CAPITULO 10: ES LA GUERRA

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Aún era demasiado pesado asimilar las palabras de Ludwig Von Koopa. Ni Mario ni Bowsette podían creer lo que sucedía. Sentían en una parte de sus corazones que sus sueños se venían abajo. Era una sensación lúgubre que los invadió durante todo el trayecto de regreso al castillo Koopa.

Los embargaba la tristeza, la impotencia y la desolación de preguntarse el porque tienen que sufrir tanto solo para obtener una porción de felicidad dada por el, a veces, cruel destino.

Aún así, ellos no perdían nunca la esperanza, no renunciarían a su felicidad por ese gran percance. La vida tiene muchos altibajos y ellos ya habían sabido superar muchos, sobretodo en sus tiempos de enemigos. La alianza quedaría en stand-by por el momento, ahora la prioridad era rescatar a los chicos.

JR y Luigi...

Dicho así, arribaron al castillo a la medianoche, un tanto cansados, agotados y con los ánimos por el piso, sobretodo la chica dragona, que llegó prácticamente intratable.

Fácilmente podría cargarse a cualquiera que osára a molestarla en ese estado.
No era fácil, claro está. Pues llegar al castillo y no ser recibida con el cálido y efusivo abrazo de su hijo, ahora hija, JR, era difícil.

Le daba igual si era derrotada mil veces o si fracasaba hasta el cansancio, ya que estaba acostumbrada a eso y lo toleraba. Lo que no iba a tolerar era que le quitaran a su pequeña. Aquella que siempre la recibía nada más llegar a casa con el amor, carisma y ternura que ella necesitaba para volver a sonreír y olvidarse de todo lo demás.

Solo le quedaba descargar su incontrolable furia y tristeza lanzando llamas, bolas de fuego, chomps, o lo que sea que tuviera para calmar un poco la desazón que tenía.

El secuestro de JR había tocado en lo más profundo de su alma...

-¡NOOOOOOO! ¡TODOS MENOS BOWSY! ¡¿POR QUÉ MI PEQUEÑA?! ¡¡¿POR QUE?!! ¡QUISIERA TENER A ESA PERRA DE BOO AQUÍ ENFRENTE PARA MATARLA CON MIS PROPIAS MANOS! ¡BUAAAAAAHHH BAKA BAKA BAKA!- afirmaba entre sollozos la Reina Koopa, notándosele un poco tierna.

El bigotúdo de gorra roja, un poco más sereno y calmado, tomó las manos de la rubia, tratando de tranquilizarla un poco. El sabía que esto era duro, pero no sé podía dejar derrumbar tampoco. En este momento lo más importante era mantener la calma y pensar con cabeza fría para poder hallar una solución rápidamente.

En un principio no fue necesario hablar, ya que su mirada decía lo suficiente para que Bowsette comprendiera y tratara de pensar más lo que tenían que hacer.
El plomero solo esbozó una ligera sonrisa con unas lágrimas saliendo de sus ojos.

Con hacer el puchero que estaba haciendo no iba a lograr nada, pensó la chica dragona, que debía calmarse y pensar mejor las cosas.

-Todo va a estar bien, bambina. Mañana iremos y rescataremos a los chicos. Quédate tranquila, que ni Boo ni nadie va a poder arruinarnos el plan que llevamos haciendo. Confiemos en nosotros. ¡Recuerda quienes somos!- afirmó Mario.

Después de escuchar eso, la rubia se fundió en un fuerte abrazo con el bigotudo de gorra roja. Sentía que esas palabras le daban un nuevo aire, evitando que se viniera abajo emocionalmente.

Luego de un rato, cuando Bowsette logró estar más compuesta, fueron a ver a Kámek, que yacía en cama, convaleciente y enyesado de una pierna, al habérsela roto cuando cayó luego del tremendo golpe de la Reina Boo.

[...]

-Adelante, majestad... Haga lo que tenga que hacer. Moriré tranquilo y felíz. Fue un honor haberle servido todos estos años. Lo único que pido es que sea rápido e indoloro- decía un sonriente Kámek, visiblemente resignado a morir a manos de la Reina Koopa.

LAS CRÓNICAS DE BOWSETTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora