capítulo cinco

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Casa de Alaska. Lafayette, USA. 18 de mayo de 2017.

Los inminentes rayos de sol se infiltraban por la ventana de la habitación, iluminando cada rincón posible de esta.
Una hermosa mañana se hacía presente en la localidad de Lafayette, acompañada de un clima extremadamente agradable.

Eran pasadas las nueve de la mañana cuando Ben observó el reloj que se encontraba a su lado, y se dispuso a levantarse.
Sintió ruidos en la cocina, por lo que no dudó en dirigirse hacia allí.

-¡Oh! Buen día. -Alaska se volteó para sonreírle, simpática, al sentir su presencia. La muchacha de cabello grisáceo se encontraba haciendo huevos revueltos para el desayuno. Ben lo supo por el olor que invadió sus fosas nasales, momentos después.

-Buen día. -Respondió al saludo, aunque sin carecer de su seriedad característica.

Aprovechando que Alaska se encontraba de espaldas, Ben estiró su cuello para mirar por la ventana principal, y sintió un enorme alivio al ver que la camioneta del padre de Alaska ya no estaba allí. Para su suerte, había desaparecido.

Sin embargo, fue un detalle que no pasó por alto para la muchacha, quien era muy inteligente y había desarrollado ojos en la espalda.

-Tranquilo, mi papá se fue. -Explicó, sin siquiera molestarse en voltearse.

Ben se sintió algo apenado al haber sido descubierto, más sin embargo lo ocultó con maestría.

-Se fue en un pequeño viaje de trabajo y no estará presente por algunos días, así que no tendrás de qué preocuparte. -Explicó la chica, mientras batía un par de ingredientes en un bowl.

Ben permaneció en completo silencio, sin decir ni una palabra por un par de minutos.

-Tengo una duda. -Dijo el chico, con su voz aún más rasposa de lo normal debido a su reciente despertar.

Alaska alzó una ceja.

-¿Qué ocurre?

-¿Debería esconderme de tu padre o algo así? -Cuestionó.

Alaska se pensó la respuesta por unos segundos.

-Sinceramente, no lo sé. Mi padre tiene un carácter algo... impredecible. -Rió. -Si se enterara de tu estadía aquí, podría tranquilamente aceptarlo y vivir con ello, o por el contrario, podría hacerse la cabeza pensando que no eres alguien de fiar y que sólo quieres hacerle daño, y no dudaría en echarte.

Ben se sintió algo tocado con lo último, ya que sabía que de cierto modo podría ser peligroso, y aún más si por casualidades de la vida Hunter se enteraba que ese chico que se hospedaba en su casa, era, nada más y nada menos que el impostor que le robó a su distribuidor. No quería ni imaginar en lo que podría llegar a meterse si eso pasaba.

-Yo creo que deberías esconderte cada vez que él venga.-Siguió hablando la muchacha. -Él no suele venir mucho ya que casi siempre está afuera por asuntos del trabajo, así que tampoco tendrás que preocuparte mucho por eso.

Ben asintió, de acuerdo con lo que ella proponía. Permanecería en esa casa hasta que tuviera alguna forma segura de salir de Lafayette, acompañado de su gente.

-Además, no voy a arriesgarme a que haga una de sus exageradas supersticiones sobre la gente y quiera sacarte de aquí, menos en el estado en que te encuentras, muy delicado. Voy a ayudarte hasta que te sientas lo suficientemente bien como para irte, eres un muy buen chico, Noah.

Por alguna extraña razón, Ben se sintió increíblemente mal por estar mintiéndole a Alaska, que tan bien lo trataba y tantos halagos soltaba de él, sin conocerlo verdaderamente.

(...)

Casa Aguilar, Tijuana, México. 19 de mayo de 2017.

El Sol golpeaba con sus rayos luminosos la árida tierra de Tijuana. Las actividades en Casa Aguilar no parecían variar, todos con la misma cara y la misma expresión de siempre, haciendo lo que se les asigna todos los días sin protestar.

En las afueras de Tijuana, no muy distante de la ciudad, se encontraba la afamada Casa Aguilar. En realidad, el término "casa" resulta un poco relativo, ya que no es más que un gran predio con diversas áreas. La más grande y vistosa, a la que todos prestan atención, es una fábrica supersecreta de pintura.

Su entrada estaba custodiada por guardias, y no dejaban entrar a absolutamente nadie al establecimiento siempre y cuando no tengan alguna relación allí.

Detrás de la fábrica, los Aguilar ubicaron los laboratorios de cocaína y sus casas, formando una especie de barrio pequeño. Este era el corazón de Casa Aguilar.

Allí, en su cabaña correspondiente, acariciada por las largas hojas de un sauce, León se movía inquieto por todo el comedor. Su equipaje estaba sobre la mesa, casi listo para salir a Lafayette, y se encontraba revisando por toda la casa si algo le faltaba.

En un momento, la puerta sonó fuertemente. León se sorprendió, resultaba raro que alguien vaya a interrumpirlo, generalmente todos se encontraban ocupados en el negocio, en la producción, o quién sabe, causando estragos en la calle.

Fue a mirar por la ventana de al lado de la puerta, al correr un poco la cortina, se pudo ver a Abraham Aguilar esperando en la puerta fumando un cigarrillo.

Rápidamente, León abrió la puerta, sin intención de hacerlo esperar.

- Buenas tardes, patrón - dijo León al abrir la puerta. Abraham lo observó fijamente con su barbilla levantada, mostrando su superioridad. Luego de notar que no iba a devolver el saludo, León abrió del todo la puerta y se apartó para dejarlo pasar, haciendo un gesto con la mano.

El viejo, vestido con unos jeans de marca, zapatos lustrados y una campera de cuero que apretaba su cruel barriga, entró allí y fue a apoyarse en la mesa, mirando fijamente la valija. León cierra la puerta y extrañado se acerca hacia él.

- Patrón, ¿sucede algo?

Y en unos segundos silenciosos, Abraham tiró su cigarrillo al suelo y lo aplastó, luego, bruscamente tomó la valija y la tiró al suelo, desparramando toda la ropa, los perfumes, las cosas de higiene, los accesorios, el dinero, por el piso embaldosado.

Atónito, León giró su mirada hacia él, que seguía con su misma expresión en la cara.

- Escúchame bien - habló Abraham, con su voz gastada y ronca -, saldrás esta noche a Estados Unidos, pero no llevarás nada contigo, estarás desnudo.

- ¡¿Qué demonios?! - exclamó León.

- Quiero que tú y Ben consigan todo lo necesario para vivir allí, maten a todos los que se interpongan ante ustedes, y conquisten Lafayette. Iniciarán una vida nueva y no volverán hasta que su cometido esté cumplido - y en este momento, alzó el dedo índice poniéndolo a una minúscula distancia de los ojos del joven -. Y la próxima vez que me grites así te agarro las pelotas con una aplanadora, ¿está claro?

Dicho esto, dio media vuelta y fue a abrir la puerta, y al hacer esto, León salió de su shock y fue a detenerlo, poniendo una mano sobre la puerta.

- Pero patrón, ¡es una locura! ¡No podemos solos contra toda una ciudad!
- ¡No me importa! - interrumpió Abraham al instante- Si ustedes quieren comportarse como señoritas háganlo, pero sepan que van a morir en segundos, y lo más probable es que sea en suelo estadounidense. Yo no voy a manchar mi Casa con sangre de cobardes.

Giró para marcharse.

- P-pero... - balbuceaba León.

- Somos Aguilar, demonios - dijo Abraham, apretando sus dientes, y lanzando una rápida mirada asesina al muchacho -. Háganlo.

Y subió a su camioneta último modelo, para dejar el lugar en una polvareda luego de hacer sonar el motor.

















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🔼Luu🔼

👽Gabi👽

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