el matiz agrisado de tu mirar me ha arrebatado el aliento, he caído a los alevosos encantos de lo prohibido; de aquello que jamás podrá corresponder mi desgraciada infatuación, porque sé que esto no es recíproco. lentamente me estás asesinando, duel...
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Los días transcurrían con rapidez, parecía ser uno solo transformado en constante eternidad olvidada en experiencias sumamente interesantes y emocionantes para un trío en específico. La pequeña Clishert logró vivir las mejores aventuras en dos años, la felicidad parecía estar entre los pulpejos de sus dedos; sí, ahora gozaba, pero sólo un paso en falso, caería al abismo. Sin embargo, prefería ser ignorante de todo lo negativo, simplemente eso, centrarse en ella misma y todo lo que la rodeaba, que, de momento, eran sensaciones afectivas reconfortantes. Incluso la ausencia de bienes era irrelevante, también daba poca importancia a lo complicado de conseguir alimento en ese distrito; la constante circulación de investigadores impedía la caza, eso llevó a Kumeko a recurrir a medios que prefería guardar, y no es que ella fuese débil, sino, detestaba recurrir a un directo asesinato para la alimentación; pero sería hipócrita otorgar dicha declaración, pues el arrebato de vidas inocentes era indirecto, mas seguía presente, aunque no quisiera ver.
La crucial niña caminaba entusiasmada por las solitarias calles alumbradas por el satélite natural del mencionado distrito tan pacífico, mientras jugueteaba de manera infantil. Tras suyo estaba Kumeko, viéndola, sonriente. Le agradaba apreciar una actitud amena en Fernsby, creía que cumplía su promesa.
— ¿No es lindo, señorita Kumeko? ¡Por fin tengo mejores amigos, Ken y Hide son demasiado lindos y agradables! — exclamó la emocionada infante de siete años. Realmente se sentía fausta con su mutua amistad.
— ¿Qué no Lyra y Cindy ya eran tus mejores amigas, super amistad de ensueño? — mencionó la adulta, sin apartar su simpática expresión.
«yo pensaba que tu emoción era porque mañana cumples ocho, mi niña. pero pues cada quien, sé que odias los cumpleaños porque cada vez te haces más vieja».
