Narancia paseaba su mirada desde Fugo hasta Doppio, una y otra vez.
En silencio, dió un paso hacia adelante, quedando más cerca de ambos chicos.—Y-yo... Este último tiempo lo estuve pensando mucho. Me fui sin pensar, fue el impulso más estúpido que tuve en mi vida. Antes el escapar me había salido bien, me fui de mi antiguo hogar y de mi padre que gastaba todo el dinero en alcohol. Pero esta vez parece que fracasé, dejé atrás todo lo que me hacía bien. No sé equivoquen, no me arrepiento en lo absoluto. Tuve mucho tiempo de pensar y de descubrir que aunque aquí estoy bien, no es lo que me hace feliz. Y Fugo, que me encontrarás no hizo más que hacerme ver más claro que mi destino no es estar aquí, lejos de todos los que quiero.— habló el pelinegro, comenzado a caminar de regreso a la casa que compartía junto a Doppio, pasando entre medio de ambos chicos los cuales lo miraban perplejos. Aquel baile le había ayudado mucho a despejar todo los miedos de su mente para ver con claridad las cosas. Es verdad que había olvidado todo aquello que lo acongojaba con el paso del tiempo, pero tener al rubio delante lo tomó por sorpresa. Tan solo volver a ver aquellos ojos que lo miraban tan profundo y ese cabello platino que caía con gracia sobre su atractivo rostro descolocaron todos sus sentimientos por completo. No pensó que ver al rubio volvería a hacerlo sentir como la primera vez, y todo el amor que sentía no podía simplemente ignorarlo, escapar de él.
Todo su amor pertenecía a Fugo, todo su ser llamaba por él.
Es verdad que esos dos meses que estuvo fuera no se sintieron como tal. El tiempo pasó volando, pero aunque se lo veía sonriente como era usual, por dentro el vacío lo inundaba.Doppio y Fugo siguieron el paso del pelinegro, serios. Habían dejado la estúpida pelea que estaban teniendo desde que Pannacota se hizo presente.
Caminaron los tres hasta el viejo hogar del mayor, entrando a este.
Fugo miró con atención el lugar, era pequeño y acogedor. Podía ver un par de prendas esparcidas por alrededor, pertenecientes a los dos chicos que allí estaban viviendo.
Intentó no dejar volar su imaginación y pensar más allá, pero todo lo que había visto hasta ahora no hacía más que confirmarlo.
No quiso pensar mucho en eso, le dolía el pecho de solo imaginar a su pequeño con alguien más.Sacudió la cabeza y volvió a mirar al pelinegro, el cual hablaba con Doppio con su mirada tan tierna posada en este. Se veía algo decaído hablando sin parar.
—Lo siento mucho, pero creo que me entiendes. Tú también has escapado de aquí para comenzar algo mejor. Es lo que quise hacero, pero resultó no ser lo que necesitaba. Eso es el estar en Nápoles con mis amigos y mi vida como era antes. Pero, ven conmigo, Doppio. No quiero perderte a ti también ahora.— dijo afligido Narancia, acariciando la mejilla del pelirrosado con suavidad.
Le dolía ver la mirada de este, tan triste.Doppio solo lo abrazó, hablando a su oído.
—Si eso es lo que quieres, lo haré. Con tal de estar a tu lado, no me importaría si solo es como amigo.— Narancia sintió las lágrimas del contrario mojar su hombro, y con todo el dolor del mundo devolvió el abrazo.
Esto era lo mejor, ser honesto con él mismo y con los demás.Luego de que Doppio cesó su llanto, se separaron y sonrieron mutuamente, era hora de preparar el equipaje.
Cada uno se fue a su respectiva habitación, empacando todo.—Vaya, en tan solo dos meses ya le diste vida a esta habitación como le das vida a todo lo que tienes delante con una simple sonrisa.— murmuró Fugo entrando a esta, sorprendiendo a Narancia.
Le sonreía suavemente, mirándolo como si de su presa se tratase y acercándose a paso lento como tal.
Deslizó una de sus manos hasta su cintura, y la otra hacía la parte posterior de su cuello.
Acercó sus rostros y se detuvo a centímetros de sus labios.—Dime que no has extrañado esto, sentirme cerca. Mi voz susurrando en tu oído.— habló Fugo, acercándose peligrosamente a su cuello.
—Que no extrañaste mis labios sobre tu piel y mis manos recorriendo tu cuerpo.— la mano ubicada en su cintura recorría a gusto y con total libertad el cuerpo de Narancia, quien se sentía arder ante cada palabra y cada roce. Claro que lo había extrañado, tanto que sentía que moriría algún día.—S-si lo hice. Mucho...— habló bajito, evitando así soltar un gemido cuando las manos de Fugo apretaron su trasero, pegándolo al cuerpo de este. Podía sentir como la erección rozaba su estómago, y los labios en su cuello besando con lentitud.
—¿Por qué te fuiste? Me sentí una mierda durante todo este tiempo. Me lo merecía, lo sé. Pero ya estoy mejor, cumplí mi promesa. Seguí avanzando solo por tí. Por eso vine a buscarte, porque ahora podremos estar bien, justo como dijimos aquella noche.— Fugo deslizó las manos por dentro del pantalón y ropa interior del pelinegro, rozando peligrosamente la cavidad de este con la punta de sus dedos. Sonrió al sentir como Narancia movía sus caderas inconscientemente, buscando más.
—¿Te sentías así cuando él te tocaba? ¿Te gustaba tanto como para gemir con solo rozarte?— preguntó, retrocediendo hasta topar con la pared para atrapar al más bajo contra esta.
Narancia negó, jadeando ante la intensidad. No lo podía evitar, era tan débil cuando del rubio se trataba.
—¿Sigues siendo mío, entonces? Narancia, ¿aún me amas?
—Lo hago, te amo más que a nadie. Soy tuyo, completamente. Siempre lo seré— abrazó a Fugo, buscando desesperado los labios de este para comenzar un beso salvaje, húmedo.
Los gemidos quedaban atrapados en los labios del contrario, buscando más y más. Nunca tendría suficiente de él.—Narancia, estoy listo. Ya reservé los boletos para avión. En dos horas partimos.— la voz de Doppio inundó la habitación, interrumpiendo el beso que mantenían y que lo había dejado fuera de sí.
—Saldré un rato, necesito tomar aire. Te veo luego.— volvió a hablar el mayor por detrás de la puerta, no se atrevió a entrar, sabía que Fugo estaba ahí y no soportaría ver lo que estarían haciendo.
Salió del pequeño y antiguo hogar, quería respirar aquel aire fresco de Roma y reflexionar un poco todo lo que estaba pasando y como aquel chico había invadido su cabeza desde que lo conoció. Fue lindo ese tiempo juntos, al menos conoció lo que era sentir sus labios contra los suyos y su lindo e inocente amor.
Sonrió cabizbajo, no estaba triste, sabía que era lo mejor para el pelinegro. Si que él estuviera feliz implicaba que no sea a su lado, entonces estaba bien.Se apoyó sobre el barandal de aquel puente en el que estaba, mirando el bello atardecer. Naranja, naranja. Cómo le gustaba ese color.
——————————————————
Hola!
Tenía ganas de empezar un rol por Whatsapp.
Quería saber si alguno tiene ganas. Si les interesa mandenme su número por privado y dígame a quien quieren.
Saludos!
ESTÁS LEYENDO
Aprendiendo a amar(te)
FanfictionNo lo podía controlar. No era tan simple como eso. Sabía que sus amigos tenían razón, lo estaba maltratando. Maltratando a la persona que más quería proteger en el mundo Que ironía, pensar que el pequeño Narancia seguía justificando aquellos golpes...