Pregnancy stuff.

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Cuatro meses después.

La mudanza había sido algo sencillo, puesto que, después de todo, Stiles no era propietario sino de su cama, de su ropa, y de su computador y libros. El resto todo era de su padre, quien por cierto, había tomado la decisión del chico con suprema calma. Eso sí, enloqueció unos cuantos minutos cuando supo que sería abuelo.

Vamos, que era una noticia increíble que lo llenaba de alegría, pero, asimismo, le hizo tornarse más sobre protector. Estuvo cerca de querer asesinar a Derek Hale por embarazar a su pequeño retoño, mas Stiles, con su ingenio infinito, le amenazó con que si le hacía algo a Derek, él iba a reprocharle por sus poco gratas pruebas de demostrar la fidelidad de Derek.

Sin más, todo sucedió a paso lento y cariñoso. Stiles se mudó, dejando a un feliz Void y a un enojado pero orgulloso Noah solos. Derek le recibió cual niño en navidad y hasta preparó una celebración para ellos dos por su nuevo logro. El tema del bebé era algo complicado.

Derek estaba emocionado, eso se notaba cada día que despertaba y lo primero que hacía era besar a su novio y acariciarle el vientre mientras susurraba cuánto esperaba por el bebé y cuánto lo amaría. Es más, el hombre había hecho planes para comprar una casa nueva, una apta para una familia como la que pensaba formar con Stiles. Empezando por ese bebé que estaba en camino y que hasta el momento lucía lo más de sano.

Stiles, por su parte, también estaba emocionado, mas su parte más insegura y débil le hacía sucumbir ante el miedo de lo que pudiera pasar con el bebé. ¿Y si no lo lograba? ¿Y si Derek le dejaba por lo mismo? Él quería ese bebé tanto como Derek. Tenía una vida feliz y su novio era todo amor y sexo cariñoso y suave. Porque vamos, después de la noticia del bebé, Derek se empeñó en hacerle el amor despacio y sin obligarlo a hacer mucho esfuerzo.

¿Pero y si todo se iba al carajo por no lograrlo? No lo soportaría. No soportaría que todo se le arrebatara de una forma tan injusta. No cuando por fin siente que toca la felicidad todos los días en los brazos de ese hombre que ama enloquecidamente. No sería justo con nadie. Ni con él, ni con Derek.

- Amor, ¿todo bien? - preguntó Derek acariciando con una mano la mejilla sonrojada del castaño, mientras que con la otra, le acarició el costado de su cintura.

Stiles negó con la cabeza reacio a contarle sus oscuros pensamientos. No quería arruinar el momento que estaban teniendo allí. - a pesar de que fuera el momento que se repetía todos los días. - Él, Derek, helado, golosinas y películas. Derek recostado sobre el gran sofá mientras él se ubicaba en su pecho y se regocijaba de los abrazos cálidos que le brindaba mientras cada tanto le susurraba que le amaba y que quería un beso. 

Aquello se había convertido en su especie de tradición. Derek llegaba del trabajo, se duchaban juntos y se hacían el amor con suma lentitud y palabras bonitas en la tina, para seguido, besarse unos cuantos minutos eternos y ahí sí finalmente remitirse a la sala para ver películas o series.

Amaba a ese Derek. Lo amaba de igual forma que al Derek gruñón y mandón que a veces se hacía presente. Ese Derek jefe que conoció aquella noche y que de vez en cuando salía a flote. 

Lo amaba como fuere, y lo amaría siempre si se lo permitía.

- Creo que tengo un antojo. - mintió sacando a flote un puchero. Derek le besó la nariz y le sonrío de dientes completos.

- ¿Qué será hoy, bebito? - habló suavemente arrasando con la cordura de Stiles al mirarlo fijamente y lucir tan a gusto con cumplir sus caprichos.

- ¿Se pueden muchos besitos?

- Hay de sobra para ti. - rió rodando los ojos. Derek amaba cuando Stiles tenía aquellos arranques cursis y se comportaba como todo un mimado. Es decir, no se quejaba, para nada, él era el fan número 1 de dar besos y abrazos por toda parte del castaño que se le cruzara.

Hey daddy!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora