Capítulo 6

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Esta canción fue la que acompaño este capítulo, espero les guste.

Aquello sólo le había parecido una cosa romántica dicha en una playa, pensó Kara mientras conducía de regreso a casa. Ambas sabían que iban a pasar poco tiempo juntas; que, tarde o temprano, su libido acabaría y ella volvería a su vida real. Pero Kara no había previsto que ocurriera tan pronto. Al principio, se había sentido como si estuviera viviendo un sueño, o bajo los efectos de un sortilegio, pasaba la mayor parte del día con Lena y, hasta cuando dormía, la imagen de ella nunca se alejaba de su mente. Solía pasar sola las primeras horas de la mañana. Pensaba que Lena estaba fuera, en su barca pescando, pero cuando se lo mencionó a Samantha ésta se encogió de hombros y dijo:

- Creo que está en su casa, κυρία Kara. Está acabando de construirla.

Kara comprendió. Casi todas las casas de la isla parecen haber sido construidas a retazos: los dueños ocupaban el piso bajo hasta que podían permitirse construir más dependencias. Al parecer, Lena había conseguido dinero para construir otro piso en la suya y si en el fondo de la mente de Kara había alguna pregunta vagamente angustiosa sobre de dónde procedía aquel dinero procuraba olvidarla. No quería que nada perturbar a su felicidad. A veces se preguntaban ansiosamente si ella le pediría que fueran a ver su casa, pero asumía que eso nunca ocurriría. A aquella comunidad cerrada podría no gustarle ver a uno de sus miembros con una extranjera, sobre todo si alguno de sus hijas tenía puestos sus ojos en ella. De todas formas, si Lena deseaba guardarse su vida privada, era su problema. Ella tendría que seguir viviendo allí cuando Kara se hubiera ido...

Kara suspiro. La idea de que sus vacaciones en Grecia tocaban a su fin le causaba verdadero dolor.

< Yo no quería venir y ahora no quiero irme > sonrió con ironía.

Le resultaba difícil separar un día del siguiente, pues todos eran maravillosos. A veces salían con la barca y atracaban en alguna playa desierta para nadar, y asaban en una hoguera los peces que Lena había pescado. Otras, Lena la llevaba en la camioneta a ver los sitios más bellos de la isla, a lo largo de la costa o a las zonas más altas. Y por las noches bailaban juntas. Kara ya se sentía más relajada con ella. Hablaban mucho, pero también podían estar en silencio se había hecho amigas, y eso estaba bien. Pero no podía negar el doloroso vuelco que le daba el corazón cada vez que Lena entraba en el patio de la taberna para buscarla. Ni el ansia dulce y sensual que cualquier contacto físico con ella parecía despertar en Kara. Porque casi todo el tiempo, Lena procuraba mantenerla a distancia, y ella se daba cuenta. Sólo a veces la estrechaba entre sus brazos y la besaba suavemente. Pero... nada más. El mas ligero roce de sus labios encendía el deseo de Kara, la hacía arder y derretirse por el anhelo de sus caricias, de la consumación que le había sido negada. Si Lena se daba cuenta, no lo demostraba. Sólo una vez, cuando le di un beso de buenas noches, Kara la abrazó, apretándose contra ella, y sus labios se abrieron en una silenciosa invitación, ansiando encender la pasión que ella sabía que latía bajo la superficie. Pero Lena la parto suavemente Y retrocedió, le beso las palmas de las manos y la dejó marchar. Lena parecía tener un control absoluto sobre sí misma... y sin embargo, en algunos momentos, Kara sentía que la estaba mirando y era consciente de una extraña tensión que sus terminaciones nerviosas vibraran como si su cuerpo, de alguna manera, intuyera el deseo de Lena y le respondiera.

Alguien más las observaba, Alex. La mujer se mostraba amable pero una o dos veces, Kara había descubierto en ella una mirada ansiosa y se preguntaba por qué. Pero no demasiado ya que le preocupaba cuando vería a Lena de nuevo, cuando oiría su voz y sentiría su sonrisa sobre sus labios. Eso era lo único que le importaba. Entonces no sabía lo bruscamente que iban a cambiar las cosas. Un día se levantó temprano, pensando sombríamente que le quedaba menos de una semana de vacaciones se sentó en la cama abrazada a sus rodillas con el señor fruncido. Tal vez era hora de marcharse... mientras todavía pudiera. Antes de que fuera demasiado tarde. La noche anterior, Lena le había dicho que iría a buscarla después del desayuno.

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