Capítulo 1

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Una de sus manos rodea mis brazos y me imposibilita moverme, su mano libre se aferra a mi cintura reteniéndome en mi lugar, reteniéndome con fuerza. Demasiada, aunque no la suficiente como para lastimarme.

Su boca caliente traza una línea de besos húmedos llenos de pasión y deseo por todo mi cuello, dándome así, un cosquilleo por todo mi cuerpo. Haciendo arquear mi espalda ante la necesidad abundante que siento a medida que los minutos transcurren. Mi excitación crece cada segundo con su toque y me humedezco hasta mas no poder, el me eleva mas allá de mis posibilidades.

En algún momento el suelta de mis manos y toma de mi cabello para tirar con fuerza y luego invadir mi boca con la suya en un beso que me llega al alma. Su respiración es igual de rápida que la mía, su piel contra mi piel me hace sentir las vibraciones de sus gruñidos contra mi pecho, mientras me demuestra su dominio sobre mi, mientras me embiste con todas sus ganas, con todas sus fuerzas como si no hubiera un mañana...

Un gemido me abandona y me despierto de un sobre salto.

Otra vez soñé con Zeta. 
Mi ex novio.

Y al cual no veo desde hace cuatro años.
Aun le quiero y extraño.

Mi vida no ha sido la misma desde que todo acabo entre los dos.

Esa tarde, fue la ultima vez que lo vi.

Me dijo que iría a casa de sus padres en california, que algo malo había pasado y nunca más volvió.

Me destrozó el corazón.

Nadie jamás antes de el me hizo sentir lo mismo. Y claro que no, ya que él fue al primero a quien me entregue física y emocionalmente y al ultimo, también.

No es por comparar ya que antes de Zeta solo tuvo un novio y con el no llegue muy lejos. Nuestra relación era muy tierna como para tan siquiera pensar en otras cosas.
Adolescentes al fin y al cabo. 

Estuvimos juntos por casi dos años.

Con Zeta solo dure un año, pero fue el mejor de mi vida.

Me cubro el rostro con ambas manos para echar aun lado el recuerdo y niego con la cabeza al darme cuenta que me quede dormida en clases... Otra vez. 

—¿De nuevo durmiéndose en mi clase señorita Valdés? —El profesor de física alza la voz sobre mis compañeros, quienes se burlaban de mi desde hace rato.

¡Rayos!

Que vergüenza.

Estoy en mi cuarto semestre de contaduría, estando solo a unos pocos meses de graduarme de la universidad.

Y no puedo seguir así, quedándome dormida en clase. Reprobare.

Trabajo de noche desde hace tres meses en una pizzería bar. Atiendo a los clientes en la caja registradora hasta que el lugar cierra... A las dos de la mañana.

Sí.

Y todo para pagar la renta de mi pequeño apartamento de soltera.
Es por ello mi cansancio.

Me fuí de la casa de mis padres hace cinco meses, ya no podía con la vida miserable que llevaba junto a ellos.

O mejor dicho, con mi madre.

Esa vida era algo que podía sobrellevar gracias a la ayuda y compañía que Zeta me daba. Y desde que él me dejo, mi madre nunca paro de hacerme sentir mal por cualquier mínimo error que yo hiciese como si fuera perfecta. Sabía que el era mi roca y cuando se fué, supo como aprovecharse de eso para hacerme sentir miserable.

No sé como pude aguantarla por cuatro años. Claro, ella siempre hacia todo eso a espaldas de mi padre. Nunca fue mala conmigo en su presencia, ante el ella era una santa. La que no rompía un plato y cuando el se daba la espalda me clavaba el puñal. 

Rosie no es mi madre biológica, pero solo ella a sido mi madre desde que tengo memoria. Antes no era así, cuando niña siempre fue muy buena conmigo y me cuido con atención.

Todo cambió cuando madure y conocí a Zeta.

Nunca entendí su cambio tan radical. Hasta el sol de hoy no lo entiendo y de eso ya seis años cuando el y yo nos conocimos.

Ahora tengo veinticuatro.
Todo sigue igual.

Y estoy más sola que la palabra misma.

Extraño a mi padre, pero debo confesar que estoy mejor sin ellos, aunque no del todo sin el.  

Ahora solo tengo a mi gato Richards y a mi mejor amigo Robert. Alena, mi mejor amiga tampoco está, se fué con sus padres de vacaciones a florida. Ella ya se graduó de la universidad hace un mes.

—Mis disculpas profe. —Me disculpo ante el profesor de física poniéndome de pie y este hace una mueca con los labios.

—Trate de que no se vuelva a repetir o me veré en la obligación de citarla en dirección. 

—Esta bien.

Vuelvo a tomar asiento y un suspiro me abandona. El profesor García sabe que trabajo de noche, él mismo me ha visto en la pizzería bar. Es el único lugar en toda la pequeña ciudad que es pizzería y bar al mismo tiempo. Muchas personas con ascendencia latina como el se reúnen allí. Así que supongo que por eso es piadoso conmigo, sabe que trabajo hasta tarde, él mismo pudo verlo con sus propios ojos.

Sonrió ante el recuerdo, fue incómodo cuando lo vi acercarse a la caja de pago y tuve que atenderle al cobrar su cena y todas las bebidas que el y su grupo de amigos tomaron esa noche.

Pagaron casi mil dólares entre todos.
Pero el pago mucho más.

Y también me dió una propina de veinte dólares. Sí, fue generoso. Mayormente me dan propinas de diez o cinco dólares.

La clase termina una hora después y salgo de prisa hacia el estacionamiento. Camino rápido hacia el sendero de bicicletas y busco la llave del pequeño candado que protege mi bici de los bandidos en el bolsillo trasero de mi pantalón. 
Quito la cadena rápidamente y la guardo en la canasta de la bici, donde también pongo mi bolso. 

Pedaleo con fuerza hacia la salida de la universidad cuando el auto de Logan, mi compañero de clases, se interpone en mi camino y me hace frenar con brusquedad.

—¡¡Dios!! —Grito del terror— Casi me matas idiota.

Este sonríe de forma maliciosa y ladeando la cabeza clava sus ojos azules en los míos.

—Quería felicitarte personalmente por el fenomenal espectáculo que diste en el salón hace unas horas. Escuchar tu gemido al estar tan cerca de ti se sintió genial y confuso. No supe descifrar si fue por una pesadilla o si fue por un sueño exótico en el cual yo era el protagonista.  

Rodee los ojos por su estúpido comentario y con el dedo corazón le hice saber mi indiferencia ante su palabras. Aunque no pude evitar sentir como mis mejillas se habían enrojecido. 

—Vete al diablo. Quítate, voy tarde al trabajo.

Eso era cierto. Faltan veinte minutos para las siete, el tiempo justo que me toma llegar en mi bici y todavía debo ponerme el uniforme. 

—Adiós preciosa. Cuando quieras te invito una copa...

Este pisa el pedal de su auto a todo lo que da, dejando las marcas de los neumáticos sobre el pavimento y llamando la atención de todos los presentes. 

Típico de Logan. Nunca falta el estúpido que llame la atención de todos con sus acciones y forma de ser estrafalaria.

No perdí mas tiempo y me dirigí a la pizzería lo mas rápido posible. Afortunadamente esta ciudad es pequeña y todo esta relativamente cerca.

¿La desventaja? El transito.
¿Mi ventaja al conducir mi bicicleta? La acera.

Logre llegar quince minutos después y rápidamente fui hasta la zona de vestuarios, abrí mi pequeño casillero guarde mi bolso y tome mi uniforme, me cambie rápido y cinco minutos después estaba frente a la caja registradora. 

Zeta & Jared - Dos Amores, Un Destino © (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora