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Al día siguiente el desconocido muchacho no podía evitar desviar su mirada de aquí a allá buscando al dueño de sus actuales preocupaciones, pasó la mitad del día así, sin concentrarse en las clases, sin prestar atención a sus amigos cuando le hablaban de algún tema, siendo más torpe de lo que normalmente era, divagando por los pasillos, hasta que en la hora del almuerzo identificó una cabellera castaña particularmente conocida en la fila de la comida, no pudo ver bien el rostro hasta que este ya había salido de la fila, así que si no quería quedarse sin comida debía reprimir su deseo de ir tras él  y esperar a recoger su comida para ir a hablar con ese chico.

Una vez llegado su turno, tomó su comida lo más rápido que pudo y fue en busca del castaño, al cual encontró en una mesa solitaria que no necesariamente estaba en la esquina del comedor, si no que esta se encontraba justo en el centro del mismo y de vez en cuando se podía ver como los demás desviaban sus miradas periódicamente para chimosear sobre el "estado" del muchacho.

Rubén el día de hoy estaba excesivamente serio ya que el día anterior, luego del desmayo, su madre en su paranoia lo llevó a una cita con su psiquiatra para que se cersioraran de que no tenía algún tipo de secuela, para su sorpresa el médico salió de la sala con un diagnóstico nuevo y distinto al que llevaba con él habitualmente al salir de allí.

El papel tenía escrito en letras grandes "SÍNDROME DE PETER PAN", luego de dar la noticia le explicó a detalle en que consistía este síndrome a Rubén y su madre, ambos entendieron, entonces, el porque de las actitudes del castaño, pero este no se quedó feliz con eso, ya que el saber que no pudo lidiar con los cambios que conllevaban el crecer y que ahora estaba estancado en su infancia no era una noticia fácil de llevar para un adolescente con las hormónas disparatadas.

Su madre había insistido en que no fuera a clase y descansara, pero Rubén se negó, ya que sabía que no tenía amigos que lo fueran a poner al día y si faltaba tendría que ideárselas para pedir los deberes de alguna forma que no fuera la verbal.

El morocho ignorando las penetrantes miradas que se posaban en él por estar de pie en medio del patio, se armó de valor y avanzó hacia la mesa del castaño, se detuvo frente a ésta y aclarándose la garganta preguntó

-¿Me puedo sentar aquí?- 

Síndrome de Peter Pan (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora