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•✎↻ •あたまはさらはさ . . .
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✿*:・゚«Vida destrozada»・:*✿

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Considerando el espacio libre, y el no querer ser una carga en ese sitio que amablemente le había abierto los brazos, estaba limpiando una estantería con el propósito de sentirse útil, una forma de mostrar su agradecimiento

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Considerando el espacio libre, y el no querer ser una carga en ese sitio que amablemente le había abierto los brazos, estaba limpiando una estantería con el propósito de sentirse útil, una forma de mostrar su agradecimiento. Acercó su delgada mano a una repisa donde se colocaban los cristalinos frascos de café, pero al no alcanzar debido a su estatura, alguien más lo hizo por ella. 

— Ten cuidado con esto, podrás caerte. 

Le dirigió una tímida sonrisa.

— Gracias, señor Koma.

Pocos días habían transcurrido desde su llegada, sin embargo, eran los suficientes para conocer a los empleados del lugar, y claramente el camarero de Anteiku era principal en dicho negocio. 

— Oigan, que ya casi abrimos. ¿Ya todo está donde debe estar? — agregó una suave voz femenina, llegando tranquilamente a la zona principal del establecimiento, con una expresión acorde a su calma constante. Kaya Irimi. 

— Claro, claro — respondió un sonriente castaño, pasando al lado de su fiel compañera para mirar a la menor del lugar. — Por cierto, Clis, ¿no ibas a ir al centro de compras? 

— ¡Es cierto! — como ideas frescas en su mente, eso la regresó al plan que tenía desde hace días, pero que por alguna razón no había podido hacer, o simplemente su memoria era demasiado mala. Al percatarse del tono usado, agachó la mirada con cierta vergüenza de su propio actuar —, pero la señorita Touka no está, y realmente no conozco el distrito, perderme sería un hecho.

— De eso no te preocupes. Ayato siempre está disponible. 

Ofreció Enji, dirigiendo la mirada al Kirishima mencionado, quien se hallaba sentado en una mesa, ajeno a su realidad, pero ese simple comentario fue su regreso a la misma. Estaba preparado para insultar al que tuvo la osadía de brindar el tiempo ajeno en una Fernsby, un linaje tan maldito, que, según sus palabras, era un virus en el planeta azul, o quizá simplemente en el suyo. Antes de articular la boca con fines ofensivos, la mujer razonó el comportamiento del casi adolescente para evitar otro conflicto, ya habían sido incontables los de ayer y anteayer. 

— Acompañarla al centro no debe ser tan difícil para ti, Ayato, conoces el lugar como la palma de tu mano.

— ¿Cuándo van a entender que no quiero ningún contacto con esa Fernsby? — Clishert debía considerar acostumbrarse a esos comentarios, pero su intención soez estaba tan presente que le provocaba un malestar tan común en su vida, mas doloroso. — Y ustedes tampoco lo habrían de tener. 

— Vamos, vamos — el animado hombre trató de relajar el ambiente, en un último intento por convencer al joven — No cometas el error de juzgar demasiado pronto, tal vez mañana puedas arrepentirte.

— De lo que me arrepentiría, Enji, sería tener una relación con alguien como ella. 

El distante sujeto se encaminó hacia la puerta, tratando de aislarse de esa situación que lo agobiaba, esa niña era el motivo de todo su rencor. Sin embargo, antes de girar el dorado picaporte, una idea cruzó su mente.

 — Muy bien — se giró hasta encontrarse nuevamente con los externos. La cabizbaja niña levantó la mirada, se veía tan decaída y frágil que le provocaba náuseas, ¿cómo sobreviviría allá afuera esa criatura tan débil y repulsiva? — Te acompañaré al centro. 

— Gracias — sus fanales glaucos quedaron con el resplandor mismo, admirando una propuesta tan ínfima para muchos, menos en la perspectiva de una pobre infante. Sonrió, sincera y transparente. 

Incluso Ayato se percató de que hacia mucho, en un período significativo, había podido contemplar una dicha sincera y sin malicia, una inocencia correspondiente al espíritu infantil que todavía no ha sido corrompido por la vileza. 

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— Vamos, deja de perder el tiempo en otras cosas. Concéntrate en eso por lo que vienes, no en tonterías. — finalmente la paciencia de Kirisihima alcanzó un punto no tan elevado, aunque seguía presente. Le extrañó recibir un gesto amigable, en comparación a su posición dura contra ella. 

— ¿A qué te refieres...?

«nos volveremos a encontrar, Gojo. no sé cuándo ni dónde, pero sé que así será.»

— ¿Ya vio esa tienda de allá? — corrió hasta el negocio de ropa, siendo seguida por un ya fastidiado Ayato — ¡Vaya, es muy grande!

Entró.

— Maldita sea, como si fuera tu primera vez aquí. 

— Se olvida de que viví en la calle y estos lugares están cerrados para nosotros. 

— ¿Siempre viviste como vagabunda?

La poca discreción y tacto en sus palabras le provocaban ligeras risas a la alemana. 

— No realmente, sólo hasta que ellos fueron asesinados — era tan fácil cubrir su dolor con el movimiento constante, yendo de aquí para allá en los estantes. 

— ¿Ellos? ¿Quiénes son ellos?

— Los seres que eran mis ángeles.

Una parte de mí quería atesorar los momentos en lo profundo de mi memoria, lapso en el que aspire la dulzura del verdadero amor. No recordar. No llorar. No derrumbarse ante lo que jamás sería, pero que lo fue todo. 

—  ¿Quieres ser más específica? ¿Por qué rayos ahora no estás con ellos? — quizá si encontraba la respuesta de todo, podría librarse de ella finalmente.

— Porque fueron asesinados por personas extrañas — mordió disimuladamente su labio, pero lo suficiente para hacerlo sangrar. 

«CCG. no creo que se esté refiriendo a los malditos Fernsby, ni siquiera ha de saber que ellos son su familia biológica.»

— Siempre he creído que eran de alguna secta que comen a otros seres inferiores. — la melosa voz femenina lo distrajo de sus pensamientos, así que simplemente la miró.

— Y... ¿Nunca has querido cobrar venganza contra esa «secta»?

— Si me dan la seguridad de que haciéndolo, los traerán de vuelta a mi vida, sin pensarlo lo haría. De lo contrario, no me interesa — suspiró, limpiando la sangre, prosiguió a trazar una amplia sonrisa. Para Ayato, no había persona más extraña — ¿vamos a pagar, Ayato?

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⏰ Última actualización: Nov 06, 2022 ⏰

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❀ 𝐕𝐈𝐃𝐀 𝐃𝐄𝐒𝐓𝐑𝐎𝐙𝐀𝐃𝐀 ¦ 𝔗𝔬𝔨𝔶𝔬 𝔤𝔥𝔬𝔲𝔩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora