar me ha arrebatado el aliento, he caído a los alevosos encantos de lo prohibido; de aquello que jamás podrá corresponder mi desgraciada infatuación, porque sé que esto no es recíproco. lentamente me estás asesinando, duel...