capítulo diez

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Casa de Alaska. Lafayette, USA. 21 de mayo de 2017

Alaska se posicionó delante de la puerta de su casa, y comenzó a rebuscar en su desordenado bolso las llaves.
Mientras lo hacía, soltaba incontable cantidad de maldiciones por lo bajo, casi en susurros inaudibles.
El anuncio de su padre le había caído bastante pesado, le había arruinado por completo la atmósfera de felicidad que la acompañaba esa mañana.
El solo hecho de imaginarse la situación con Levington provocaba que sintiera una desgradable presión en el estómago. Más sin embargo, sabía que era su trabajo, y era consciente de que se trataba de una misión fundamental para el cártel y para su futuro desarrollo.

Estuvo varios segundos tratando de abrir la puerta, sus pensamientos la atolondraban tanto que no razonaba siquiera en los movimientos corporales que realizaba.

Una vez adentro, se deshizo de todas las prendas que le servían de abrigo en el exterior y las colgó en las perchas dispuestas a su derecha. Se sintió totalmente reconfortada por la calidez que brindaba su hogar.

Pudo percibir que el ambiente se encontraba sumido en un silencio absoluto. Supuso que Ben aún se encontraría durmiendo.
Una tímida y fugaz sonrisa, que no pudo controlar, se asomó en su rostro al pensar en el chico. Pasó por alto ese detalle.
Decidió no hacer tanto ruido y esperar a que Ben se levantara.

Mientras tanto, se dirigió hacia el sofá y buscó en sus bolsillos su teléfono móvil. Aprovecharía ese pequeño rato de tranquilidad para charlar con su fiel colega, Douglas. De esa forma dejaban las cosas claras desde el principio, el cómo actuarían y cómo se desenvolverían con el encargo de Hunter.

Una voz somnolienta fue lo que se oyó luego de varios tonos de espera.

—¿Eres consciente de la hora en la que estás llamando, mujer?— Alaska soltó una sonora carcajada al oír los reclamos de su amigo, los cuales, no le extrañaban para nada.

—Douglas, son las once de la mañana. —Anunció la chica, riendo. —¿Qué haces durmiendo? Deberías estar trabajando.

—Esto es madrugada para mí. Anoche tuve que aniquilar a unos tipos y casi no pude pegar un ojo.

Alaska tragó en seco al oír eso, con notable incomodidad. Todos creían que alguien como ella, quien estaba todo el tiempo rodeada de ese tipo de casos, estaría acostumbrada, pero no. Jamás le agradó la idea de matar en ninguna de sus formas.

—Supongo que sabes por qué te estoy llamando. —Dijo, cambiando de tema drásticamente, y colocándose de pie para caminar por la casa. Era un hábito suyo hablar por teléfono mientras recorría la vivienda.

—Creo que sí. Hunter me mencionó algo ayer. ¿Marcus Levington?—Preguntó, un poco dubitativo.

—Sí, exacto. —Alaska comenzó a ascender por las escaleras, de forma inconsciente, mientras concentraba la vista en sus zapatillas. —Tenemos que planear nuestros movimientos, Douglas, y deben ser perfectos. Sabes que es una misión muy importante para mi padre y para el cártel en general.

—Sí, lo sé. —Suspiró notablemente. —Pero quédate tranquila, nos va a ir bien. Siempre hacemos un buen equipo.

La ojiverde sonrió.

—De eso no tengo ninguna duda. —Comentó, orgullosa. —En fin, yo me ocupo de los movimientos, cómo haremos para entrar y todo eso y tú ocúpate de conseguir unas buenas armas y una ruta de escape fiable por si algo se llegara a complicar.

—Bien. —Confirmó Douglas. —Me enteré que Maison tiene un nuevo suministro de armas que aparenta ser muy bueno, ¿Te parece que lo hable con él, a ver qué nos ofrece?

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⏰ Última actualización: Jul 04, 2020 ⏰

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