Astrid Huntter.
¿Por qué tengo que tener una suerte tan del asco?
Solo quería estar sola un rato y pensar muchas cosas hasta que me doliera la cabeza...
-¿Que quieres? -dije con un tono indiferente.
-Solo te vi aquí cuando llegaste y no quería que estuvieras sola Astrid -mencionó muy rápido en forma de explicación.
Me pareció bien que no quisiera que estuviera sola y todo eso, me di cuenta de la manera en que lo traté y no era la correcta porque el no tenía la culpa de nada.
-Siéntate Ryan -le dije en un tono de voz muy bajo.
-Astrid, solo discúlpame por lo que hice no quiero que estés molesta conmigo -dijo más para el que para mí -no diré más nada y me quedaré callado si quieres -agrego rápidamente.
Yo asentí con la cabeza y nos quedamos en silencio el resto de la tarde.
No pensé muchas cosas, la verdad me entretuve con los soniditos que Ryan acostumbra a hacer cuando está callado por mucho tiempo y son muy divertidos parece un niño pequeño.
Me distraje viendo a una señora cruzar la calle con mucha rapidez para agarrar a un niño que iba corriendo delante de ella cuando sentí un fuerte apretón en el brazo volví a concentrarme y me giré rápidamente para ver quién me estaba tomando del brazo y vi a Ryan con una expresión un tanto alegre y pícara.
-¡Suéltame idiota! -le grité un tanto asustada.
-Astrid compremos helados en la otra calle ¿siiiiiiii? -dijo con una voz de niño pequeño -es que son muy ricos por favor -agrego insistiendome.
Yo no entendía porque era tan molesto a veces.
-Está bien -solté luego de un gran suspiro. En realidad no iba a negarme a un helado.
Nos levantamos y comenzamos a caminar en dirección a la otra calle para comprar los helados que tanto le gustan a Ryan.
Cuando cruzamos y logramos ver la calle y el puesto de helados en la primera cuadra entendí porque Ryan estaba insistiendo tanto en ir a ese lugar.
No supe si molestarme con Ryan o salir corriendo de ese lugar pero no me dió tiempo de debatir conmigo misma ésas dos opciones ya que Christofer se estaba acercando en dirección a nosotros con una sonrisa de oreja a oreja.
Yo miré a Ryan estupefacta y el me regaló una sonrisa angelical pero llena de complicidad.
Christofer finalmente llegó frente a nosotros y nos saludó, a Ryan con la mano y a mí con un saludo de beso en la mejilla.
-¿Que hacen por aquí? -preguntó Christofer muy entusiasmado.
-Pues la verdad ya nos ibam...
-¡Vinimos a comer helados! -exclamó Ryan con mucha felicidad.
-Si bueno vinimos a comer helados -dije ya resignada ante la situación.
Caminamos hacia el puesto de helados con Christofer delante de nosotros como un guía turístico nos dijo que el dueño de el puesto de helados era amigo suyo y que no íbamos a gastar dinero en lo absoluto.
Por lo menos nos consiguió helados gratis.
Sujetamos nuestros helados y nos encaminamos de regreso al parque pero esta vez junto a Christofer que decidió acompañarnos para hablar con nosotros, pero a mí se me hace que era para estar cerca de mi.
Sospechoso.
Llegamos y nos sentamos de nuevo en la misma banca donde habíamos estado antes Ryan y yo ya que estaba vacía, la verdad no había mucha gente en el parque ese día.
Ryan y Christofer estuvieron hablando del equipo de fútbol del colegio y ese tipo de cosas mientras yo solo disfrutaba mi helado en silencio y sin prestar mucha atención a su conversación ya que la verdad no me interesaba en lo absoluto, lamentablemente mi helado se terminó más rápido de lo que pensé y no me quedó de otra que escuchar lo que estaban hablando para unirme a la conversación y por obra de los espíritus ya no estaban hablando de deportes porque para ser sincera yo no sé nada de ellos.
-Christofer, ¿Cómo conociste al chico de los helados? -pregunte interrumpiéndolos para cambiar el tema y poder unirme.
El se volteó lentamente hacia mi hasta que se encontró con mi mirada y me la sostuvo lo suficiente como para ponerme incómoda, respiré hondo ante su silencio, el apartó su mirada de mi y dando la vuelta hacia Ryan nuevamente y respondió:
-No creo que eso sea asunto tuyo, Huntter -dijo en un tono seco y cortante.
Me quedé paralizada.
Me sentí estúpida al intentar hablarle y obtener esa respuesta.
¿Cómo es que era posible que una persona podía tratarte bien un segundo y al otro escupirte la cara?
¿Cómo es que era posible que una persona te hablara y al instante hiciera como si no existieras?
¿Cómo era posible que una persona te demostrara interés en algo un día y al otro te ignorara?
En una persona como el, todo era posible.
Me fuí.
Lo odio
Lo odio
Lo odio
Me odio, por intentar hablarle.
Solo eso pensé en todo el camino a la casa, cuando llegue subí directo a mi habitación sin saludar a mi mamá que estaba en la cocina.
Estaba enojada, no, furiosa eso estaba.
¿Y como no estarlo con ese imbécil? Si yo solo intenté entablar una simple conversación.
Yo sé que suelo ser irritante y hacer muchas preguntas pero no era para que me respondiera de esa manera.
Además mi pregunta no tenía nada del otro mundo.Me tumbé en la cama y puse la mente en blanco para no pensar en nada y no enojarme más o por lo menos lo intenté. No se cuánto tiempo estuve así pero volví en si cuando escuché la voz de mi madre llamándome para que bajara a cenar.
-¡Voooooy! -le avisé en un grito que ya era costumbre hacer.
Baje.
Cené.
Volví a mi habitación.
Me cambié.
Me tumbé en la cama.
Pensé.
Me volví a enojar.
Lloré. Por ser tan estúpida.
Me seque las lágrimas.
Me enojé más.
Me calme.
Dejé de pensar.
Me dormí.
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La Biografía De Mi Boca ✓ [Editando]
Teen FictionElla, sencilla y muy tranquila. Ellos, locos por ella. Todo cambia en cuestión de segundos. No creo que sea una historia de amor muy bonita o muy absurda típica de los libros pero puede que se sientan identificados con esto, que va más allá de unos...