Zeta & Jared - Dos Amores, Un Destino © (Pausada)

Capítulo 11

La tensión mientras Jared estaciona el auto frente a mi hogar es más latente ahora. En todo el camino no nos dirigimos la palabra y ni siquiera me atreví a mirarlo.  

Cuando apaga el motor me quito el cinturón de seguridad y él hace lo mismo. Voy a bajar del auto cuando siento que él toma de mi mano izquierda.

—Lo siento. —Dice entre dientes y me vuelvo para verlo.

—¿Por qué? —Pregunto y frunzo el ceño.

Él deja de mirarme y suelta de mi mano.

Después de esa llamada, el Jared que conozco no está por ninguna parte.

Parece otro.

—Por mi comportamiento. —Suspira— Me transformo en otra persona cuando escucho su voz. Me desespera.

Asiento y dejo caer mi mano de la puerta a mis piernas nuevamente.

—¿Puedo saber quién era? —Pregunto con tranquilidad y él asiente.

—Mi ex. —Dice con desprecio y evidente enojo— Ella no quiere aceptar que lo nuestro a terminado. —Resopla— Tiene mucho descaro para llamarme después de revolcarse con media ciudad a mis espaldas.

Mis ojos se abren como platos ante lo escuchado y trago con fuerza.

Si la cosa es así. Entonces si hay razón suficiente para despreciarla.
Es asqueroso el hecho de solo imaginar que la chica anduvo de cama en cama.

—Le puede el orgullo. Es una orgullosa, no puede aceptar que alguien le termino. Y que ese alguien sea yo. —El vuelve hablar aunque ahora está un poco más calmado— Lo que más me molesta, es que haya metido a mi familia en sus dramas. No debió llamar a mi padre. Ella quería saber a donde me había ido, por eso lo llamo y para decirle un infinidad de mentiras. —El suspira— Afortunadamente mi padre sabe la verdad, sabe que ya no estamos juntos y no le dio mi paradero.

No me gusta verlo así. Se ve realmente molesto. Así que decido cambiar el tema.

—¿Aún quieres salir esta noche? —Le pregunto con ternura a lo cual el vuelve la cabeza hacia con rapidez.

—¡Por supuesto que sí! —Espeta con el ceño fruncido— Nada ni nadie va impedirlo.

Eso me hace sonreír y por fin lo veo relajarse. Las facciones de su rostro lo demuestran. 

Jared se baja del auto y luego me abre la puerta para ayudarme a bajar. Tomando de mi mano caminamos hasta la entrada de mi casa y al estar frente a las pequeñas escaleras nos detenemos.

—¿Cómo te fue con el psicólogo?

—¡Excelente! —Chillo de emoción— No tienes idea de lo bien que se siente y el peso que siento me quita de encima desahogarme con alguien que sé que no va a juzgarme.

Jared sonríe ampliamente y rodea la parte baja de mi espalda con sus manos en un abrazo.

—Eso está genial. Aunque nadie tiene porque juzgarte. —Susurra entre mis labios— Tenemos que celebrarlo.