Espejismos de un Adolescente

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Cuán funesto puede ser la vida de aquellos que viven en un esfera cristalina, cuyo cristal solo se encarga de reflejar espejismos.

¡oh,vida!; tu no debes pertenecer a aquel ser que vive en los herejes intermitentes del entre-tiempo; pues aquel inmundo ser no sabe distinguir ni el principio, ni el final.

Querida vida; no estás apta para aquel que carece de autonomía, pues sus miedos tan latentes como el palpitar de su corazón lo han atrapado y se encuentra bajo las pesadas cadenas de la inseguridad. Vida querida, dime; ¿Quién podrá liberarlo?

Espejo, deja de ser tan cruel con ese ser carente de vitalidad.
¡No le engañes más!
¡No reproduzcas pinceladas cuyos matices están muy lejos de alcanzar la realidad!
¡Oh, espejo! Espejito;
no lo eleves al himel, pues el no es descendiente de los Dioses y habrá de caer en la bastarda tierra.
Espejo; serenate ¡ya!

Vete espejo, ya lo has dañado mucho, demasiado.
Culpable eres, culpable serás.
Más sin embargo él también lo es, por ser crédulo ante ti, ante lo que osas mostrarle.
Vete lejos,
huye de él.
Ya no sigas hurtando aquello que no te corresponde.
Pero, si el se aferra a ti,
a tu reflejo,
solo vuélvete opaco.
Clemencia para él.

¡Oh, humano! Prepárate que la batalla está a punto de iniciar.
Ahí está él mostrándote aquello que no es real, pero; humano, abre bien los ojos, y mira de cerca pues el espejo miente, pero no repite y solo muestra su verdadera cara a los que saben dónde mirar.
¡Ah llegado la hora!
Busca la fuerza que te hace falta;
cierra el puño y, destruye al espejo;
porque de no hacerlo;
serás tu quien se desmorone en pequeñas partes ante él.

Humano, no inventes tu propio holocausto, no busques el fondo del inframundo porque te toparás con Hades, y aunque éste pueda liberarte de las cadenas de la inseguridad, serás nuevamente esclavo,
pero de la muerte.
Querido humano;
cómprate un nuevo espejo,
uno que no te enseñe más allá de lo que no es, uno que te muestre la realidad tal cual es.
Libérate de las cadenas,
y vuela como un pajarillo,
vuela hasta encontrar aquello que es magnánimo,
y que los dioses perdieron.
El amor, el amor a uno mismo.

¡Ninguna batalla será funesta para nadie,
no aquellas de las que salimos laureados!

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