Síndrome de Peter Pan (Rubelangel)

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La siguiente cita con el médico de Rubén estaba a la vuelta de la esquina, ya había pasado una semana desde aquel día en donde le comunicaron todo a su madre y desde entonces las cosas no han cambiado mucho

Rubén y Mangel adoptaron una rutina en el colegio de forma casi automática, luego de cada clase el castaño salía de su salón y se encontraba con el morocho afuera esperándolo, ahora, si lo pensaba bien, no sabía a ciencia cierta cómo su amigo había descubierto cuál era su salón, pero no se quejaba, porque cuando Mangel no estaba fuera de su salón, le tocaba a él ir a esperarle fuera de su clase y eso, la verdad, le daba mucha vergüenza, no podía evitar pensar en que esas situaciones le recordaban a las escenas de las películas en donde el galante muchacho estaba esperando por la salida de su novia, inevitablemente se sonrojaba ante este pensamiento, curiosa escena de ver cuando Rubén estaba en su ciclo de emociones estáticas y veías un rostro serio, casi rozando el enfado, con las mejillas al rojo vivo

Por otro lado, Rocío se acercaba a hablarles de vez en cuando, nunca se acercaba a hablar con Rubén cuando estaba solo, pues sentía que el morocho le miraría con aún más odio del que ya lo hacía y prefería mantener un perfil bajo, por ende sus acercamientos eran para preguntar cómo estaban y una vez obtenía la respuesta de cada uno, se quedaba 1 o 2 minutos más intercambiando comentarios con ellos y se retiraba para dejarlos solos en su mundo

El chico desconocido, al cual ahora identificaban como Dylan, no había vuelto a molestarlos, la chica decía que era porque le avergonzaba que las personas vieran las heridas que le provocó el castaño, pero temía que cuando su rostro sanara los molestara de nuevo e intentara vengarse de Rubén, además de que las insistentes miradas que sostenía sobre la espalda del castaño durante los almuerzos no pasaban desapercibidas para nadie

Rubén llegaba a su casa cada tarde y trataba de hablar, no eran frases largas, comúnmente era alguna palabra que tuviera las letras "u","s" o "t", pues creía que así serían más fáciles de pronunciar

El primer día que lo intentó aún no tenía en mente esto y lo primero que intentó decir fue "Mangel", un reto arriesgado si me permiten decirlo, el castaño había luchado tratando de sacar de sus cuerdas vocales la letra "m", pero siempre se terminaba deformando a una "u", no importa como ubicara sus labios. Al segundo día ya había comprendido que debía empezar por cosas fáciles y breves, esta vez decidió trabajar con "uso", era una breve variación de su único vocabulario, pero de todos modos le costó un mundo y al terminar su sesión de 1 hora solo podía regodearse de haberlo pronunciado bien una vez, bueno, a parte del insistente dolor en sus cuerdas vocales, al día siguiente había llegado corriendo donde Mangel a contarle sobre su avance ganándose un abrazo apretado de su parte y muchas felicitaciones, además de diversas propuestas para que el también pudiera ayudarlo

Al tercer día se sentía muy motivado, pues ahora sabía que cada palabra que lograra pronunciar era un abrazo más que el morocho le daría, decidió tomar un reto e intentó con la palabra "tú", toda la hora de su sesión se la pasó sonrojado pues la imagen de Mangel no dejaba de llegar a su cabeza y sentía como si intentara hablarle a él, en un momento concreto su madre recién llegada del trabajo se acercó a saludarle logrando que el castaño se sobresaltara y su sonrojo subiera aún más, haciendo creer a cualquiera que estaba llevando a cabo algo indebido, pero su madre, enterada de sus recientes prácticas, solo se acercó a saludarle con un abrazo y le dijo que continuara practicando con confianza y cuidando el esfuerzo en su garganta, Rubén decidió terminar ahí, quedándose con un total de 4 pronunciaciones correctas

La semana siguió su curso al igual que las prácticas del castaño y el día de la cita ya había llegado, madre e hijo se encontraban esperando su turno, una vez dentro de la oficina del profesional, el menor no dejaba de frotarse la garganta indicando una molestia ahí, esto mantenía en alerta a su médico quien escuchaba atento la narración de la mujer sobre el reciente episodio de amnesia, una vez terminado el relato, le pidió un momento a solas con Rubén para poder hablar mejor sobre el contexto