Cerró los ojos con fuerza al sentir las primeras turbulencias que conllevaba el despegue.
Se aferró al cinturón de seguridad escuchando por el altavoz a la azafata tranquilizar a los pasajeros informando que no era algo por lo que preocuparse.
Estaba en aquel avión, con destino a Roma.Luego de descubrir el paradero de Narancia, no podía esperar para ir a verlo. Tenía todo lo necesario para encontrarlo. Aquel día que recibió por fin lo encontró, lo tomó como una señal. Una señal que le insistía en buscar a aquel pelinegro. No podía esperar a hacerlo, pero su trabajo se lo impedía. Necesitaba terminar este y luego, era libre.
Le llevo una semana completarlo, y ahora por fin era capaz de ir a buscar a aquel que tanto necesitaba.No sabía cómo le vería la cara luego de todo lo ocurrido. Más aún cuando recordó el mensaje que había leído por error en el celular de Giorno.
Era de Narancia, contándole en dónde estaba y que le dijera a los demás, menos a él. Saber que el pelinegro no quería que supiera dónde estaba le había roto el corazón.
Pero no se rendiría tan fácil, y tenía a favor su gran progreso en el tratamiento.
Aquella medicación había hecho magia en él, además de las sesiones del doctor Yoshikage. Se sentía una persona nueva. Aún le quedaba un largo camino por recorrer, pero podía asegurar que sabía controlarlo ahora que sabía su padecimiento y como tratar este.———————
El viaje duró 3 horas, al ser en avión y el destino tan cerca, el trayecto fue tolerable, considerando que odiaba los lugares pequeños y repletos de personas como lo era un avión.
Se bajó con entusiasmo sin importarle su equipaje, pues no tenía ninguno. El único equipaje que necesitaba era a su pequeño de regreso junto a él.
Con eso en mente, tomó el pedazo de papel roto que tenía entre sus manos con la dirección en dónde Narancia se estaba hospedando. La miró unos momentos, memorizando esta. Arrugó el papel entre sus manos y lo primero que hizo fue tomar un taxi hacia el lugar.
Sus nervios aumentaban aún más y sus ansias también. Estaba sonriendo como nunca, ¡al fin volvería a ver a su ángel!—Aquí es, jóven.— le informó el conductor sacándolo de sus pensamientos.
Pagó el viaje y salió de un salto del auto, quizás golpeándose la cabeza pero disimulando aquello con su gran sonrisa.Frente a él se encontraba una casa pequeña, algo antigua.
La puerta era de color rojo chichante, en contraste a las paredes de un suave beige.
Se acercó a paso lento sintiendo el sudor recorriendo su espalda y empapando sus manos.
Le hubiera gustado llevar un ramo de flores o algo que a Narancia le gustara, pero no tuvo tiempo siquiera en parar a comprarle algo. No quería tardar más en volver con él.Detuvo sus pasos al escuchar detrás de él una risa conocida, ¡era él!
Se giró tan rápido que se mareó unos momentos, y su sonrisa se hizo aún más grande.
Ahí estaba, luciendo tan hermoso con aquel suéter ¿morado?
Era raro en Narancia usar ese color, pero no negaría que se veía precioso.Dio un paso más hacia ese pelinegro que corría hasta un chico de cabellos rosados, parecían estar jugando. Ya no tenía la férula en su pierna, y no utilizaba más las muletas. Había pasado un tiempo, era normal que ya estuviera bien. Se lo veía muy contento alrededor de aquel extraño.
Esto extrañó a Fugo, por lo que dejó de avanzar, curioso por ver que quería Narancia con aquel muchacho.El pelinegro terminó por alcanzar al contrario, quién lo tomó en sus brazos y apretujó entre estos al más pequeño.
Narancia correspondió el abrazo y luego lo besó.Lo besó.
En los labios.
.Fugo veía aquello escuchando su propio corazón desmoronarse.
No podía soportar esto. No en su maldita cara.
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Aprendiendo a amar(te)
FanfictionNo lo podía controlar. No era tan simple como eso. Sabía que sus amigos tenían razón, lo estaba maltratando. Maltratando a la persona que más quería proteger en el mundo Que ironía, pensar que el pequeño Narancia seguía justificando aquellos golpes...