Tina se despertó con un pequeño jadeo, parpadeando para ajustar sus ojos a la oscuridad. Dejó caer la cabeza contra la almohada y se dio la vuelta, enterrando su cara en la tela para amortiguar los sollozos. Estaba llorando y se odiaba por eso.
Sueños. Tina amaba los sueños cuando era niña, específicamente durante sus primeros años en Ilvermony. Estaba sola y sus sueños eran un escape. La dejaban entrar a un mundo donde podía ser libre. Soñar era un momento en el que no tenía que preocuparse por sus notas, cuánto echaba de menos a su familia, o a todos sus compañeros que se reían de ella a sus espaldas por ser una chica tan simple que siempre estaba leyendo un libro. Sus sueños eran maravillosos...hasta su tercer año en la escuela. Había ido a desayunar con su hermana un día, evitando a todos como de costumbre. Entonces llegó el correo. Recibieron una carta que decía que su madre estaba enferma. Aproximadamente una semana después, recibieron otra carta, diciendo que su madre había sido diagnosticada con Viruela de Dragón y que su padre también la había contraído.
Tina había pasado ese día en shock. Sabía que era posible recuperarse de la Viruela de Dragón, pero también que las personas podían morir de la enfermedad. Ella y Queenie esperaron durante semanas, esperando escuchar que sus padres se habían recuperado. Recibían una carta todas las semanas, informándoles cómo estaban sus padres, pero nada había cambiado. Entonces, una semana, la carta llegó antes de lo habitual. Tina y Queenie la habían abierto rápidamente, esperando escuchar buenas noticias. Lo que contenía la carta les dejó en shock.
Tina corrió hacia su habitación y se arrojó sobre su cama. Pasó todo el día allí, con la cara enterrada en la almohada. No le importaba que estuviera perdiendo clases, no le importaba que la semana siguiente fueran los exámenes, lo único que le importaba era que ella y Queenie estaban solas en el mundo. Sus padres habían sido su única familia. Todos sus abuelos habían muerto; uno poco antes de que naciera Tina y los otros tres antes de que fuera a la escuela. Ninguno de sus padres tenía hermanos. Tina y Queenie no tenían tía, ni tíos, ni primos. Solo se tenían la una a la otra.
Esa noche, los sueños de Tina se habían convertido en pesadillas. Ella había soñado con la muerte. Al principio, sus sueños solo habían sido saber que sus padres estaban muertos. Luego, ella y Queenie habían regresado a casa para el funeral y para coger sus cosas, ya que vivirían en Ilvermony hasta que se graduaran. Después de eso, sus pesadillas habían empeorado. Soñaba con ver morir a sus padres. Había sido horrible y habían pasado años antes de que esas pesadillas terminaran.
Una vez que se graduó y comenzó a entrenar para ser Auror, sus pesadillas finalmente habían disminuido. El trabajo era tan agotador que se dormía en el momento en el que su cabeza tocaba la almohada. Luego dormía tan profundamente que no soñaba en absoluto. Sin embargo, cuando soñaba, sus sueños seguían siendo pesadillas. Poco a poco comenzó a entrenarse para no soñar y, cuando tenía 21 años, pasó la mayoría de las noches sin soñar en absoluto.
Sus pesadillas habían comenzado de nuevo cuando perdió su trabajo. Casi todas las noches soñaba con perder a sus padres, atacar a ese No-Maj o perder su trabajo. Pero su pesadilla más común era perderlo todo, encontrarse en la nada, incapaz de ver o respirar. Cuando lo pensó, no entendió cómo eso podía ser tan aterrador, pero cuando estaba dormida, la aterrorizaba.
Sus sueños habían cambiado el diciembre anterior. No se habían detenido, pero ya no eran pesadillas. Al contrario, sus sueños estaban llenos de la imagen de un hombre: un hombre alto e inseguro con cabello desordenado de color marrón rojizo, ojos azules profundos y una sonrisa tímida pero cálida.
Newt.
Después de que él se fuera, los sueños se habían hecho más frecuentes y él había ocupado sus pensamientos, incluso cuando estaba despierta. Queenie la había molestado constantemente por eso, pero, de alguna manera, no le había importado demasiado.
Entonces ella había visto la revista. Había tratado de olvidarlo, había tratado de actuar como si no le importara, pero esa noche se demostró que sí. Todavía soñaba con Newt, pero Leta también había estado allí. Los dos estaban envueltos en los brazos del otro, sus labios conectados en un beso apasionado. La mirada de satisfacción en sus rostros hizo que el estómago de Tina se revolviera. Se había despertado con su manta apretada firmemente en sus puños y la mandíbula apretada con tanta fuerza que pensó que se iba a romper los dientes. Después de eso, no había vuelto a soñar. Esto implicaba agotarse durante el día para poder dormir profundamente por la noche. Sabía que no era bueno, pero no quería volver a tener ese sueño.
No había soñado desde entonces hasta ese día, en el que había visto a su hermana pasar a través de las llamas para unirse a Grindelwald. Esa noche había sido horrible, como todas las noches desde entonces. Cada vez que se iba a dormir, revivía la noche en el cementerio. Sin embargo, como había crecido teniendo pesadillas, se acostumbró a ellas rápidamente. Sobre todo porque habían mejorado un poco desde que ella se había abierto a Newt.
Pero esta noche fue peor. No sabía que era, pero algo en la expresión de Queenie la había aterrorizado. Habían pasado años desde que se despertó llorando a causa de una pesadilla; la última vez fue hace 14 años.
El hecho de que estaba llorando la enfadó, y su ira hizo que sus lágrimas vinieran más fácilmente. Se mordió la lengua, tratando de no llorar. Finalmente, sus lágrimas disminuyeron. Quería volver a dormir, pero sabía que si lo hacía, volvería a su pesadilla. Agarró su varita y salió de la cama.
"Lumos", murmuró. La punta de su varita se iluminó y se dirigió hacia su tocador. Revolvió un poco, buscando el libro que había estado leyendo. Deseó tener su copia del libro de Newt, pero la había dejado en Nueva York. La había comprado cuando salió por primera vez y lo había leído en un solo día, a pesar de que pensaba que Newt estaba comprometido.
"¿Estás bien?"
Tina se sobresaltó y se dio la vuelta, con su varita delante de ella. Nagini estaba sentada en su cama.
"Lo siento. No quería despertarte. Estoy bien."
"No me has despertado. No podía dormir.", respondió la chica. "Y estabas llorando."
"Estoy bien.", dijo Tina, un poco más seria de lo normal. "¿Por qué no puedes dormir?"
Nagini se encogió de hombros. "Pesadillas. Asumo que ese es tu problema también."
Tina se sentó en su cama. "Si, pero estoy acostumbrada. He tenido pesadillas desde que estaba en la escuela."
"¿Pesadillas? ¿Sobre qué?"
"Sobre varias cosas.", dijo Tina, encogiéndose de hombros. "Al principio eran de la muerte de mis padres, pero cambiaba cada vez que pasaba algo malo."
"Esta vez se trata de tu hermana, ¿no?"
Tina asintió con la cabeza. Podía sentir las lágrimas formándose en sus ojos, pero las apartó.
"Sé cómo te sientes.", dijo Nagini. "Perdí a mi único amigo esa noche. Sé que no se puede comparar con
perder a tu hermana, pero aun así lo entiendo."
Suspirando, Tina respondió. "Lo sé. Todos hemos sufrido gracias a Grindelwald y sospecho que solo va a empeorar."
"Ese hombre, Dumbledore, podrá ayudar.", dijo Nagini, con un tono esperanzador en su voz. "Estoy segura de que lo hará."
"Solo podemos esperar eso.", estuvo de acuerdo Tina. "Según Newt, Dumbledore es el único mago que iguala el poder de Grindelwald."
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Safe in Your Arms
FanfictionEsta historia no es mía, es de EbonySolcum. Esta historia fue escrita después de "Animales Fantásticos: Los crímenes de Grindelwald" y hay spoilers de la película. Las películas de Animales Fantásticos no me pertenecen. Todo el universo de Harry Pot...