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De camino a la enfermería su dolor se intensificó así que recurrió a ir afirmado a las paredes para no perder el equilibrio, llegó a la zona de los casilleros donde se dio cuenta que había un muchacho en uno de ellos, por ende cuando estaba considerablemente cerca se separó de la pared y siguió su camino con la esperanza de no desvanecerse antes de llegar, pero su suerte ya se había acabado, porque en cuanto avanzó alrededor de 10 pasos, sus piernas cedieron y cayó al suelo o eso creyó que pasaría, pero antes de eso unos brazos se posicionaron alrededor de él haciendo una especie de barra de apoyo, era extraño, era como un abrazo, pero se notaba que la persona dueña de esos brazos no quería invadir el espacio personal de Rubén.

Este por otro lado sólo se aferró lo más fuerte que pudo a aquellos brazos y cerró los ojos por un momento.

-Ey, amigo, ¿quieres que te ayude a llegar a la enfermería?- no logró ver su cara, su mirada estaba borrosa por las lágrimas de dolor que comenzaron a brotar

-Ust- pronunció con poca fuerza

-Okey, tú tranquilo, yo me encargo- dicho esto, el extraño tomó uno de los brazos de Rubén con sumo cuidado y lo pasó por sobre sus hombros para luego posar la mano restante en la cintura del castaño.

Rubén ya estaba apunto de desvanecerse cuando llegaron a la enfermería, lo pusieron en una camilla y la enfermera le dijo al chico que saliera, él insistió en quedarse por si las cosas se complicaban y necesitaban ayuda.

-Ust, u-ust, ust- Rubén se removía en la camilla balbuceando cosas sin sentido para los oídos externos.

La enfermera salió para llamar a la madre del castaño e informarle de lo que pasaba con él. Mientras tanto el extraño chico se quedó en la sala con Rubén observándolo, ya que este castaño le resultaba familiar, pero claro que le era familiar si era el chico que había visto en la entrada al llegar, debía de admitir que era más bello de cerca, pero no era momento de pensar en cosas así, el pobre estaba delirando y el chico no podía hacer nada para calmarlo, así que en un intento desesperado por darle apoyo, sujetó su mano y dejó que el castaño ejerciera toda la fuerza que quisiera sobre ella. 

Al cabo de un rato entró la enfermera acompañada de la madre de Rubén y ésta, preocupada por el estado de su hijo le pidió ayuda al muchacho, que aún sujetaba su mano para llevarlo al coche y que, posteriormente, lo llevara al hospital. Así ocurrió y el desconocido ayudante tuvo que quedarse en el colegio pensando en el peculiar castaño que había conocido.

Síndrome de Peter Pan (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora