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Una estrella cayó de los cielos y Rosé observó con sorpresa mientras la luz lentamente se apagaba para luego desaparecer por completo.
Sentir la mano de Lisa acariciando su espalda era pura dicha, y sentía que podía permanecer acostada aquí toda la noche, nunca regresando al mundo real. Este lugar que habían creado juntas era perfecto: Sin un padre diciéndole que estaba mal, sin preocupaciones, sin problemas.
-Te amo tanto, Rosie -le susurró Lisa en el oído-. Eres mi mundo, mi vida.
-Sabes cuánto te amo -respondió ella, alzando la cabeza para aceptar un suave beso de sus labios. Su cuerpo se deshizo nuevamente ante el más mínimo tacto de Lisa.
-Odio tener que llevarte de regreso a casa esta noche -dijo, acercándola más.
-Entonces no lo hagas -le rogó.
-Tu padre nos perseguirá -le dijo.
-No me importa. Sé lo que quiero y eso es estar contigo, Lisa.
-Entonces deberíamos escaparnos juntas. De hecho, he estado pensando mucho en ello, sobre mudarnos de aquí. -Cuando ella se estremeció, ella añadió-: Solo contigo, amor; nunca te dejaría atrás. Esta es mi idea. Mi padre estará de acuerdo. Está comenzando su nuevo negocio. Es infalible. Quiere que lo maneje junto con él, pero tengo sueños más grandes que manejar una tienda de computadoras. Quiero ir a la ciudad, meterme en prácticas para alguien como Bill Gates, aprender de ellos y ser alguien -dijo, pasión fluyendo a través de su joven voz.
-Ya eres alguien especial, Lisa. Ganaste mi corazón y te lo he dado para siempre -dijo, besándola en el cuello mientras la luna llena iluminaba sus cuerpos desnudos con su luz.
-Tú me haces sentir especial... me haces sentir como si no hubiese nada que no pueda hacer.
-Eso es porque eres poderosa -le dijo con una risita-. Sin dudas eres más poderosa que una locomotora...
Lisa se rio, luego volvió a ponerse seria.
-¿Qué dices? Cuidaré de ti si vienes conmigo. Podemos casarnos y comenzar nuestras vidas en la ciudad -prometió-. Incluso puedes ir a la escuela de cocina y abrir esa cafetería de la que siempre hablas. -Lisa se emocionaba más a medida que hablaba.
Rosé se detuvo mientras pensaba en lo que le estaba pidiendo. ¿Podía dejar todo atrás? Si Lisa se iba, sin embargo, ¿por qué se quedaría? Nada valía la pena conservar. Amaba a su padre, pero él era tan frío la mayoría del tiempo... ¿cuánto podría extrañarla? Finalmente superaría su enojo y su relación sanaría, aunque podría tomar unos cuantos años.
Lisa tendría que volver. Su padre y primos estaban aquí, y eran más cercanos que la mayoría de familias. Los tres eran más hermanos que primos. Rosé estaría comenzando una nueva aventura con la chica que amaba, pero estaría cortando completamente sus lazos aquí.
-Sí. Iré contigo. No obstante, tienes que darme unos días -pidió.
Lisa la puso encima de ella con una risa. Rosé estaba un poco dolorida, pero el placer superaba por mucho la incomodidad. Las dos habían hecho el amor bajo las estrellas, su alegría brillando todavía más.
Iban a forjar un nuevo camino para ellas dos. Nada podía detenerlas de su destino.
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