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Al día siguiente Rubén llegó desganado a clases, su semblante estaba serio, había vuelto al ciclo, caminaba por los pasillo yendo de clase en clase hasta que llegó la hora del almuerzo, el castaño quería evitar a toda costa ir a la cafetería, pero su estómago gritaba por comida y él tuvo que ceder, nada inusual ocurrió allí, al parecer Mangel había aceptado su decisión de no seguir con su amistad, ya que no se le había acercado teniendo una oportunidad muy clara de hacerlo.

Cuando la jornada escolar acabó, Rubén tomó sus cosas sin ningún apuro y se dirigió a la salida, notó que Mangel iba un poco más adelante hablando por teléfono, el castaño apuró un poco el paso sólo porque la curiosidad por saber que hablaba el morocho le ganaba

-...Sí,mamá...sí, ahí estaré...estoy recién saliendo, calmate mujer...okay, okay, perdón...pagaré con mi dinero lo que me pides, pero después debes devolvermelo...okay, adiós- Mangel ingenuo a su alrededor no notó que Rubén estaba prácticamente pegado a su espalda para espiar su conversación, deduciendo así que éste tenía que hacer mandados de su madre, oh no

Una vez fuera del establecimiento, el castaño se detuvo evaluando la situación y le aterró como la imagen ante sus ojos era exacta a la pesadilla que había tenido, Mangel se alejaba por un lado para hacer los mandados y él tendría que tomar el camino opuesto que estaba igual de vacío que en el sueño por su decisión de no apresurarse al guardar los útiles, sujetó las correas de su mochila con fuerza y comenzó una caminata más acelerada de lo normal, pero sin rozar un trote, quería pasar desapercibido y estar atento a los sonidos de su entorno

Luego de unos minutos los pasos en su espalda hicieron acto de presencia, al igual que el mal presentimiento y su semblante serio, que no había menguado en todo el día se endureció más, como lo esperaba lo llamaron un par de veces hasta que escuchó un trueno a lo lejos y a la vez, la persona tras de él lo sujetaba de la remera para que se volteará, ésta vez no cayó, su cuerpo había quedado estático en su posición y por voluntad propia decidió girar para ver al acosador

Claramente era el mismo chico que lo había empujado hace días, éste aún tenía un poco de sorpresa en su cara por no haber podido mover de su lugar al castaño, pero poco y nada duró, ya que comenzó a insultarlo de la misma forma que en el sueño, diferencia, Rubén no estaba llorando, su rostro era neutral, casi como si no lo escuchara, sus cejas estaban levemente fruncidas en una señal de enfado

-¡¿Por qué no estás llorando imbécil?! Así no es divertido-

-Nunca ha sido divertido...imbécil- pronunció el castaño de forma calmada y lenta, todo lo contario al tono que había usado el contrario, ignorando el esfuerzo en sus cuerdas vocales

-¿Te crees muy rudo, eh? Recuerdo que la última vez solo bastó que te empujara y ya estabas llorando, ¿eres retrasado o porqué actuas así de raro, imbécil?- el chico ya perdiendo la paciencia, pronuncia esto mientras se acerca al castaño y lo empuja con fuerza del pecho, el resultado fue igual a su primer intento, nada

Un segundo después la cara del mismo se había deformado en una mueca de terror, Rubén en serio no se había movido, no estaba reaccionando a sus insultos y ahora se acercaba a él de forma paciente, como si tuviera que calcular cada paso con suma precisión para no perder el equilibrio o peor aún, como si lo estuviera acorralando, igual que un depredador

El chico echó a correr pensando que la distancia que había entre ellos sería suficiente para escapar, pero ni si quiera había alcanzado a dar el primer paso cuando el castaño ya lo había sujetado de la remera y lo había lanzado al suelo junto a sus piernas, no habían reparado en la lluvia que caía sobre ellos, haciendo el ambiente aún más horroso para la nueva víctima, uno, dos, tres golpes certeros cayeron en la cara del chico haciendo que la calle y los nudillos del castaño se llenaran de sangre, seguido a esto Rubén se sentó en el suelo junto a él, tan tranquilo y sin un indicio de la adrenalina que estaría recorriendo sus venas, ahí se quedó, observando el cuerpo desmayado junto a él

-Que débil eres, hasta yo aguantaría más- su garganta no dejaba de doler, mañana estaría afónico

Síndrome de Peter Pan (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora