—Fugo, b-basta...— jadeó Narancia al sentir la mano del rubio volviendo a hacerse paso dentro de su pantalón.
—¿En serio quieres que pare?, si me lo dices lo haré.— besó su cuello apretando entre sus manos su trasero.
Narancia no quería que parara realmente, se sentía arder con su simple cercanía. Estaban solos en casa después de todo, Doppio había salido hace unos momentos y no tendrían que irse hasta en dos horas.
¿Por qué no complacer la necesidad que tenía de él después de tanto tiempo?—N-no... No pares— se aferró a la espalda ajena y buscó sus labios, bajando sus manos hasta el inicio de la camisa de Fugo, quitando esta con desespero.
Tocaban todo lo que podían, con desesperación. Tenían necesidad el uno del otro, sus cuerpos gritaban que querían estar más y más cerca.
Cada roce los quemaba y cada beso iluminaba sus almas y les recordaba porque habían jurado estar toda la vida juntos.———————
Estaban acostados y abrazados cuando escucharon la puerta ser abierta y la voz de Doppio avisando que había llegado.
Decidieron entonces que era hora de cambiarse y prepararse para volver.—Debemos irnos ya. No puedo esperar a tenerte de vuelta para mí.— Fugo tomó el rostro de Narancia entre sus manos y acarició sus mejillas con suavidad, mirando a sus ojos feliz.
—Respecto a eso...— Narancia lo miró también, apoyando sus manos sobre las que se encontraban en sus mejillas.
—Volveré contigo, pero quiero pedirte algo. Quiero que comencemos de nuevo, y hacerlo bien. Quiero estar contigo, pero no puedo simplemente olvidar todo aquello que pasó.Fugo no borró la sonrisa que mantenía, sólo siguió acariciando las mejillas del pelinegro.
—Claro, comencemos de cero.— carraspeó la garganta y volvió a hablar.
—Hola, soy Fugo. Un gusto conocerte.— se rió por lo tonto que sonó, pero aceptaba su idea y le hacía gracia volver a enamorar a Narancia una vez más. Esta vez, de su nuevo yo.—Soy Narancia, un gusto también.— sonrió él también, sintiendo un beso en su frente del rubio.
—Me gustaría seguir hablando contigo, pero creo que debemos cambiarnos e irnos de una vez. Ya casi es hora.
Se cambiaron y prepararon entre risas, era agradable volver a tenerse el uno al otro. Se habían extrañado demasiado.
Las horas pasaron rápido durante el vuelo, y se acercaba el momento que Narancia no esperaba por nada en el mundo.
Allí, en la puerta de su casa estaban todos sus amigos listos para recibirlos en un gran abrazo y muchas lágrimas expresando cuánto lo habían extrañado y como se habían preocupado por él.
Supo, entonces, que esto era lo que más quería para él. Estar rodeado de la gente que amaba.Todos entraron en casa, menos Doppio, el cual se quedó en la puerta mirando a Narancia quien tampoco había entrado.
—¿Por qué no vienes? Ellos son muy amables, sé que te caeran bien.— Narancia animó al mayor, quien se sentía tan fuera de lugar.
—Eres un gran chico, por favor no estés triste.— se acercó al pelirrosado y lo abrazó fuerte cuando notó que sus ojos estaban a punto de largar lágrimas.
—Vamos, pidamos algo de comer y pasemos una buena noche.Y así fue, entre risas y bromas se pasaron la noche despiertos como si nada hubiese pasado.
Quizás era lo mejor, Narancia volvería a la cafetería y pediría miles de disculpas a aquel amable anciano que tanto quería. Volvería al teatro y empezaría los ensayos con todos sus compañeros. Y estaría con Fugo y sus amigos, a quienes había extrañado tanto.Era tarde en la madrugada cuando todos se habían ido, dejando a ambos chicos dueños de ese hogar limpiando un poco lo que había quedado.
—Estoy feliz de tenerte de nuevo, Narancia. Gracias por esta segunda oportunidad.— agradeció Fugo, acercándose a este para abrazarlo fuerte.
—Yo también estoy feliz de estar aquí, Fugo.— devolvió el abrazo, escondiendo su rostro en su pecho.
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Aprendiendo a amar(te)
FanfictionNo lo podía controlar. No era tan simple como eso. Sabía que sus amigos tenían razón, lo estaba maltratando. Maltratando a la persona que más quería proteger en el mundo Que ironía, pensar que el pequeño Narancia seguía justificando aquellos golpes...