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Rosé entró al conocido edificio, teniendo que contener sus lágrimas. Afuera se encontraban unos hombres, trabajando en colocar el nuevo cartel. Era una prueba más de que la compañía ya no le pertenecía a su padre. En todos estos días había intentado contactarlo, preguntarle lo que había sucedido. Él ni siquiera le había dicho que la empresa estaba en peligro de ser adquirida.

No le estaba contestando el teléfono, ni tampoco le regresaba las llamadas. Había ido a su casa varias veces y le dijeron que no se encontraba. Volvió a intentarlo esa mañana, pero no fue capaz de atravesar los portones y se encontró con el cartel de una inmobiliaria en el jardín delantero.

Rosé estaba intentando entender qué era lo que sucedió y por qué su padre no le hablaría. Sabía que la nueva propietaria de la compañía tenía programado estar allí ese día y estaba decidida a conseguir respuestas. Había trabajado tan duro por años y tenía la esperanza de algún día ser la dueña de la compañía que tanto le importaba, pero esos sueños ahora habían desaparecido.

Se habría marchado por las puertas cuando la absorción tuvo lugar, pero no podía pensar en ella sola. Su enojo se disolvió un poco mientras pensaba en su hermoso hijo. Se parecía tanto a Lisa que le causaba dolor a veces extrañar a esa mujer. Tenía que recordarse que su madre no era la misma mujer que solía ser.

-Lo siento, señorita Park, pero hay algunos procedimientos nuevos ahora, ¿puede venir hacia aquí? -le dijo el nuevo guardia.

-¿Qué está pasando, Tim? -preguntó, perpleja. Le agradaba realmente el hombre. En una situación estresante, había sido amable y servicial. No intentó intimidar a las personas, como habían hecho algunos de los viejos guardias. Ella había estado cerca de presentar un caso por acoso sexual sobre el último jefe de seguridad, pero su padre la había disuadido, diciendo que se vería mal para la compañía. Se había asegurado de nunca quedar sola en el edificio con el anterior guardia, no obstante, porque no confiaba en él.

-Tenemos un nuevo sistema de seguridad que está siendo implementado -le dijo. Buscó a través de su computadora hasta que encontró el nombre de ella. Escribió algunas cosas en la caja y le entregó la nueva identificación-. Esto es solamente temporal. La jefa está haciendo varios recortes y cuando acabe, los empleados restantes recibirán identificaciones permanentes -terminó, pareciendo apenado. Ella tuvo el mal presentimiento de que iba a ser una de las despedidas. Tuvo que suprimir las lágrimas una vez más.

Se subió al ascensor y tomó un aliento fortificador. Si iba a caer, ciertamente iba a hacerlo luchando, pensó con determinación. Esta jefa nueva sonaba como toda una desgraciada.

Ella actualmente era la jefa de personal y adoraba su trabajo. Le encantaba trabajar con gente diariamente. Había contratado a la mayor parte de los trabajadores de la fábrica y temía más por ellos que por nadie más. Peleó con su padre muchas veces para darles mejores sueldos y beneficios, pero él la había tratado como a una niña, diciéndole que no sabía nada sobre dirigir un negocio exitoso.

Era irónico, considerando ahora que había perdido su negocio. ¿Por qué no había hablado con ella y explicado lo que estaba pasando?

Rosé caminó hasta su oficina, encontrando a varios extraños allí, mirando en su computadora y archivos.

-¿Qué está pasando aquí? -exigió.

-¿Quién eres? -preguntó una rubia extremadamente atractiva con su arrogante voz.

-Sucede que soy la directora de Recursos Humanos y esta es mi oficina. ¿Quién demonios eres tú? -respondió.

-Soy Exy y somos el actual equipo de Recursos Humanos, trabajando en quiénes se quedarán o se irán. La presidenta nos pidió que te acompañáramos a su oficina de inmediato, cuando regresaras -dijo la maliciosa mujer.

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