Formidables enemigos -Pasado-

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― El cielo se ve hermoso desde aquí.

Admiro Hinata, quien estaba acostada en la cama de Naruto, mientras el permanecía en su saco de dormir a un lado en el piso. Se habían acostado para descansar, pero ambos estaban algo nerviosos para concebir el sueño.

― Lo es. Me gusta admirarlo antes de dormir. Suele ser de las pocas cosas que disfruto de este lugar.

Dijo el rubio algo decaído, poniendo sus brazos tras su cabeza pareciendo recordar el motivo del porque permanecía solo. Hinata lo noto y se entristeció por él. Aunque el era un chico alegre, Naruto cargaba con una soledad que a veces ella misma, olvidaba que llevaba.

Porque a pesar de que tuviera familia, creía entender ese sentimiento. Por eso de alguna forma, se sentía conectada a él; le gustaba creer que era de la única persona que podría ayudar a Naruto a salir de aquella oscura soledad.

― Tu casa es linda. Tiene tu toque por todas partes. Si...si me...me permitieras...me gustaría venir mas seguido. Solo si quieres claro. No te...te sientas obligado Na...naruto-kun, es solo porque me gusta pasar tu casa...y pasar tiempo con...contigo...pero tu casa...

― Ya te lo había dicho Hinata-chan. Eres bienvenida a venir cuando quieras, no importa la hora.

― ¿De verdad?

― De veras-dattebayo

Era una invitación que no desaprovecharía. Y mas si significaba pasar más tiempo con él.

――

― ¡jefe! ¡Lo de ayer fue increíble!

Grito admirado una vez que lo vio caminar esa mañana por la aldea.

Venia con Hinata, quien estaba más atrás con Moegi platicando.

Se habían despertado temprano para llevar a Hinata a su clan, para que no tuviera problemas en entrar, pero habían quedado para salir horas después y buscar a Sasuke para que comieran juntos.

― Lo sé. Te dije que soy increíble niño.

Le dijo sonriente mientras Konohamaru muy emocionado no noto, al dar la vuelta, que alguien venia en dirección contraria, y choco contra él.

― Hay....Lo si...

Iba a disculparse, cuando esa persona lo levanto del cuello.

― ¡oyes! ¡Déjalo!

Grito Naruto enojado, por la manera en cómo trataban a Konohamaru, pero se detuvo cuando noto, que era un ninja, pero no de su aldea, si no de la aldea entre la arena. El tipo, quien venía completamente de negro y con parte de su rostro, pintado con una líneas moradas, le miraron con desdén, antes de pasar con el muchacho.

­― Niño, fíjate por donde vas.

― Ya bájalo Kankuro, no vale la pena pelear con ellos.

Miraron que a lado de él, una joven rubia le acompañaba y se acercaba aburrida, a pesar de que su acompañante, ahorcaba a un muchacho.

― Lo...lo sentimos. Por favor, bájelo.

Pidió Hinata acercándose a ellos, al notar la situación en la que estaban.

― ¡Mas le vale que le quites las manos de encima!

Continuo Naruto, pero esta vez furioso al notar que aquel ninja solo apretaba mas el cuello de Konohamaru, por lo que ya no pudo resistir y corrió hacia él, pero antes de acercarse, cayo con fuerza al piso.

― ¡Pero que!

Grito confundido, sin entender que había pasado.

Reviso el piso por donde había corrido, y se dio cuenta que no había nada. Hinata, quien también confusa miro la escena, activo su Byakugan y de inmediato noto, que una especie de hilos de chakra salían de los dedos de aquel chico. Impresionada, se dio cuenta del control que debía tener para lograr tal cosa.

Declaración de Guerra en el equipo siete Donde viven las historias. Descúbrelo ahora